El Olvido Que Seremos

EL OLVIDO QUE SEREMOS.

El olvido que seremos, un libro escrito por Héctor Abad Faciolince es una obra que resalta el amor del autor por su padre un medico socialista, profesor catedrático de la universidad de Antioquia, el cual siempre fue un defensor de los derechos humanos y defendió a capa y espada las clases menos favorecidas. Para el autor su padre no solo fue una figura paterna sino un guía, un ejemplo y un líder el cual guio su vida, y a él debe lo que es en este momento.

Esta obra se basa en como su padre marco su vida no solo siendo el buen ejemplo y tal vez el padre que todos quisiéramos tener, sino como la muerte de su padre cambio radicalmente su vida y le demostró que la vida a veces no es justa, al contrario muchas veces es injusta, llevándose a las personas que solo han hecho bien.

Lo anterior es la introducción para comentar un libro que leí de golpe, en día y medio más o menos, lo leí, confieso, sin tener conciencia clara de que el autor, es el hijo del médico Héctor Abad Gómez, padre de la medicina preventiva en Colombia.

En fin, el libro llego a mis manos sin buscarlo, tubo para mi muchas circunstancias que me facilitaron su lectura, está escrito en un lenguaje cotidiano, más que corriente, las figuras literarias son escasas, aunque bellas, es tan sencillo de leer que parece un cuento que te estuviera siendo narrado por alguien cercano.

Abad, deja muy en claro, que debió esperar años para lograr poner en palabras esta historia sin sentir dolor, rabia y angustia, este sentimiento, está presente en toda la novela, y es probablemente lo que lo hizo tan atractivo para mí, porque se siente honesto en el relato del hijo adolorido.

Para mí la pregunta que más me cuestiono en este texto es: ¿porque esta obra tiene tanta acogida entre la gente y porque la gran mayoría del pueblo colombiano tuvo tanta acogida con el autor y se identificaron con el libro?

Yo creería que principalmente que este libro tuvo tanta acogida porque muchas personas entre las cuales me incluyo quisimos tener un padre como lo tuvo Héctor Abad.

Aunque también me surgen otros cuestionamientos que giran en torno con la época en que el padre del autor murió ya que fue en el apogeo de la violencia en Colombia, la década de los 80, en donde se empezaron a fundar los principales carteles de Medellín, donde la guerrilla y las fuerzas paramilitares tomaban cada vez más fuerza y en donde el que pensara en contra del gobierno, simplemente era un enemigo o un blanco militar.

En Colombia han muerto grandes seres humanos, que han sido lo suficientemente valientes para defender sus principios de manera democrática, pacífica y civilizada, sin importar si estamos de acuerdo o no con ellos, estos horrendos asesinatos que han ocurrido en Colombia, son un reflejo de que aún nos falta mucho para poder llegar a tener ese título de sociedad democrática, abierta y pluralista.

Nuestra sociedad se ha convertido en un ente insensible ante la violencia, al punto que tomamos cada muerte

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