La Reseña
Enviado por MiSepT • 10 de Noviembre de 2013 • 1.542 Palabras (7 Páginas) • 305 Visitas
Leonardo Gómez Torrego, Ortografía escolar,
Madrid, SM, 2007, 431 págs., ISBN: 978-84-675-1547-3
En el ámbito de los manuales didácticos sobre gramática española aparece la
Ortografía escolar de Leonardo Gómez Torrego, quien, desde el Manual del
español correcto, certeramente arropado por los Ejercicios de gramática
normativa, hasta las más recientes Gramática didáctica del español y Análisis
sintáctico: teoría y práctica, ha ido conformando una caja de herramientas que
tanto profesores como alumnos manejan con inagotable frecuencia. En la misma
línea se sitúa este compendio ortográfico, dirigido al entorno de la Educación
Secundaria.
La obra destaca por su claridad, una claridad que se refleja en la distribución
de los contenidos y también en su presentación. El lector encuentra cómodamente
el aspecto ortográfico en que está interesado y recibe una información precisa y
completa. En relación con ello, se prescinde de complejidades teóricas y se evita
una acumulación de reglas que podría resultar estéril con vistas a sus aplicaciones
prácticas. Cada fenómeno ortográfico se enfoca de manera que sea percibido y
asimilado con facilidad, y a ello ayudan las normas ortográficas aportadas, tan
claras como imprescindibles.
Esta Ortografía escolar se organiza en cuatro grandes bloques, a su vez
divididos en varias unidades. El primero de estos bloques, el más extenso (páginas
10 a 179), está dedicado a “La ortografía de las letras y las palabras”, y se
compone de veintidós unidades que van desde el uso de las letras y dígrafos más
“problemáticos” hasta la presencia en el español de palabras de otras lenguas. Así,
letras como h, b o j y dígrafos como rr o ll son asociados a las familias léxicas y a
las palabras donde aparecen con más frecuencia, y a ello se añaden las normas
ortográficas que afectan a dichas letras y dígrafos. Se tratan también varios grupos
consonánticos (-bs-, -ps-, -ns-…), sobre los que se matiza la obligatoriedad o
potestad de su uso en determinadas palabras, y se realizan diversas
consideraciones en torno a la utilización de las letras mayúsculas. El bloque se
completa con observaciones acerca de formas de casi idéntica escritura y
pronunciación, casos de porque, por qué, porqué, por que o de adónde, a dónde,
adonde, a donde, y con algunos preceptos relativos a la prefijación y la
composición. La última unidad de esta primera parte está dedicada a los
extranjerismos presentes en nuestra lengua, clasificados mediante unas certeras
tipología y definición. El apartado se cierra con unas pinceladas sobre el
neologismo y las palabras procedentes de otras lenguas de España.
El segundo bloque, desarrollado entre las páginas 182 y 261, trata de la
“Acentuación”. A lo largo de sus siete unidades se despliegan las principales
reglas de acentuación en castellano, desde las más generales hasta el estudio de
cuestiones concretas. Se examina, por ejemplo, la acentuación de diptongos e
hiatos, y se hace referencia al interesante fenómeno de la vacilación de los
hablantes al pronunciar algunas de las palabras que incorporan diptongos: in-cluido
/ in-clu-i-do; a-cen-tuó / a-cen-tu-ó; je-sui-ta / je-su-ita… Hay también lugar
para la acentuación de los monosílabos, de los que se destaca la posibilidad de que
presenten diptongo y la existencia de tilde diacrítica, característica que también se
asocia a los interrogativos y exclamativos. Éstos son analizados, siempre desde el
punto de vista de su acentuación, en varios de los contextos en que pueden
aparecer, desde oraciones y enunciados interrogativos y exclamativos, hasta su
combinación con otras clases de palabras. Sobre los demostrativos se insiste en el
uso de la tilde, también diacrítica, cuando éstos aparecen en un contexto ambiguo.
Algo similar ocurre con el adverbio solo, al que se dedica una unidad en su
comparación con el adjetivo homónimo. El bloque se cierra con algunas
consideraciones sobre la acentuación de palabras compuestas, y se distingue entre
composiciones con guión (teórico-práctico), sin guión (decimoséptimo), mediante
la unión de verbo y pronombres (dámelo, búscamela), etcétera.
En cuanto al tercer bloque, dedicado a la “Puntuación”, se extiende desde la
página 263 a la 333 y consta de once unidades. Cada una de ellas está dedicada a
un signo concreto, acerca del cual se establece una serie de reglas útiles para su
uso y también varios usos específicos y especiales. Dicha estructura se ramifica a
veces para ofrecer información relacionada y al mismo tiempo muy útil para el
adiestramiento gramatical de los estudiantes. En la unidad dedicada a la coma, por
ejemplo, se definen formas como los conectores (o sea, es decir, sin embargo…)
o las cláusulas absolutas, regidas por las formas no personales del verbo; al hablar
del asterisco, se aprovecha para matizar el uso de las notas en un texto; etcétera.
Por lo que respecta al cuarto y último bloque, se trata de un apartado
heterogéneo en el que tienen cabida “Otras cuestiones ortográficas”, que se
despliegan entre las páginas 336 y 415. Dividido en ocho unidades, el bloque se
ocupa primeramente de la correcta utilización de las abreviaturas, las siglas, los
acrónimos, los símbolos y los numerales. Sobre las abreviaturas se llevan a cabo
efectivas precisiones, como la conservación de la tilde, la duplicación para formar
el
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