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Lady Macbeth


Enviado por   •  31 de Octubre de 2013  •  3.593 Palabras (15 Páginas)  •  565 Visitas

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LADY MACBETH A LO LARGO DE LA OBRA

En la primera parte de Macbeth, este es más grande que en la segunda, y en la primera mitad Lady Macbeth no solo aparece más que en la segunda sino que ejerce la esencial influencia decisiva sobre la acción. Y, por lo menos en el primer acto, Lady Macbeth es la más imperiosa y tal vez la más imponente figura que haya dibujado Shakespeare. Compartiendo ciertos rasgos con su marido, como hemos visto, se distingue enseguida de él por una inflexibilidad de la voluntad que parece mantener completamente dominados la imaginación, los sentimientos y la conciencia. Según Bradley, para ella “la profecía de las cosas que han de ser se transforma instantáneamente en la determinación de que deben ser”:

(1)“¡Eres Glamis y Cawdor, y serás cuanto te han prometido!” (Acto 1, escena 5, página 70)

Ella conoce las fallas de su esposo, los escrúpulos que siente en “tomas por el camino más corto” hacia el objeto que desea; y actua, sin la existencia de la duda o del conflicto, la tarea de eliminar esas fallas. Para ella no hay separación entre la voluntad y la acción; y, como la acción recae en parte sobre ella, está segura de que será cumplida:

(2) “¡Hasta el cuervo enronquece anunciando con sus granizados la entrada fatal de Duncan bajo mis almenas!” (Acto 1, escena 4, página 71)

En el momento en que Macbeth se reúne con ella, sin una palabra de afecto, ella va derechamente a su objeto y no le permite hablar de otra cosa. Toma la posición superior y asume la dirección del asunto. Le infunde ánimo pintándole la acción como heroica, “la gran tarea de esta noche”, o “nuestro gran crimen”, mientras para por alto su crueldad y su deslealtad. Abate su débil resistencia ofreciéndole un esquema preparado que puede alejar de él el terror y el peligro de la reflexión. Ella lo provoca con un insulto que ningún hombre puede soportar, y menos un soldado: la palabra “cobarde”. Apela, a su amor por ella:

(3) “Desde este momento creeré tan frágil tu amor” (Acto 1, escena 7, página 76)

A través de la admiración que arranca de él, a través de la sola fuerza de la voluntad, que ella lo empuja a la acción. Sus ojos están fijos sobre la corona y sobre los medios de alcanzarla; ella no presta atención a las consecuencias. Su plan de hacer recaer las culpas sobre los chambelanes es inventado sobre el camino, y simplemente para complacer a su marido. Su verdadero pensamiento se escucha en la exclamación por la que responde a su pregunta,

(4) “¿No ha de aceptarse que lo hicieron ellos…?” (Acto 3, escena 4, página 106)

Y esto se repite en la escena del andar sonámbulo: “¿Por qué tenemos que temer que lo sepan cuando nadie puede pedir cuentas a nuestro poder?”. Su apasionado coraje la arrastra. La decisión de Macbeth tomada en un momento de entusiasmo:

(5) “¡No des al mundo más que hijos varones pues de tu temple indomable no pueden salir más que macho!” (Acto 1, escena 7, página 78)

E incluso cuando la pasión ha muerto, su voluntad sigue. Frente al horror y al peligro de someterse, en la escena del asesinato y en la del banquete, su auto-control es perfecto. Cuando comienza a darse cuenta de la verdad de lo que ha hecho, no tiene una palabra de queja ni de sufrimiento. Ella lo ayuda pero nunca le pide ayuda. No se apoya en nada que no sea en sí misma. Y desde el principio al fin su voluntad nunca le falla. La mano firme con que domina su naturaleza puede destrozarla, pero nunca se afloja. Bradley tiene la seguridad de que nunca traiciono a su esposo o a si misma por una palabra o aun por una mirada, salvo en sueños. Es aterradora y sublime.

En las primeras escenas de la obra este aspecto del carácter de Lady Macbeth, es el que resalta. Parece invencible e inhumana. No encontramos rasgos de piedad por el amable bondadoso viejo rey; ni conciencia de la traición y de la bajeza del asesinato; ni sentido del valor de las vidas de los desdichados sobre quienes se hace recaer la culpa; ni siquiera un estremecimiento ante la condena o el odio del mundo. No es tan inhumana ni tan diabólica. Una mujer nunca podría convertirse en la otra. No quiero decir con esto que Lady Macbeth fuese naturalmente humana. No hay en la obra nada que lo demuestre, y diversos pasajes subsiguientes a la escena del asesinato proveen pruebas en contrario. Una es aquella en que exclama, al ser informada del asesinato de Duncan,

(6) “¡Desdicha! ¡Ay! ¡Y en nuestra casa!” (Acto 2, escena 3, página 90)

Este error en su actuación muestra que ella ni siquiera sabe cuáles deben ser los sentimientos naturales en tales circunstancias (es como si dijera “mejor en otro lado”); y la respuesta de Banquo, “Demasiado cruel en cualquier parte”, es en realidad un reproche a su insensibilidad. Pero debemos recordar al imaginar las primeras escenas, que ella está resuelta al contrarrestar la “ternura humana” de su marido, y también que está determinada en una condición casi anormal. Esa exaltación con respecto a lo proyectado que falta en Macbeth, está marcada en ella. Cuando trata de impulsarlo representando a su empresa como algo heroico, esta engañándose a sí misma tanto como a él. La que se le ha presentado, como algo tan glorioso, y ella ha fijado tan completamente su voluntad en la corona, que por el momento no ve la empresa bajo otra luz que no sea la de su grandeza. Cuando monologa,

(7) “¡Eres Glamis y Cawdor, y serás cuanto te han prometido!... Pero desconfió de tu naturaleza. Esta demasiado cargada de la leche de la ternura humana, para elegir el camino más corto. Te agradaría ser grande, pues no careces de ambición; pero te falta el instinto del mal, que debe secundarla. Lo que apeteces ardientemente lo apeteces santamente.” (Acto 1, escena 5, página 70 y 71)

vemos que para ella “ambición” y “grande” y “hondamente” e incluso “maldad” son términos elogiosos, y “santamente” y “ternura humana” términos de reproche. En esa exaltación las distinciones morales no existen para ella; están invertidas: “bueno” significa para ella la corona y cuanto se requiera para lograrla; “malo” cuanto se ponga en el camino de su obtención. Esta actitud mental es evidente cuando está sola, y se vuelve más destacada cuando tiene que operar sobre su marido. Persiste hasta que alcanza su fin. Pero, tiene una tensión que no puede resistir por mucho tiempo.

En estas primeras escenas, vemos rasgos de debilidad femenina y de sentimiento humano que explican su ruina. Su voluntad, era ejercida para vencer la resistencia de su esposo y la de ella misma. Dice:

(8) “¡Yo misma lo habría hecho de no haberme recordado a mi padre dormido!” (Acto 2, escena 2, página 83)

Habla sin ningún sentimiento, como

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