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Historia de una Obsesión


Enviado por   •  27 de Marzo de 2023  •  Reseña  •  1.128 Palabras (5 Páginas)  •  45 Visitas

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Historia de una Obsesión[pic 1]

Conocí a E. (Escribo su inicial ya que su nombre aun me causa algo en mi ) Fue una mañana, aun oscura mientras esperábamos entrar a clases cuando aún estaba en la Institución “Calasanz”, pero a pesar de esa mañana oscura y que provocaba hastío en mí fue muy especial, porque allí estaba E., en todo su esplendor. La poca luz de la mañana que en ella reflejaba era suficientes para iluminar aquellas hebras doradas y aquella blanca palidez

En mi ignorancia y poco conocimiento había pensado que los poetas exageraban, que exageraban y por ello sublimaban sus frustraciones describiendo seres angelicales sobrepasando lo que se juzga normal entre las cualidades del ser humano. Pero en aquel momento les pude dar la razón. Porque allí estaba E., en todo su esplendor, lujuriosa y rosa, blanca en su blanca palidez.

Comienzo por los cabellos, madejas de oro delgados, de un rubio trigueñito para no segar de luz a sus admiradores, no muy largo para no dilatar un exceso de éxtasis de quien lo ve como mana caído del cielo, recogidos en sus extremos en forma de bellos cascos.

Sigo con la frente, amplia y limpia, que daba la bienvenida sus ojos, correctamente precedidos, por unas cejas algo más oscuras de lo que su blanca palidez haría presagiar. Y por fin llego a sus ojos, hermosos ojos glaucos densos e intensos, discretamente semiocultos por unos parpados levemente caídos que revelaban su hermosa aparente timidez; pero a su vez armados con mortíferas pestañas largas y separadas. Porque E., era siempre el justo medio, la armonía, la perfecta síntesis de contarios, el yin y el yang.

Su nariz pequeña, progresivamente adelgazada vista de frente y sutilmente cóncava vista de perfil, estando entre angelical e infantil. La boca pequeña, los labios finos pero de un color fino rosa.

Un rostro amable y redondeado, de nuevo en perfecta síntesis de niña-mujer-angelical, no como la de las modelos tan estiradas y huesudas quijadas que más bien parecen imitar la mueca de la pintura el grito de Edvard Munch.

Y por último su tez lisa, BLANCA, blanca en su blanca palidez de mármol y tan perfecta que ningún escultor de habría atrevido siquiera a usar su modelo, porque lo único no es repetible y ni tan solo imitable.

Aquella maña, la contemplación de su belleza fue corta, como efímeros son también los placeres, la vanidad y la belleza misma. Pero al ser humano siempre le queda la capacidad del recuerdo, de la imaginación. Y así se empezó a forjar el videoclip de mis únicos y mejores sueños.

Dijeron los clásicos que el hombre apetece la virtud, que se esfuerza por seguir de cerca. Y eso es lo que hice en los días y meses sucesivos. A pesar de que ella estaba en otro paralelo, yo procuraba verla todos los recreos. Más importante que la proximidad era el hecho de que la ubicación permitirá una buena visibilidad llegando a hallar el ángulo perfecto que me daba el acceso al templo de la suprema belleza.

Al escucharla hablar y reír me sentí más atraído por su aura, su belleza, su voz. Sobre todo su voz, sonora, equilibrada, cristalina, de tonemas ascendentes finales que parecían una escalera al cielo. Era su vos era el tinte ideal de tanta perfección.

Las zonas verdes en las cuales ella se sentaba a descansar y ocultarse del sol eran perfectos para ver como la belleza de E., se fundían con la de la naturaleza, desde el otro extremo estaba sentado con sin ninguna sombra solo pensando en la privilegia delectación morosa, completando tan sublime espectáculo de la creación. Y en ocasiones puede advertir los delicados gestos de E., gentil ninfa de natural alegre y vital.

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