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LAS VACACIONES DE FRANZ


Enviado por   •  2 de Abril de 2014  •  612 Palabras (3 Páginas)  •  1.226 Visitas

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EL ELEFANTE TOMAS

Había una vez un elefante llamado Tomás que nunca pensaba en los demás, Un día, mientras Tomás jugaba con sus compañeros de la escuela Habla Palabra, recogió una gran piedra, sin pensarlo la lanzo hacia sus compañeritos… esta piedra le cayó al burro Anais a quién comenzó a sangrarle una de sus largas orejas.

Cuando las tías vieron lo sucedido se sintieron muy mal y ayudaron al pobre burrito Anais, le pusieron muchas vendas para curarlo de la herida que tenía en su orejita.

¡Mientras el burrito Anais lloraba, el elefante Tomás se reía a carcajadas!

Sin pensarlo dos veces, Tomás, tomó mucha agua con su trompa y se las arrojó a los ciervos. Gilberto, el ciervo más chiquitito perdió el equilibrio y acabó cayéndose al río, sin saber nadar.

Afortunadamente, Nicanor, un ciervo más grande y que era un buen nadador, se lanzó al río de inmediato y ayudó a salir del río a Gilberto. Felizmente, a Gilberto no le pasó nada, pero tenía muchísimo frío porque el agua estaba fría, y acabó por tomar un resfriado. Mientras todo eso ocurría, lo único que hizo el elefante Tomás fue reírse de ellos.

Una mañana de Domingo, mientras Tomás daba un paseo por el campo y se comía un poco de pasto, pasó muy cerca de una planta que tenía muchas espinas. Sin saber el peligro, Tomás acabó hiriéndose en su espalda y patas con las espinas. Intentó quitárselas, pero sus patas no alcanzaban arrancar las espinas, que le provocaba mucho dolor.

Se sentó bajo un árbol y lloró desconsoladamente, mientras el dolor seguía. Cansado de esperar que el dolor se le pasara, Tomás decidió caminar para pedir ayuda. Mientras caminaba, se encontró a los ciervos a los que les había echado agua. Al verlos, les gritó:

Por favor, ayúdenme a quitarme esas espinas que me duelen mucho.

Y reconociendo a Tomás, los ciervos le dijeron:

- No te vamos a ayudar porque lanzaste a Gilberto al río y él casi se ahogó. Aparte de eso, Gilberto está enfermo por el frío que hacía en el agua. Debes aprender a no herirte ni burlarte de los demás.

El pobre Tomás, entristecido, bajo la cabeza y siguió en el camino en busca de ayuda. Mientras caminaba se encontró algunos de sus compañeros de la escuela. Les pidió ayuda pero ellos tampoco quisieron ayudarle porque estaban enojados por lo que había hecho Tomás al burro Anais.

Y una vez más Tomás bajo la cabeza y siguió el camino para buscar ayuda. Las espinas les provocaban mucho dolor. Mientras todo eso sucedía, había un gran mono que trepaba por los árboles. Venía saltando de un árbol a otro, persiguiendo a Tomás y viendo todo lo que ocurría. De pronto, el gran y sabio mono que se llamaba Justino, dio un gran salto y se paró frente a Tomás.

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