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El Mester de Clerecía en el Libro de Apolonio.

dryadeMonografía5 de Febrero de 2016

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ÍNDICE

Hipótesis…………………………………………………………………………….2

1.Mester de Clerecía

1.1. Contexto histórico-cultural……………………………………………………...2

1.2. Un nuevo mester………………………………………………...……………....3

1.3.  “Mester es sin pecado”………………………………………………………….5

1.4. "Mester traygo fermoso, non es de ioglaría"…………...……….……………….7

1.5. El corpus bibliográfico……………………………………………………….….9

1.6. El problema de la originalidad …………………………..……….……………..11

2. El Libro de Apolonio como exponente del Mester de Clerecía

2.1 El argumento………………………………………………………….………….11

2.2 Fecha de composición…………………………………………….………..…….13

2.3. Las fuentes y su tratamiento…………………………………………..…………15

2.4. El autor: recursos narrativos ……………………………………………...……..16

2.5. El propósito de la obra……………………………………………………….….21

2.6 El reflejo del Mester de Clerecía en los personajes……………………………..23

Conclusión………………………………………………………………….……..….24

Bibliografía…………………………………………………………………...………25

HIPÓTESIS

        El Libro de Apolonio, dadas sus características constitutivas en cuanto a estructura, forma y temática pertenece al corpus bibliográfico de las obras correspondientes a la escuela poética denominada Mester de Clerecía.

1. MESTER DE CLERECÍA

  1. Contexto histórico-cultural

        Dentro del período considerado por la crítica como la Edad Media en Occidente, el siglo XII supuso un renacer cultural que se tradujo en un aumento significativo de las ciudades, un incremento de la actividad comercial y un auge cultural especialmente manifiesto a través de la fundación de Universidades y del impulso a la labor de traducción de textos latinos en las bibliotecas de los monasterios (scriptorium).

        En España, sin embargo,  este movimiento de esplendor y auge sobrevino con un siglo de retraso debido a sus  especiales circunstancias históricas, pues durante el siglo XII los reinos cristianos estaban  sumidos plenamente en el proceso de reconquista del territorio, tras la invasión árabe, lo que conllevó dos aspectos negativos que retrasaron el desarrollo cultural y de las manifestaciones literarias: el primero, la desconexión lógica con el resto de Europa, el segundo, el hecho de que caballeros y reyes vivieran plenamente entregados a las artes de la política y de las guerras, y la clase burguesa  al proceso de explotación y repoblación de las zonas agrícolas.

        De lo antedicho se puede deducir facilmente que la cultura, por lo tanto, no se constituía entonces en un fundamento de valor que guiara la actividad cotidiana.

         Domingo Ynduráin Muñoz[1] se refiere a esto planteando que, en general, el arte o la literatura coinciden en su desarrollo y manifestaciones con el proceso político. Así, por ejemplo, la fundación del Estudio General de Palencia coincide, aproximadamente, con la batalla de las Navas y, el impulso expansionista subsiguiente con la fundación de las Universidades de Salamanca y Valladolid. El filólogo destaca como la principal característica que define al siglo XIII en España, al menos en su período central, “el afán totalizador, el deseo de abarcar la totalidad de lo existente y, al mismo tiempo, la tendencia a organizar la totalidad, a fundar un orden permanente que recubra el conjunto de los aspectos considerados y los unifique desde un solo criterio o perspectiva”.  Esta tendencia a sistematizar la realidad, dice, parece organizarse en un esquema dual y un tanto maniqueo donde cada una de las partes debe estar perfectamente definida por sí misma y en oposición a su contrario (cita, como un ejemplo entre otros, el enfrentamiento moro/cristiano).

        Sin embargo, es claro que no todo se presta a este tipo de sistematización y, menos aún en literatura, donde las tensiones entre lo viejo y lo nuevo siempre son notorias. A los efectos del presente trabajo, es de destacar que el resurgir cultural español del siglo XIII se manifiesta por la creación de las primeras universidades (Palencia en 1212 y Salamanca en 1215) y el nacimiento asociado de un nuevo tipo de literatura, el Mester de Clerecía, que convivirá con otras obras de tradición preferentemente oral como los Cantares de Gesta de carácter popular y juglaresco que tan buena recepción parecieron tener en el público medieval.

  1. Un nuevo mester

        Según Raymond S. Willis la expresión sintética "Mester de Clerecía" fue acuñada modernamente con palabras que figuran dispersas en la segunda copla del Libro de Alexandre para designar a un grupo de obras distintas, (aunque en modo alguno herméticamente aisladas) de las composiciones de los juglares españoles medievales.  

