Leyenda Inventada: Discracio

En la antigua Grecia vivía un hombre llamado Discracio, él era alto, fornido y contaba con gran fuerza física. Todos estaban sorprendidos de su estupenda habilidad para las actividades físicas que llevaba a cabo, pero sin embargo la más notoria y por la que era más reconocida era por el lanzamiento de disco.

Discracio era el mejor en el lanzamiento de disco y en las Olimpiadas, que fueron inventadas por los mismos griegos, nadie podía acercarse a su sorprendente lanzamiento que iban más allá de los límites establecidos. Las Olimpiadas eran observadas por todos los griegos y hasta los mismos dioses las observaban con gran entusiasmo.

Un día de competencia Discració apareció para sorprender a todos como siempre lo hacía, rompiendo su propio récord que había establecido la vez pasada. Cada año él lo lograba sin problema alguno, su fuerza crecía exponencialmente y al momento de su lanzamiento lanzó el disco tan fuerte que fue imposible para los expectantes ver lo más mínimo del disco. Los dioses sorprendidos por la fuerza creciente llamaron al Partenón a Discracio.

Ya estando en el Partenón, Discracio fue llevado a una sala cubierta por oro y mármol, con asientos de gran tamaño donde se encontraban sentados los dioses más poderosos de Grecia. Los dioses comenzaron a conversar con Discracio, quien estaba sorprendido por la oferta que le estaban proponiendo. Ésta constaba de convertirlo en el Dios de las estrellas fugaces, y su única labor era lanzar las estrellas que estuvieran muertas a través del mundo con tal de honrar su dicha.

Es por eso la razón que observamos las estrellas fugaces, gracia a la gran fuerza de Discracio que nos sigue sorprendiendo con el paso del tiempo por enseñarnos que la belleza nunca muere, pero hay que recordarla.

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