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Naufragio


Enviado por   •  12 de Marzo de 2014  •  478 Palabras (2 Páginas)  •  353 Visitas

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Naufragio.

Y ahí estábamos, entre esas turbulentas aguas en medio del océano, abrazados entre el miedo y la confusión; agobiados, perdidos, llenos de la cruel duda para la salvación vital por la que peleábamos. Íbamos sintiéndonos acosados ante los ojos abismales de legiones de demonios, y ante la intimidante presencia de Satanás, me diluía al delirio. El me miraba y yo a el, entre cada piedra que rozábamos y en cada ola que intentaba aumentar el desespero. Era un reto el seguir ahí, luchando entre esas aguas llenas de tinieblas, cada minuto era aun mas caótico. Sentía su risa, como disfrutaba aquel personaje el ver llorar a niños y mujeres. Entre tanto, a medida que llegaba la noche, se sacudía aun mas mi alma; sentía un gran cosquilleo en mi estomago, mis manos temblaban, estaba a punto de colapsar. No había solución; entre la niebla de la noche, la locura se volvía mi enemiga, la lluvia en mi cara era lo único que me decía que aun estaba vivo. Y fue ahí, en ese momento, cuando se desato del cielo una gran luz, tan majestuosa y divina, que lleno de calma los imparables nervios. Estaba con nosotros, había llegado a tiempo. Era ese ser divino que gano la dura y larga lucha, ese combate que se creía perdido. Sonreí al mirar su rostro; aquella brisa de muerte que acariciaba mis mejillas se esfumo con el resplandor de su luz. Era Dios, se que era el; cuando limpio mi rostro mire sus ojos y sentí alivio. Me até a sus grandes manos y caminé con el a su casa. Aun vivo ahí, hasta me ha alimentado; a veces lo veo y juego con el.

Finalmente vivo mejor, vivo en el día y muero en la noche. A veces lloro, río, sufro y hasta pienso en mamá y papá. Los momentos naufragando aquella vez aun no los olvido, aunque tampoco los recuerdo. Solo me toma un momento el pensar que estoy cuerdo, pero al instante llega, esa nómada y bohemia locura, cansada, agitada y sedienta. Aun sigo caminando postrado en esta cama, atado a una vida que no tiene dueño, escapando de esas crueles aguas en las que me hundo a oscuras y sintiendo el rescate ante la luz del sol. Maldita rutina, la de estar huyendo de ángeles y demonios; que cruel enemiga es la cordura. Ante todo, se que ha sido la locura la que me ha poseído. El reloj cuenta las horas, los segundos tocan mi cabeza, el cielo es infierno y el mal es lo bueno. Siento frío aunque se derrita mi mente, siento el ardiente consuelo de desintegrarme entre las alas de las aves que elevan mi espíritu. Al final de todo, se que esto es un acertijo, una pregunta, una incógnita; una respuesta que la sé desde que amanece hasta que anochece: ¿estoy vivo o muerto?

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