        El origen de la palabra mester sería la voz latina ministerium (actividad, oficio) mientras que clérigo refiere a cualquier persona dedicada a la cultura. Por lo tanto Mester de Clerecía significaría “el oficio o trabajo propio de los clérigos”; y el Mester de Clerecía  se trataría de una poesía de carácter clerical pero, con el valor que dicha palabra tenía para los medievales: la clerecía como la depositaria de la cultura escrita, que a su vez tiene entidad de “cosa revelada”.

En el siglo XIII, cuando los eclesiásticos comprendieron que la mayoría de la población no entendía ya el latín, decidieron ejercer su influencia didáctica en romance. Pero como es de suponer, el mensaje que los clérigos querían transmitir al pueblo no debía confundirse con el juglaresco, -la diferencia de tema no constituía un criterio válido, ya que existían poemas juglarescos de tipo religioso y también poemas clericales de asunto profano-  es por esto que los clérigos debieron marcar también en la forma el nivel superior al que pertenecía el mensaje eclesiástico;  para señalar esa diferencia, usaron un esquema métrico concreto: el tetrástico monorrimo de alejandrinos, conocido en nuestra literatura bajo el rótulo de  “cuaderna vía[2]. 

        Tomando las palabras de Menendez Pelaez podemos decir así que la clerecía se legitima precisamente por presentársenos como una práctica epistemológica, por la utilización de la cuaderna vía, cuya complejidad difícilmente puede encontrar rival en el ámbito de la letra escrita, y cuyo alcance social, como consecuencia, debería ser todo lo amplio que se requiere si tenemos en cuenta que se trata de unos textos que se autopresentan  como fruto indirecto de un saber "revelado" en contraste con el carácter noticiero de los Cantares de Gesta:  “Si abordamos este poner el signo flotante de la fabla (la parte más humana del lenguaje, la que miente con facilidad y resulta vaporosa) por escrito como medio de control de la ideología por parte de los clérigos la cosa tal vez no vaya desencaminada. Las cosas se convierten en verdad cuando se ponen por escrito.”        

Es de destacar que el el marbete -como lo llamó Nicasio Salvador- “Mester de Clerecía se establece en el siglo XIX,  para identificar al grupo de escritos en cuaderna vía que vieron la luz en el siglo XIII, grupo en el que es posible detectar todo un conjunto de caracteres comunes,  de rasgos,  que les proporcionan una apreciable unidad lo que permite sostener la hipótesis de que sus creadores formaron parte de una misma escuela literaria.

        Lo cierto es que no sólo el nombre  fue extraído de la estrofa segunda del Libro de Alexandre, también de ella se tomaron  varios de los caracteres que se consideran típicos de los escritos incluidos en el grupo. Por ello, durante mucho tiempo se vino considerando tal estrofa como un auténtico manifiesto, como el texto que contenía las ideas básicas conocidas, aceptadas y aplicadas por todos los autores encuadrados en el Mester.

        Esta cuestión ha sido discutida ampliamente por los críticos. Willis en 1956 ya puso en entredicho tal interpretación al afirmar que los rasgos mencionados en la estrofa aludían exclusivamente a la propia creación de su compositor que no había por lo tanto tal manifiesto literario.

        Deyermond en 1965 por su lado, observó las concomitancias conceptuales existentes entre la cuaderna dos del Alexandre y las cuadernas 422-423 del Apolonio e insiste en la misma idea.  En los dos Libros se afirma que el Mester es sin pecado, que se dedica a un público al que se pretende entretener, que hace uso de la rima, y que conlleva una maestría resultado de un aprendizaje. La diferencia estriba, según el filólogo, en que el Alexandre pretende definir el “arte de clerecía” y el Apolonio el “arte de juglaría”. Ante la semejanza de conceptos y la divergencia de objetivos y el desconocimiento de la fecha exacta de esas dos creaciones del Mester, caben varias posibilidades: si el Apolonio es posterior al Alexandre y su autor tomó las ideas que vierte en sus estrofas 422-423 de este último, estaría claro que no las acepta como identificadoras de la labor de los clérigos, que tal vez se halle realizando una parodia de su fuente, con lo cual quedaría puesto de relieve que no se acepta el contenido de la cuaderna dos del Alexandre, que no es esta un manifiesto literario real; si el Apolonio es anterior, se probaría que el Alexandre está utilizando para individualizar su creación rasgos que en el momento se juzgaban típicos de la juglaría, con lo cual clérigos y juglares no quedarían diferenciados por ellos y la estrofa dos no contendría los verdaderos caracteres definidores del Mester.

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