Lectura Y Valores

La lectura como medio para la educación en valores

Hoy en día se ha llegado más o menos a un consenso generalizado sobre el rol fundamental que desempeña el lenguaje en la formación de valores, considerando que la lectura es el medio más poderoso de acceso a los conocimientos y de enriquecimiento del pensamiento crítico para la búsqueda de alternativas o soluciones concretas a los problemas (Gremiger de Acosta, s/f). A través de la lectura, el lector construye un cuadro mental sobre la narración, se identifica con los personajes y las situaciones, quedando inmerso emocionalmente en el texto. El poder socializador de los relatos radica en su fuerza emotiva y en su capacidad para presentarnos propios miedos, sentimientos y conflictos internos. Es por ello que la experiencia lectora favorece la construcción de modelos básicos de experiencia real, es decir, la lectura verdaderamente influye en la formación de modelos, tanto positivos (valores) como negativos (antivalores, conductas negativas) (Sánchez y Yuberto, s/n).

La lectura es importante y necesaria para cualquier persona sin importar edad o clase social, sin embargo tiene una mayor importancia durante la edad escolar. La edad comprendida entre los diez y los catorce años constituye un ámbito de especial interés y preocupación para docentes y especialistas. Se trata de un periodo de transición entre la educación primaria y la educación secundaria, con grandes diferencias metodológicas y organizativas. Los alumnos en este periodo de edad experimentan importantísimos cambios de naturaleza física, intelectual, afectiva y social. En lo intelectual serán capaces de manejar una creciente cantidad de datos de manera cada vez más abstracta y de realizar proyectos de trabajo cada vez más complejos, además podrán comunicarse a través de diversos lenguajes verbales y no verbales y accederán al conocimiento de distintas fuentes de información. En el ámbito afectivo y social accede a la construcción de una nueva autoimagen, en la que intervendrán nuevos roles familiares, sexuales, laborales y culturales, entre otros, desde la perspectiva de una futura integración plena en la sociedad de adultos. Las relaciones interpersonales en esta edad se caracterizarán por una creciente autonomía respecto a sus padres y un paralelo acercamiento a compañeros y amigos. En este periodo de edad, el niño/preadolescente se abre al conocimiento de numerosas y diversas dimensiones de la sociedad: técnica, artística, cultural... Se interesa por múltiples temas y valores y orientará su presente y futuro en torno a los mismos (Rosales López, s/n).

Por las razones expuestas es conveniente fomentar la lectura como medio de enriquecimiento personal sobre todo en niños de estas edades, orientándolos para que rescaten la información buena y rica en valores y soslayen la negativa. Sin embargo, cada persona es diferente y posee un punto de vista particular por lo que el significado de una obra es percibido de modos distintos en función del contexto histórico, cultural y social de cada lector. Debido a ello, Sánchez y Yuberto (s/n) sostienen que para educar en valores a través de la lectura es necesaria la presencia de un mediador que guíe la lectura y emplee diferentes estrategias dirigidas a reconocer y analizar los valores contenidos, directa o indirectamente, en los textos, considerando que las narraciones aportan material de reflexión y valoración sobre los personajes del texto, sus acciones y emociones, ejercitando la resolución de conflictos y la toma de decisiones. Así el mediador cumple el papel de puente entre el lector y los libros, propicia el dialogo entre ambos y promueve la reflexión facilitando el proceso lector.

Los personajes que aparecen en los cuentos, historias o poemas tienen un papel fundamental en el tema que nos ocupa, ya que éstos funcionan como modelo para los niños. En las historias suelen aparecer dos tipos

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