En México NADIE LEE
Enviado por • 30 de Junio de 2015 • 3.628 Palabras (15 Páginas) • 340 Visitas
¿POR QUÉ EN MÉXICO NO LEEMOS?...
En México nadie lee. No hace falta repetir las tristes cifras sobre el número de libros per cápita que se leen al año en este país y, después, seguir el juego masoquista de compararnos con otros países y decir que estamos mal, muy mal, que se requiere muchísimo más dinero para promocionar la lectura y la escritura. Este texto pretende una serie de aspectos sociales y decisiones individuales que llevan a responder negativamente a las cuestiones: leer, ¿es importante?, ¿para qué sirve?
Si uno platica con cualquier persona en este país, desde traileros y secretarias hasta ingenieros y empresarios, tal vez se sorprenda al encontrar que todos, o casi todos, dirán que la lectura es buena, buenísima, que leer incrementa nuestra cultura y nos hace mejores personas. Asimismo, también se puede sorprender al enterarse de que se tiene muy clara la diferencia entre leer y leer –dicho esto último con tono soberbio de profesor con lentes y caspa–: el trailero sabe que no es lo mismo leer el Sensacional que leer “un libro”, la secretaria sabe que no es lo mismo leer una revista de chismes que leer “un libro”, el ingeniero sabe… etcétera. En resumen, a la mayor parte de la población ya le queda claro que 1) leer es bueno y 2) tiene una noción diferencial entre “lo que sí es bueno leer” y lo que es, por decirlo de algún modo, “una lectura de segunda categoría”.
Entonces, ¿qué es lo que falla? ¿Por qué los individuos deciden no hacer algo que ya saben que es bueno para ellos?
¿POR QUÉ EN MÉXICO LEEMOS TAN POCO?
Los mexicanos nos reímos cuando escuchamos el dato de que no leemos ni 2 libros por persona al año, como si fuera muy gracioso el ser ignorante.
El 12.7% nunca ha leído, 30.4% leyó alguna vez pero no lo ha vuelto hacer,
54.3% no compra ningún libro al año.
El 69% no lee nada por falta de tiempo, sólo el 9.2% lee por gusto y 6.8 por diversión. (Estadísticas de CONACULTA)
Yo he detectado 3 razones primordiales del por qué leemos tan poco en México.
1.- Porque en el hogar no se lee, ni se compran libros.
El niño no ve a papá o mamá leer.
El chico observa que mamá adquiere un perfume de $500.00; pero no puede comprar un libro de $50.00
Los hijos ven que papá malgasta su dinero en una pantalla gigante de $20,000.00; sin embargo le sigue pidiendo prestado el diccionario al vecino, porque en casa no hay uno.
Mamá desperdicia su dinero en una porcelana o cristal cortado; pero no quiere invertir en una enciclopedia para niños. Al año, o dos a más tardar, uno de los pequeños rompe la porcelana, mamá se enoja, le pega a su hijo y todo termina en tristeza.
Mamá cuenta con muchos zapatos, muchos vestidos, bolsas, blusas; pero no tiene una pequeña biblioteca.
Papá se hizo de un carro más nuevo; pero no lograron convencerlo de comprar toda la colección de cuentos de C. S. Lewis.
Le colocaron al pequeño una televisión en su cuarto, para que se cultive; pero no le pudieron comprar El Quijote ilustrado.
En muchos hogares de nuestro país encontramos una surtida cantina, para agradar, presumir o impresionar a los visitantes; pero si recorremos toda la casa, no hayamos una pequeña biblioteca, ya no digamos biblioteca siquiera ¿POR QUÉ EN MÉXICO LEEMOS TAN POCO?
Los mexicanos nos reímos cuando escuchamos el dato de que no leemos ni 2 libros por persona al año, como si fuera muy gracioso el ser ignorante.
El 12.7% nunca ha leído, 30.4% leyó alguna vez pero no lo ha vuelto hacer,
54.3% no compra ningún libro al año.
El 69% no lee nada por falta de tiempo, sólo el 9.2% lee por gusto y 6.8 por diversión. (Estadísticas de CONACULTA)
Yo he detectado 3 razones primordiales del por qué leemos tan poco en México.
1.- Porque en el hogar no se lee, ni se compran libros.
El niño no ve a papá o mamá leer.
El chico observa que mamá adquiere un perfume de $500.00; pero no puede comprar un libro de $50.00
Los hijos ven que papá malgasta su dinero en una pantalla gigante de $20,000.00; sin embargo le sigue pidiendo prestado el diccionario al vecino, porque en casa no hay uno.
Mamá desperdicia su dinero en una porcelana o cristal cortado; pero no quiere invertir en una enciclopedia para niños. Al año, o dos a más tardar, uno de los pequeños rompe la porcelana, mamá se enoja, le pega a su hijo y todo termina en tristeza.
Mamá cuenta con muchos zapatos, muchos vestidos, bolsas, blusas; pero no tiene una pequeña biblioteca.
Papá se hizo de un carro más nuevo; pero no lograron convencerlo de comprar toda la colección de cuentos de C. S. Lewis.
Le colocaron al pequeño una televisión en su cuarto, para que se cultive; pero no le pudieron comprar El Quijote ilustrado.
En muchos hogares de nuestro país encontramos una surtida cantina, para agradar, presumir o impresionar a los visitantes; pero si recorremos toda la casa, no hayamos una pequeña biblioteca, ya no digamos biblioteca siquiera un librero con buenos libros. Un librero con buenos libros.
¡Peligro! Una especie rara y muy valiosa se está extinguiendo, luchemos por su conservación ¿Cuál es? Los padres que les leen cuentos, fábulas, historias a sus hijos; antes ellos los arrullaban en sus brazos con una de estas lecturas; pero ahora dejan que los arrulle, el adulterio, el engaño, la venganza, la mentira, el crimen de las telenovelas.
El infante en su infinita curiosidad, toma todo aquello que hay en casa, si hay instrumentos musicales toca los instrumentos, si hay herramientas de carpintería, las usa.
El niño que es imitador por naturaleza, copiará las actividades de papá o mamá; si él ve a papá tomar o fumar, el tratará de hacerlo; si ve a mamá pegada a las telenovelas, el estará junto a ella. Si los padres están leyendo ¡Oh maravilla el pequeño querrá leer! Aunque agarre el libro al revés.
2.- Porque en la secundaria o preparatoria, los maestros que impartían la clase de literatura, no era su especialidad, maestros que no tenían el gusto por la lectura, ni siquiera el hábito; yo creo que impartían su clase por necesidad personal o de la institución.
Como no aman el mundo de la literatura, pues no saben contagiar al alumno de este gusto. Yo recuerdo en la secundaria en uno de mis exámenes de español, era una columna de 20 autores y la otra columna de sus escritos y había que relacionar el autor con su obra; me saqué un diez; pero nunca leí o leímos en clase un solo relato, ni idea de qué trataba.
Como el maestro no está tan en contacto con las obras y su
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