Los Retos Del Docente Del Siglo Xx
Enviado por haseparacas • 18 de Agosto de 2011 • 1.936 Palabras (8 Páginas) • 1.693 Visitas
LOS RETOS DEL DOCENTE DEL SIGLO XXI Y CUAL ES EL COMPROMISO CON LOS DERECHOS HUMANOS
Los paradigmas educativos que los docentes del siglo XXI deben tener presentes son:
Aprender a hacer
• Que las personas que tienen el conocimiento puedan aplicarlo adecuadamente es una de las
cuestiones centrales para la resolución de problemas, por lo que este enfoque se centra en el
desempeño; es decir, en la acción o movilización de esos conocimientos y saberes para la resolución
de problemas. Se puede ejemplificar como movilizar conocimientos, actitudes y valores al mismo
tiempo.
Aprender a ser
• Se ha demostrado que la visión del siglo XIX de los humanos como seres meramente racionales
cerró durante mucho tiempo el campo de la importancia de los afectos y las emociones para la
salud y la felicidad de las personas. Se trata de promover un adecuado desarrollo psicosocial y de
conocimiento de las emociones para la autorregulación y el ejercicio de la autonomía, permitiendo
ampliar los horizontes para la autorrealización.
Aprender a convivir
• Estrechamente vinculado con la importancia de aprender a ser personas y seres humanos se
encuentran las capacidades para la convivencia cívica y democrática, otra de las dimensiones
humanas presentes en las reformas educativas.
• Se trata de educar personas capaces de construir relaciones de respeto mutuo y no de violencia, así
como que puedan tener capacidades para la convivencia democrática, guiarse en sus comportamientos
por los principios y valores de la democracia, la tolerancia, el aprecio por la pluralidad y la diversidad,
y tomar los derechos humanos como el marco regulatorio de la convivencia.
• En nuestras sociedades con graves problemas de violencia, discriminación y herencias culturales
autoritarias se trata de una educación pertinente, además de que se educa en actitudes y valores
cívicos y democráticos, necesarios para la consolidación de las democracias.
Asimismo es necesario reconocer que en este cambio de paradigma existen prácticas que ya no tienen
cabida en el aula:
Disciplinariedad. Confundir la obediencia con los productos esenciales de la educación; lo esencial
es el logro de los aprendizajes.
Descontextualización. El aprendizaje debe ser sustantivo, acorde con los intereses y realidades de
los alumnos, se deja atrás la enseñanza memorística y abstracta sin concreción, ni aplicación.
Homogeneización y normalización. Es indispensable valorar la diversidad y particularidades de los
estudiantes de un salón de clases para favorecer prácticas inclusivas y no excluyentes.
Autoritarismo. La sumisión al profesor como figura de autoridad y no el desarrollo de criterios propios
del estudiante.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar que la formación de hábitos, actitudes, disposiciones y
valores éticos y estéticos, vinculados a la integración de las niñas, niños y jóvenes mexicanos como
personas responsables, reflexivas y autónomas, conscientes de sus responsabilidades y sus derechos,
permite ante este activo panorama, una relevancia de la persona, que puede iniciar con sólo una mirada
interior de los anhelos y expectativas de la profesión docente, saber quiénes somos, qué estamos
logrando y qué nos falta por aprender. Al igual que el alumnado, las maestras y maestros se transforman
día con día, y la escuela brinda oportunidades formales para adquirir, desarrollar, revisar y emplear los
conocimientos, las habilidades, las actitudes y los valores para participar activamente en la construcción
de una sociedad más libre y democrática, pero, sobre todo, más justa, que tenga como cimientos la
defensa y ejercicio de los derechos humanos.
COMPETENCIAS DOCENTES EN EL SIGLO XXI
Me precio de haber contado con varios buenos profesores en los diferentes niveles del sistema
educativo, tan buenos como para estimular una sed permanente de conocimiento e inspirarme a
estudiar la Licenciatura en Pedagogía y dedicarme a la docencia. Recuerdo en particular a quienes
impartían español en secundaria y bachillerato, porque me infundieron el amor por la palabra. En
la universidad recibí la luz de excelentes académicos: uno de ellos fue el maestro Víctor Palencia.
En mi carrera impartía, siempre con buen humor, una amena clase de estadística aplicada a la
educación. Era justo y, sobre todo, comprometido con su labor. Yo solía escribirle notas al final
de las tareas, exponiéndole mis dudas: respondía siempre de manera amable y puntual. Luego
me enteré que otras compañeras lo hacían también y les daba la misma atención. Yo admiraba
esa dedicación personalizada y se lo expresé en unas breves líneas al final de una tarea. Me la
devolvió calificada sin el pedazo de papel donde estaba el mensaje. Años después, se convirtió
en director de la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán donde me había
formado y en la que ya me desempeñaba como docente. Un día, me mostró que aún guardaba mi
notita en la cartera. Me conmovió el detalle y me identifiqué plenamente con él, porque yo también
conservo todas las muestras de reconocimiento que he recibido de algunos estudiantes, como
cartas y pequeños obsequios. Cuando siento flaquear mi vocación docente, acudo a ellas para
recordar por quienes y con qué propósito sigo en la enseñanza.
Mi experiencia de casi 25 años como educadora ha sido muy gratificante, aunque no exenta
de sinsabores. He visto cómo la figura docente, especialmente de los niveles básicos, se ha ido
devaluando progresivamente. Hay chistes, caricaturas y viñetas sobre ese asunto, pero no se trata
de algo gracioso, sino más bien grave. En los últimos años, la labor de los profesores se ha ido
volviendo cada vez más compleja, ardua y desafiante, en especial frente a la falacia de que los
maestros pueden ser desplazados eventualmente por el vertiginoso avance de las tecnologías
de la información y la comunicación. Todo lo contrario: justo en esta era de la Internet es más
importante su papel como orientadores de las nuevas generaciones. El mundo globalizado del
siglo XXI presenta muchos retos en la cotidianidad de los niños y los jóvenes, quienes requieren el
desarrollo de varios tipos de saberes, como los ha definido la UNESCO: saber aprender,
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