Leyendas De Becquer
Enviado por ranocchio • 5 de Mayo de 2013 • 2.441 Palabras (10 Páginas) • 521 Visitas
EL MAGNÍFICO RESUMEN DEL LIBRO ‘LEYENDAS’
LA PROMESA:
Pedro, el conde de Gómara, iba a unir su hueste junto con las del rey don Fernando, para sacar a Sevilla del poder de los infieles. Él tenía una amante llamada Margarita. Anteriormente, le había prometido que volvería para casarse con ella, poniéndole en su mano un anillo, símbolo de dicha promesa. Pedro, para justificar su marcha a la guerra, mentía a Margarita diciéndole que él era un escudero del conde; que todo se lo debía al conde; y que tenía que luchar para conseguir un poco de gloria a su nombre oscuro. Antes del comienzo de la guerra, tuvo lugar el desfile de la hueste del conde. Al aparecer éste durante el desfile, Margarita descubrió que su amante era el conde y se desmayó.
El ejército de don Fernando había llegado a Sevilla, no sin antes haber luchado en otras muchas ciudades. Hacía ya cierto tiempo de la partida del conde de Gómara. El conde, a pesar de sus victorias, estaba triste. Inexplicablemente, veía una mano que siempre le acompañaba, le salvaba misteriosamente de situaciones peligrosísimas y se adelantaba a sus acciones. Ésto se lo contó a su fiel escudero.
En las proximidades de las murallas de Sevilla, había muchas tiendas de campaña donde se encontraban las tropas del rey. Próximo a la tienda de éste, apareció un juglar que cantó un romance titulado Romance de la mano muerta. El conde se acercó a escucharlo. Tras oírlo descubrió que Margarita había sido asesinada por su hermano por haberlos deshonrado, y que cuando el pueblo intentó enterrarla, la mano en la que el conde le había puesto el anillo siempre se quedaba fuera. El conde, al enterarse de esto, se marchó a Gómara para casarse con la mano de Margarita. Tras la ceremonia, la mano de Margarita se hundió para siempre.
LOS OJOS VERDES:
Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, y sus compañeros cazadores, perseguían a un ciervo herido. No pudieron evitar que el ciervo tomara el camino que conduce a la fuente de los álamos. Entonces lo dieron por perdido, pues Iñigo pensaba que en las aguas de dicha fuente habitaba un espíritu del mal. Cuando Fernando de Argensola, el primogénito de Almenar, llegó a la zona de caza y se enteró de lo ocurrido, se enfadó con Iñigo por haber dejado escapar al ciervo. Fernando se fue él mismo a buscarlo.
Iñigo se preocupaba por el joven Fernando, que parecía muy triste y actuaba de manera extraña. Entonces Fernando le confesó lo que le ocurría. Cuando él había estado en la fuente de los álamos, pudo ver los ojos de una mujer en el fondo de la fuente, los cuales eran verdes y le parecieron maravillosos. Desde entonces ha ido un día tras otro a aquel sitio a buscar esa mujer de los ojos verdes, hasta el punto en que ya había hablado varias veces con ella. Estaba locamente enamorado de dicha mujer, y estaba dispuesto a darlo absolutamente todo por ella.
Un día que Fernando estaba hablando con esa mujer, ésta le convenció para que saltara al agua con ella, atrayéndole con su belleza. Poco a poco Fernando se acercaba hacia ella, hasta que irremediablemente cayó al agua.
EL MISERERE:
Un día un músico llegó a la abadía de Fitero, en donde pidió comida y alojamiento. Cuando uno de los responsables de la abadía preguntó al músico sobre qué le había llevado hasta allí, sus caminos y sus objetivos, el músico se lo explicó.
En mi juventud hice de mi arte un arma poderosa de seducción, y encendí con él pasiones que me arrastraron a un crimen explicaba el romero. El músico tenía intención de encontrar la inspiración en una música para crear un Miserere que convenciese al mismísimo Dios para que tuviese misericordia de él y lo perdonara.
Uno de los rabadanes allí presentes le contó que existía el Miserere de la Montaña. Hacía muchos siglos, existía un monasterio a legua y media escasa de aquella abadía, del que aún permanecen las ruinas. El dueño de dicho monasterio lo edificó con los bienes que habían de ser heredados a su hijo, pero que él había desheredado en pena de sus maldades. El hijo, un día de Jueves Santo, saqueó la iglesia y la quemó con unos monjes dentro que iban a cantar el Miserere. Según el rabadán, los monjes muertos, tal vez sin hallarse preparados para presentarse en el tribunal de Dios limpios de toda culpa, vienen aún del purgatorio a impetrar su misericordia cantando el Miserere.
El músico, tras escuchar lo que le dijo el rabadán, se fue de inmediato a las ruinas de aquella iglesia, pues faltaban sólo tres horas para que los monjes muertos volvieran a cantar. Una vez que el músico llegó al misterioso monasterio, éste se reedificó, se iluminó y los esqueletos de los monjes muertos volvieron a cantar un año más el Miserere. Sin embargo, al llegar al final, un gran resplandor le dejó cegado y le hizo quedar inconsciente; esto le impidió escuchar el miserere en su totalidad.
Al día siguiente, cuando llegó del monasterio a la abadía, se quedó allí durante unos meses para escribir lo que había escuchado, un Miserere que borre sus culpas a los ojos de Dios. Pero cuando llegaba al final de la obra, le fue imposible proseguir. Se volvió loco y se murió.
EL MONTE DE LAS ÁNIMAS:
Alonso ordenó al resto de cazadores la retirada del monte de las ánimas al recordar que en ese día era la noche de los difuntos. Mientras volvían, él explicó a su prima Beatriz la leyenda de dicho monte.
−Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir a defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron. Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Hasta que un día se enfrentaron en una sangrienta batalla. El monte quedó sembrado de cadáveres, y los lobos se comieron aquellos que habían sobrevivido. Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos las ánimas de los muertos salen de sus tumbas y corren como en una cacería fantástica.
Cuando los cazadores llegaron al palacio, Beatriz y Alonso seguían hablando. Alonso le ofreció una joya como presente y ella lo aceptó. Sin embargo Alonso también quería su regalo, y entonces Beatriz le ofrecería uno. Ella quería regalarle la banda azul que había llevado a la cacería, pero se dio cuenta de que se la había perdido en el monte. Alonso le dijo que iría a buscarla de no ser por el miedo que tenía. No obstante, finalmente se decidió por ir al
...