EL VALOR DE LA LECTURA

EL VALOR DE LA LECTURA EN EL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO

Saber un sinnúmero de datos se puede lograr con el repaso y memorización de lo que queremos recordar. Poseer un lenguaje técnico con el que podamos presumir de los títulos que hemos conseguido, se logra rebuscando en los términos mas exóticos que cada uno usa en su profesión. Tener lustrosos diplomas que adornen oficinas y despachos se logra con dedicación y estudio, cumpliendo tareas y siendo insistentes. El criterio para saber que todos estos detalles son secundarios y que no son nada comparables con el verdadero amor al conocimiento y el ejercicio de nuestras profesiones en pro de la mejora de nuestra sociedad y con ello de nuestro especie, solo se logra yendo mas allá de la observación. La participación es que lo nos enriquece y este compromiso de acción nace en el amor a la lectura.

Leer es la puerta al mundo, al real, al imaginario, al deseado. Los estudiantes universitarios somos la clave del presente, no debemos esperar ni un minuto para soñar y trabajar por el mañana. La sociedad que deseamos no se construirá sola, nadie nos regalará nada. En definitiva, la responsabilidad que hemos adquirido con lo que nos rodea y nosotros mismos, solo puede ser culminada efectivamente si dentro de nosotros tenemos las herramientas que nos otorguen criterio, capacidad de análisis, de contrastación de los hechos, de creación. Y ese precisamente es el mundo al que la lectura nos invita a entrar, al mundo que podemos ser capaces de construir nosotros mismo con nuestro esfuerzo.

Hay muchas formas de leer y varios niveles de comprensión de lo que se lee. Las cosas se pueden tomar al pie de la letra y los mensajes pueden quedarse en la superficie, simplemente como objetos decorativos que pasan ante nuestros ojos. O se puede ir mas allá y penetrar en el intrincado hilo que teje los discursos. Cada mensaje tiene una estructura subyacente, reflejo de los pensamientos y deseos de quien lo emite. En este nivel de profundidad es donde se puede analizar la finalidad de cada escrito y lo que, quien lo ha creado, quiere que se grabe en nosotros. Como estudiantes universitarios a esto es a lo que debemos llegar. Limitarnos a ser solamente receptores de lo leído nos convertirá en autómatas dirigidos por los pensamientos de terceros, portadores de hermosas cajas vacías o, lo que es peor, de intermediarios pasivos entre la fuente de los discursos y a quienes van dirigidos. Un estudiante universitario necesariamente debe ser un creador, su visión tiene que ser el resultado del análisis de lo leído, de contrastar información. Debe ser el fruto de leer puntos de vista antagónicos, comprender de dónde y por qué vienen, y al lugar donde pretenden llegar. Y de ese antagonismo, sometido al análisis crítico, es de donde deberá salir el pensamiento personal, el punto de vista nuevo, que alguien que desea ser un profesional debe tener. En

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