Oda XI Fray Luis de León
Enviado por LaiaBB • 8 de Diciembre de 2013 • 1.966 Palabras (8 Páginas) • 679 Visitas
Oda XI Fray Luis de León
Este poema pertenece a Fray Luis de León, poeta renacentista español de la segunda mitad del
siglo XVI de la poesía de carácter moral y religiosa.
El tema del poema es la exhortación poética de Garcilaso a su amigo Juan de Grial para que no
abandone su labor poética. Es también, en este sentido, una exaltación a este arte poético y
literario y a la capacidad de Juan Grial para practicarlo.
Se trata de una oda en la que se exalta el arte de la poesía y la capacidad del amigo de Garcilaso
para escribirla.
Esta oda está compuesta por 8 liras.
El poema es susceptible de ser dividido en cuatro partes:
1- La primera parte comprende las tres primeras liras, y constituye la descripción del decrecer
otoñal como preámbulo y anunciación del invierno.
2- La segunda parte comprende la cuarta lira, y constituye el enlace y la transición entre la
primera y la tercera parte. En ella se expresa que el frío y el invierno incitan el estudio, y con esa
excusa el poeta puede dirigirse ya a su amigo. Por otro lado, en esa parte aparece ya la metáfora
que la tercera parte desarrollará en forma de alegoría: se trata de la subida de la montaña como
metáfora de la labor poética.
3- La tercera parte comprende las liras 5, 6 y 7. Aquí se desarrolla la metáfora expresada en la
lira anterior. Es una metáfora a través de la cual el poeta insta y anima al amigo a seguir
escribiendo poesía.
4- La cuarta parte comprende la última lira, y constituye la manifestación de la imposibilidad de
Fray Luis de seguir escribiendo y por tanto de acompañar a su amigo en esa labor poética.
Análisis literario
El poema empieza describiendo el decrecer otoñal de la naturaleza como preludio inminente del
invierno. Para ello utiliza varias personificaciones de los elementos naturales. Así, hay una
personificación del campo, que como dice recoge en su interior “su inmensa hermosura” las flores
y la hierva que lo ornamentaban se recluyen ahora en su interior y desaparecen de la vista.
También hay una personificación del cielo que “aoja con luz triste el ameno verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja”, el cielo cambia de color, se vuelve más oscuro y menos
luminoso cada vez porque el día se va acortando, y la naturaleza poco a poco se va desnudando:
el follaje de los árboles va cayendo, las hojas van cayendo…
En la segunda y la tercera lira se sigue con la descripción de la acción del otoño sobre la
naturaleza. De nuevo se personifican los elementos naturales, pero esta vez a través del uso de
personajes mitológicos. “Ya Febo inclina el paso al resplandor egeo”. Febo es el apodo utilizado en
la mitología clásica para referirse a Apolo, dios del Sol y de la Música. Por “resplandor
egeo” entendemos el resplandor del mar Egeo. Este mar resplandecería antes gracias a la luz del
sol, a la luz de Febo, dios del Sol, pero ahora ese sol ya no le ilumina, ya “inclina su paso”,
porque el día se hace más corto y el sol desaparece antes, “ya del día las horas corta escaso”.
“Ya Éolo al medio día soplando espesas nubes nos envía”. Eolo es el dios griego de los Vientos,
que vivía en una isla flotante llamada Éolia. Por tanto, mediante este personaje, hay una
personificación del viento que empuja las nubes. “Ya el ave vengadora del Íbico navega los
nublados y con voz ronca llora”. Por ave vengadora del Íbico Fray Luis se refiere a la “grulla”, que
es un tipo de ave de alto vuelo. Íbico fue un poeta -existió realmente- del s VI ac que fue
asesinado por unos delincuentes y ladrones. La leyenda cuenta que las grullas fueron las únicas
testigos, desde el cielo, de este asesinato. Entonces un día que los asesinos estaban en el teatro
Corintio, las aves fueron allí y empezaron a volar por encima de ellos, señalándolos, y así es
cómo se supo que estos dos habían sido los homicidas y los responsables de la muerte de Íbico.
Por eso Fray Luis adjetiva esa ave del Íbico como “vengadora”. Por otro lado, las grullas son aves
que, cuando se acerca el frío, escapan a otros lugares más cálidos gruñendo y gritando por
encima del mar. Por eso el poeta dice que el ave del Íbico navega los nublados y con voz roncallora. Es una expresión con la que se viene a decir que el frío se aproxima y que el otoño cede el
paso al invierno.
“Y el yugo al cuello atados, los bueyes van rompiendo los sembrados”. El yugo es un instrumento
que se pone al cuello del animal y a través del cual, añadiendo una lanza, se puede sujetar el
animal a un carro. Por tanto, esta oración es una imagen que, como la anterior, nos da a
entender que el invierno se aproxima. Los bueyes, se supone que llevados por el frío, corren, y al
correr sin ton ni son, estropean los sembrados.
La cuarta lira inaugura la segunda parte del poema. En ella, el poeta viene a decir que la llegada
del frío estimula el estudio, que invita a quedarse recluido en casa y a aprovechar para cultivar el
espíritu y la inteligencia, y con ese cultivo se refiere al de la poesía. “El tiempo nos convida a los
estudios nobles –con este adjetivo Fray Luis defensa los estudios y la labor poética contra
aquellos que la consideran frívola-, y la fama, Grial, a la subida del sacro monte Uama”. Hasta
ahora no se sabía a quien iba dirigido el poema, pero en este verso se hace pública la identidad
del destinatario: aparece un apóstrofe directo a Juan de Grial, el amigo de Fray Luís. Se trata de
un amigo suyo a quien el poeta anima e insta a que siga escribiendo poesía.
Por el sacro monte Uama, Fray Luis se refiere al Párnaso, que era una montaña situada en el
centro de Grecia y desde la cual había unas vistas panorámicas formidables. Esta subida del
sacro monte Uama actúa como metáfora de la labor poética. Subir el sacro monte, subir el
Párnaso, es algo fructífero y fecundo, porque una vez allí puedes disfrutar de las vistas y
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