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LA GATA ENCANTADA


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2013  •  1.767 Palabras (8 Páginas)  •  989 Visitas

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CUENTOS

1. LA GATA ENCANTADA

En un reino muy, muy lejano, vivía un inteligente y virtuoso príncipe, al que todos sus súbditos miraban con admiración. Todas las muchachas del reino, suspiraban por ser elegida por él, para convertirse en su esposa. Pero su príncipe, no parecía estar interesado en ninguna de ellas. En lo único que mostraba verdadero interés, era en juguetear con su gatita Zapaquilda.

Durante uno de estos juegos, exclamó:

-Oh pequeña y bella gatita, si en lugar de animal fueras persona, no dudaría en casarme contigo.

El Hada de los Imposibles, siempre atenta a cualquier tipo de deseo, le dijo:

-Ya que tanto lo deseas, haré realidad tu sueño.

Al mirar hacia el lugar en el que estaba Zapaquilda, el príncipe encontró a una hermosísima muchacha, con la que quiso casarse al instante.

Un día después, se celebraba la boda del príncipe y de la preciosa joven, a cuyo banquete estaban invitados todos y cada uno de los habitantes del reino. Cuando todos parecían estar pasándolo en grande, un pequeño ratoncillo entró en la sala, propiciando que la nueva princesa, se lanzara a comérselo. Arrepentido de su deseo, el príncipe llamó una y otra vez al Hada de los Imposibles, para que deshiciera el encantamiento, pero no hizo caso a sus ruegos, dejando al pobrecillo con un palmo de narices.

2. EL ASNO QUE CARGABA UNA IMAGEN

Todos los años, era elegido un burro para ser el portador de la imagen de un dios hasta su templo. Este año, el honor de transportar a tan insigne invitado, había recaído en Malaquías, un pequeño burro de color blanco.

Tras un inicio complicado, en el que su carga se tambaleaba de forma peligrosa, el burrito consiguió encontrar el paso más adecuado y llegar hasta la ciudad, en la que estaba su templo. Una vez allí, todos y cada uno de los habitantes con los que se iba encontrando, dejaban escapar palabras de admiración a su paso e incluso se paraban a adorar a la imagen que transportaba.

Malaquías, confundido ante tanta atención, pensó que las reacciones de la gente estaban causadas por su bonito aspecto y sin que nadie se lo ordenara, se detuvo para que todo el mundo pudiera admirar su belleza.

El guía del carro, viendo que el burro no tenía pensado reanudar la marcha, le dio un buen latigazo en las espaldas, a la vez que le decía:

-Burro tonto e insensato, vuelve a ponerte en marcha, ya que no es todavía el día de que los hombres vean con admiración a los borricos.

Moraleja: Nunca te apropies de los méritos de los demás, como si fueran tuyos.

3. LA NUEZ DE ORO

Un día, mientras la pequeña María daba un agradable paseo por el bosque, descubrió una preciosa nuez de oro, a un lado del camino.

Justo cuando se disponía a guardarla en su bolsillo, alguien dijo a su espalda:

-Siento comunicarte, que esa nuez que portas en tu mano es mía.

Al escuchar estas palabras, María se dio la vuelta para conocer, al que decía ser el dueño de la nuez. Cuando lo hizo, se topó con un personaje bastante extraño, de un tamaño bastante más pequeño que el suyo, que iba vestido con unos llamativos ropajes de color rojo y un gorro con forma apuntada.

-Siento haberte asustado pequeña humana. Soy el Duendecillo de la Floresta y en cuanto me devuelvas lo que me pertenece, dejaré de molestarte.

-Si es tuya, segura que sabrás cuantos son los pliegues de su corteza. Solo te la devolveré si aciertas el número exacto, si fallas aunque sea por uno solo, me la quedaré para mí y la usaré para comprarles ropas a los niños pobres del pueblo.

-No hay problema, la nuez tiene mil ciento un pliegues.

Cuando la niña vio que estaba en lo cierto, le devolvió con mucha pena la nuez.

-Puedes quedártela-dijo el duendecillo-ya que tus propósitos con ella son nobles. De ahora en adelante, pídele a la nuez lo que desees y ella te lo concederá.

Sin saber cómo, la pequeña nuez de oro, se encargaba de darles ropas y comida a todo el que lo necesitaba. Desde entonces, la niña fue conocida en todos los contornos como María la Nuez de Oro.

4. LA PRINCESA Y EL GUISANTE

Había una vez un joven príncipe en edad casadera, que decidió iniciar un viaje para encontrar una princesa con la que casarse y dar herederos a su reino. Así fue como se embarcó en un largo periplo, que le llevó a recorrer todo el mundo conocido, en busca de esa princesa verdadera con la que contraer matrimonio. En tan extenso territorio, muchas fueron las candidatas que encontró en su camino, pero ninguna tenía lo que el príncipe estaba buscando.

Una oscura noche, en la que el cielo parecía estar a punto de derrumbarse y la lluvia golpeaba incesantemente los muros del palacio, alguien llamaba a la puerta de forma desesperada en busca de refugio.

Cuando los sirvientes abrieron la puerta, descubrieron que se trataba de una empapada y sucia mujer, que afirmaba ser una auténtica princesa, a pesar del lamentable aspecto que presentaba.

Para comprobar si era cierto lo que decía, la reina se dispuso a realizar una pequeña prueba, que consistía en meter un insignificante guisante, sin que su

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