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La LLorona


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  1.421 Palabras (6 Páginas)  •  271 Visitas

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La llorona

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Allá en los remotos tiempos de principios del siglo XVIII los ríos eran caudalosos y permanentes, como el río de Santiago y el río Españita; muchas eran las circunstancias a las que se debía los caudales de agua, tales como que las lluvias eran constantes, en cada temporada, la flora era exuberante, y no había presas que contuvieran el vital líquido. Cuando se rebosaban los ríos, la ciudad se inundaba, llenándose las corrientes naturales que eran tres principales, la de San Miguelito, la de San Sebastián y la llamada corriente; estos desbordamientos hacían intransitables las calles. Los minerales de San Pedro eran traídos a la ciudad donde se beneficiaban; los residuos o jales formaban montículos en diferentes partes, esto hacía más problemática la inundación porque impedía el paso regular de las aguas, agregando a esto, la circunstancia de que por entonces no había drenajes.

Los minerales de Cerro de San Pedro estaban en auge y como llegaban muchos buscadores de oro, el comercio era próspero. Las autoridades dispusieron el arreglo de dos principales corrientes, una de ellas venía por el suroeste y formaba permanentemente lo que se llamaba Los Charcos de Santana.

Por aquellos tiempos llegó a San Luis una bella mujer, se decía que procedente del Real de Charcas, a quien sus padres habían querido educar en la mejor Escuela del lugar; que era de muy buenos modales; dada su singular belleza y su bien formada educación pronto fue cortejada por muchos galanes, de tal manera que pronto contrajo matrimonio con el hijo de un próspero minero. No obstante su nuevo estado, seguía siendo cortejada por hombres que no dejaban de admirar su belleza, y así un día cedió a las propuestas de un apuesto galán. Cuando el esposo se enteró quiso vengar la afrenta y con ese propósito llegó a su casa en el momento en el que se encontraban juntos los amantes, pero ella en un momento decisivo mató a su esposo y al amante deshaciéndose de los dos. Huyendo de la justicia llegó a San Luis donde se dedicó a la vida galante. Poco tiempo después le nacieron dos bellos gemelitos, que ella cuidó con esmero hasta la edad de un año, tiempo en que se dio cuenta que mucho le estorbaban y en más de una ocasión pensó en deshacerse de los pequeños. Por fin un día en que el calor era sofocante, se fue a bañar a Los Charcos de Santana llevando consigo a los dos niños; una vez dentro del agua los soltó, llevándoselos la corriente, inmediatamente se arrepintió y quiso salvarlos pero ya no le fue posible y ella misma estuvo a punto de ahogarse; gritaba pidiendo salvaran a sus hijos pero sólo pudieron salvarla a ella, a quien sin sentido se la llevaron al hospital. Cuando volvió en sí pedía a gritos, desesperada, como loca, le salvaran a sus hijos; por fin, ya restablecida se pasó el resto de sus años buscando en Los Charcos de Santana, en las corrientes, en el río de Santiago a donde desembocan todas las corrientes de San Luis, siempre buscando a sus hijos, culpándose de haberlos ahogado. Esto dice la historia, y la leyenda sigue.

La leyenda de La Llorona es de tradición nacional; forma parte de nuestro folklore y tanto en México, Capital de la República, como en casi todas las provincias del País, tienen una versión particular de esta leyenda. Con frecuencia los hechos de este personaje se desarrollan en las cercanías de un rio, o de una laguna, o en un día de lluvia; el caso es que siempre hay agua de por medio. Esta Llorona difiere de las demás en algunos aspectos, por eso es nuestra Llorona Potosina.

Por calles estrechas de la ciudad, apareció una mujer con albo vestido y manto; al caminar dejaba una estela que emanaba reflejos luminosos. Deambulada generalmente después de las doce de la noche, aunque no siempre como fantasma, porque cuando se dejaba ver, normalmente tenía todo el aspecto de una persona común y corriente, si bien no era usual que una dama caminara sola a esas horas. Los caballeros noctámbulos la saludaban y ella contestaba con gracia, siguiendo apresurada su camino. Dicen los que dicen que conocieron a los que dicen haber hablando con los que la conocieron, que tenía un rostro hermoso

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