La Vanguardía
Enviado por Rinzler2099 • 13 de Junio de 2015 • 335 Palabras (2 Páginas) • 140 Visitas
La Vanguardia
¿Cómo reconocer un Poema Vanguardista?
• Reconocimiento contextual: Hay un reconocimiento exterior al poema que tiene que ver con la época en la que fue escrito, dónde fue publicado, si el autor pertenecía a las vanguardias. Si bien esto indica que se trata de un poeta vanguardista, nos dice muy poco sobre el poema.
• Reconocimiento visual: A menudo, los poemas vanguardistas le otorgan mucha importancia a la visualidad y a la espacialidad de la letra escrita. Uso de versos esparcidos por la página, palabras que forman imágenes, utilización de diferente tipos de letras.
• Reconocimiento formal: Los poemas de vanguardia evitan las reglas tradicionales del quehacer poético: la versificación regular, la rima, las formas consagradas como el soneto. "Piedra negra sobre una piedra blanca", de César Vallejo, un soneto con versos endecasílabos, no sería vanguardista, aunque sí puede percibirse la herencia vanguardista en la audacia de las imágenes o la violencia que se ejerce sobre el lenguaje (tan frecuente en este autor).
• Violencias sobre el lenguaje: La violencia sobre el lenguaje poético se ejerce de dos maneras: o se introducen palabras ajenas al lenguaje poético o se violan algunas reglas de la sintaxis.
¿Cuáles fueron los artistas más destacados del Vanguardismo?
• Pablo Neruda
• César Vallejo
• Oswaldo de Andrade
• Oliverio Girondo
• Vicente Huidobro
Los heraldos negros
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
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