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ELMER EL ELEFANTE


Enviado por   •  28 de Octubre de 2018  •  Resumen  •  678 Palabras (3 Páginas)  •  312 Visitas

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ELMER EL ELEFANTE

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Esto era una vez un rebaño de elefantes. Había elefantes jóvenes, elefantes viejos, elefantes gordos, elefantes altos y elefantes flacos. Elefantes así y asá y de cualquier otra forma, todos diferentes, pero todos felices y todos del mismo color . . . menos Elmer.

Elmer era diferente. Elmer era de colores. Elmer era amarillo y naranja y rojo y rosa y morado y azul y verde y negro y blanco. Elmer no era color elefante.

Y era Elmer el que hacía felices a los elefantes. Algunas veces Elmer jugaba con los elefantes, otras veces los elefantes jugaban con él; pero casi siempre que alguien se reía era porque Elmer había hecho algo divertido.

Una noche Elmer no podía dormir se puso a pensar…estaba harto de ser diferente. ¿Quién ha oído hablar de un elefante de colores? “Por eso todos se ríen cuando me ven.”

Y por la mañana temprano, cuando casi nadie estaba despierto, Elmer se fue sin que los demás se dieran cuenta.

Caminó a través de la selva y se encontró con otros animales. Todos le decían ¡Buenos días Elmer! Y Elmer contestaba a cada uno ¡Buenos días!

Después de una larga caminata, Elmer encontró lo que andaba buscando: un árbol bastante alto. Un árbol lleno de frutos color elefante. Elmer agarró el tronco con la trompa y sacudió el árbol hasta que todos los frutos cayeron al suelo.

[pic 2][pic 3]

Cuando el suelo quedó cubierto de frutos, Elmer se tiró encima de ellos y se revolcó de un lado y del otro, hasta que no quedó ni rastro de amarillo, naranja, rojo, rosa, morado, azul, verde, negro o de blanco. Cuando terminó de revolcarse, Elmer era igual que cualquier otro elefante.

Elmer emprendió el camino de vuelta a su rebaño. Se encontró de nuevo con los animales. Esta vez le decían todos: Buenos días, elefante. Y Elmer sonreía y contestaba: Buenos días – y estaba encantado de que no lo reconocieran.

Cuando Elmer se encontró con los otros elefantes vio que estaban todos de pie y muy quietos. Al cabo de un rato Elmer se dio cuenta de que algo raro pasaba; ¿Qué podía ser? Miró a su alrededor, era la misma selva de siempre, el mismo cielo luminoso de siempre, la misma nube cargada de lluvia que aparecía siempre de vez en cuando.

Y finalmente los mismos elefantes de siempre.

Elmer los miró bien. Los elefantes permanecían completamente quietos. Elmer no los había visto nunca tan serios.

Cuanto más miraba a aquellos elefantes tan serios, tan silenciosos, tan quietos y tan aburridos, más ganas le entraban de reír.

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