La Escritura
Enviado por DavidVagoAlvarez • 20 de Septiembre de 2013 • 1.815 Palabras (8 Páginas) • 302 Visitas
El artículo ideal es un híbrido entre ensayo literario y retórica.
El ensayo busca transmitir información de forma sintética y concreta, mientras que la retórica trata de persuadir. Si ambos se combinan en un mismo escrito, entonces el resultado será el mejor posible… Por lo tanto, hay que conocer ambas manifestaciones artísticas para elaborar un buen artículo.
Las dos primeras partes de este trabajo se refieren al ensayo: esta primera parte habla de la escritura en sí, mientras que la segunda presenta algunos recursos estilísticos que pueden ser de ayuda para el escritor. La retórica es el tema de la tercera parte.
I. Generalidades
El escritor principiante debe arrancar del siguiente principio: escribir es difícil, por lo menos las primeras veces. Implica concentración, dedicación, tolerancia a la frustración, disciplina… muchas cualidades que no están al alcance de cualquiera.
Escribir es difícil porque se practica poco. Pocas personas leen, pero aún menos escriben. Escribir es un arte, es una habilidad que se debe ejercitar para no perder. Recomendación: hay que escribir regularmente, fijándose un horario estricto y apegándose a él.
Escribir es difícil porque no es parte de la enseñanza académica tradicional. Se da por supuesto que cualquiera puede hacerlo y que todos pueden aprenderlo por sí mismos. En la escuela se memoriza, se aprende a resolver exámenes, pero no se enseña a articular y estructurar el pensamiento, ni a expresarlo de una forma lógica a través de un trabajo escrito. Importa mucho lo que se dice en una tesis profesional, pero importa poco cómo se dice.
Escribir es difícil porque la autocrítica es devastadora. El remedio: dejar la autocrítica para la fase final, para la revisión y la reescritura, no antes.
Escribir es difícil porque nos hemos acostumbrado a lo fácil, a lo rápido, a lo instantáneo. La escritura es más una labor artesanal que un arranque artístico. Hay que trabajar una y otra vez sobre el texto, pulirlo hasta que diga lo que tenga que decir. Implica más dedicación que inspiración.
Escribir es difícil porque requiere paciencia. Entre la idea original y la redacción, hay (debe haber) una brecha temporal, un tiempo de incubación: los días pasan y la idea va creciendo en el interior de la mente. Cuando la idea está suficientemente madura, sale a la luz. Recomendación: no tratar de escribir cuando las ideas no están claras todavía. Se puede escribir acerca de otro tema, o investigar, leer, pensar, armar la estructura del texto, etc.
Escribir es difícil porque es un trabajo dinámico. Mientras escribimos, van saliendo a la luz nuevas ideas que no habíamos contemplando en un principio. Hay que ser lo suficientemente flexibles como para irlas incorporando, pero no tanto como para permitir que el texto se vaya por otro camino. Es un equilibrio delicado entre disciplina y apertura. El remedio: escribir todo “de un tirón”, como salga. Luego releer con calma, eliminando lo superfluo y reacomodando todo, nutriéndose de las nuevas ideas.
Escribir es difícil porque se nos olvida que no escribimos para nosotros solos: el mensaje solo funciona si llega a un lector, que lo decodifica e interpreta: si el receptor se traba con el texto, o no lo entiende y lo abandona, entonces el objetivo del trabajo (y el mensaje) se pierde.
Hay que partir siempre de un respeto por el lector, empleando un lenguaje común, de uso universal, no un lenguaje privado de grupo o clan y menos uno de uso personal. Así pues, el texto debe ser lo suficientemente claro y explícito para entregar el mensaje.
Para escribir bien, hay que usar el lenguaje con propiedad y elegancia, con el fin de transmitir lo que queremos transmitir: ni un poco más, ni un poco menos, sino con total precisión. El escritor debe colocarse en el lugar del lector y adelantarse a sus necesidades e inquietudes, respondiendo sus dudas por anticipado. Por tanto, el texto es un camino, con una entrada y una salida: el autor debe trabajar en todos los puntos del recorrido, para dejarlos “tersos” y permitir una lectura fluida.
II. Antes de escribir
Un buen artículo no surge por el mero deseo de escribir ni es obra del simple voluntarismo: su creación es consecuencia de un proceso que se debe seguir escrupulosamente.
En primer lugar, hay que tener muy clara la intención del texto. Sin la definición del propósito u objetivo, lo escrito deriva entre varios temas, cambia constantemente de foco y entonces se diluye. ¿Queremos exponer, enumerar, detallar? ¿Intentamos describir algo, o exponer un tema y plantear nuestro punto de vista? ¿Vamos a hablar de un solo tema o abordaremos varios? Y si son varios, ¿tienen relación lógica entre sí? ¿Se necesitará un trabajo o varios? Todo debe quedar claro en la mente del autor, para darle el enfoque adecuado al texto. Todos los demás pasos dependen de este: si no queda claro, el texto presentará problemas y habrá que replantearse el propósito del trabajo, tarde o temprano.
En segundo lugar, hay que formular una hipótesis, una idea que se debe mantener a lo largo del texto, y que se sustentará o contrastará con otras ideas. La hipótesis puede ser un aspecto nuevo de un tema, o uno poco destacado o mencionado por otros autores. Lo deseable es que contenga por lo menos un elemento original, que esté respaldado por evidencias y que no sea una simple copia o repetición de otros autores. La hipótesis puede ser mencionada explícitamente o no en el texto, pero el autor la debe tener claramente identificada.
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