Mi vision sobre el poema Conjetural
Enviado por Maria Laura Perez • 18 de Septiembre de 2023 • Informe • 2.547 Palabras (11 Páginas) • 54 Visitas
Literatura Argentina II – Prof. Melina Moisé |
Ensayo: Mi visión sobre el Poema Conjetural |
Alumna: Pérez, María Laura – 3° año Profesorado de Lengua y Literatura- I.E.S. Marchetti – Año 2021 |
Mi visión sobre el Poema Conjetural
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges fue un escritor de cuentos, ensayos y poemas, argentino, extensamente considerado una figura clave tanto para la literatura en habla hispana como para la literatura universal. Nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires. Para muchos, Borges es uno de los escritores más importantes del siglo XX, por la profundidad filosófica de cada una de sus obras. Los estudiosos de su obra consideran, que el autor nacido en Argentina, era un obsesionado por temas como la eternidad, el infinito, el tiempo, los espejos y los laberintos. También se destacan las paradojas de Borges, acerca del tiempo y la intemporalidad, lo infinito y lo finito, la unidad y la multiplicidad.
En la edición del 4 de julio de 1943 del diario La Nación, de Buenos Aires, apareció por primera vez el «Poema conjetural» de Jorge Luis Borges, más tarde reproducido en otros libros del autor e incontables veces en diversas antologías de todo tipo. Como se sabe, en esos cuarenta y cuatro endecasílabos sin rima, el narrador en primera persona («yo, Francisco Narciso de Laprida, / cuya voz declaró la independencia / de estas crueles provincias […]») expone sus pensamientos antes de ser asesinado, el 22 de septiembre de 1829, por los montoneros del fraile-general José Félix Aldao. Los críticos lo consideran poema épico porque el poema inicia en una balacera de polvos y cenizas. «Zumban las balas en la tarde última»; claro que «la tarde última» es deliberadamente ambigua, ya que puede ser el fin de la tarde o la última tarde del protagonista, del lejano pariente de Borges, Francisco Narciso Laprida.
Laprida (1786-1829) no esperaba tener esa muerte violenta y en tales circunstancias bélicas: «Yo, que anhelé ser otro, ser un hombre / de sentencias, de libros, de dictámenes, / a cielo abierto yaceré entre ciénagas». Este hombre «de libros», que huye «hacia el sur por arrabales últimos», alcanza a compararse con un personaje de la literatura:
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. […]
Desde luego, el Purgatorio es el de La divina comedia. El capitán que queda sin vista y sin vida es Buonconte da Montefeltro, y el oscuro río que pierde el nombre es el Arquiano (Purg., V, 94-99):
«Oh!», rispuos’elli, «a piè del Casentino
traversa un’acqua c’ha nome l’Archiano,
che sovra l’Ermo nasce in Apennino.
Là ’ve ’l vocabol suo diventa vano,
arriva’ io forato nella gola,
fuggendo a piede e ’nsanguinando il piano.
[…]»
Manuel Aranda Sanjuán (versión en prosa, 1868) traduce: «— ¡Oh!, me respondió; al pie del Casentino corre un río llamado Archiano, que nace en el Apenino junto al Éremo. Allí donde pierde su nombre, llegué yo con el cuello atravesado, huyendo a pie y ensangrentando la llanura».
Bartolomé Mitre (en verso, 1889): «Y él respondió: ‘Al pie del Casentino, / hay un río que llaman el Arquiano, / y sobre el Yermo nace en Apenino, // y que pierde su nombre en el rellano: / allí llegué la gola traspasada / huyendo a pie y ensangrentando el llano’».
Ángel J. Battistessa (en verso, 1985): «‘¡Oh!’, respondió, ‘al pie del Casentino / cruza un torrente que es llamado Archiano, / que sobre el Ermo nace en Apenino. // Allí donde su nombre ya es inútil, / llegué yo con el cuello traspasado, / huyendo a pie y ensangrentando el llano’».
Vemos, pues, que Mitre y Battistessa coinciden exactamente en la traducción del verso 99. Esta opción es la más literal y es también la mejor.
De la misma manera, tomó Borges el verso italiano y lo llevó al español, con el único agregado del pronombre que. Como este forma sinalefa con huyendo, el verso ni gana sílabas ni pierde armonía, y se mantiene, como su itálico antecesor, en un hermoso endecasílabo de cuarta y octava.
Aunque el “Poema conjetural” remite a un episodio de la guerra civil entre unitarios y federales transcurrida durante las primeras décadas del siglo XIX, el autor establece en esa “declaración final” una serie de vínculos con su época. Haciendo clara referencia al régimen peronista que gobierna el país, Borges dictamina el retorno de la barbarie y ante ella imagina la recuperación de un destino heroico que, hasta ese momento, el desarrollo histórico le habría vedado. Ya se ha mencionado el carácter cíclico que Borges atribuye a la barbarie en la historia nacional y cómo el presente político habría motivado, según declaraciones del mismo autor, la escritura del “Poema conjetural”; dice Borges en una entrevista:
“(…) pensé que sería sorprendente escribir lo que el héroe del poema está pensando hasta alcanzar sus últimos momentos, y me acordé de Francisco Narciso de Laprida, el presidente del primer congreso revolucionario de 1816, un antepasado mío que fue asesinado por los gauchos. Entonces me dije: voy a intentar, no recuperar esas cosas, sino imaginar qué puede haber pensado ese hombre al ser derrotado por los bárbaros. Laprida quería que el nuestro fuera un país civilizado. Pero fue derrotado, perseguido por bárbaros. Lo degollaron. Y entonces pensé en el Purgatorio de Dante, y recordé el verso: Fuggendo a piede e sanguinando il piano. Mi italiano es endeble pero creo que es la línea correcta. Así que incluí en mi poema «huyendo a pie y ensangrentando el llano». Y luego lo publiqué, fue rechazado, lamento decir, por un diario cuyo nombre no tengo razón alguna para recordar aquí, pero fue luego publicado en la revista Sur.
Este no es meramente un poema histórico, sino que cuando lo escribí, sentí que yo estaba expresando lo que todos sentíamos, sentí, porque en nuestro país había sobrevenido la dictadura, nosotros todavía creíamos ser París o Madrid o Roma, pero la realidad es que éramos sudamericanos y en la Argentina había un dictador. Así que el poema dice: «Al fin me encuentro con mi destino sudamericano»…. Nosotros, que jugábamos a ser París, y que éramos, bueno, sudamericanos, ¿no? De modo que en aquel momento quienes leyeron eso lo sintieron como actual: «Al fin me encuentro / con mi destino sudamericano». Sudamericano en el sentido más melancólico de la palabra, o más trágico de la palabra.
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