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POEMAS.


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2013  •  Tesis  •  679 Palabras (3 Páginas)  •  308 Visitas

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nació en 27 de octubre de 1932 y murió en febrero 11 de 1963 , ella fue una poeta ,novelista y cuentista .nació en boston massachussetts estudio en el colegio smith , en el colegio newman y en el cambridge , se caso con el poeta ted hughes en 1956 y vivieron juntos en estados unidos tuvieron dos hijos frieda y nicholas ella sufrió de depresiones a lo largo de toda su vida y en 1963 se suicido.

Su genero de poesía era “la poesía confesional” y es reconocida por sus obras el “coloso y otros poemas” y “ariel”, en 1982 Gano un premio pulitzer .

OBRAS LITERARIAS

COLECCIONES

el coloso y otros poemas

tres mujeres

cruzando el agua

arboles de invierno

los collectd poems

selected poems

plath

PROSA Y NOVELAS

la campana de cristal

cartas a la familia

jonny panic y la biblia de los sueños

el espejo mágico

los diarios integros de sylvia plath

LIBROS PARA NIÑOS

la reserva

el es no materia

collected stories para niños

cocina de la señora de la cereza

Escayola

¡Nunca me liberaré de esto! Ahora soy dos personas:

ésta, completamente blanca, y la antigua, amarilla,

y la blanca es, sin duda, la más importante.

No necesita alimentos, es, ciertamente, uno de los santos

indudables. Al principio la odiaba, carecía de lógica propia.

Se pasaba los días en la cama conmigo, igual que un cadáver,

y yo me asustaba, pues su forma era idéntica a la mía,

aunque mucho más blanca, e irrompible, y jamás se quejaba.

Era tan fría que me tuvo despierta una semana.

Yo le echaba la culpa de todo, pero ella jamás respondía.

¡Qué ridícula conducta, yo no la entendía! Pero ella

guardaba silencio. La pegaba, pero no se movía,

pacifista sincera, y entonces me dije que deseaba mi amor:

comenzó a ser más cálida, y vi entonces sus muchas virtudes.

Sin mí no existiría, por eso me mostraba cariño.

Yo le daba alma, florecía de ella cual rosa

florece de un jarrón de porcelana barata,

era yo quien brillaba, no ella con su pulcra blancura,

como había pensado al principio. Yo entonces

la protegía un poco y ella estaba encantada, era claro

que su mente de esclava la regía.

Yo aceptaba su culto y a ella le encantaba.

Matinal, despertábame del sol al reflejo. En su torso

sorprendentemente albo lucía su pulcra

nitidez, y su calma y su dura paciencia:

mimaba mis debilidades como experta enfermera,

poniendo mis huesos en su sitio, para que se curasen.

Y, así, nuestro vínculo se volvió más firme.

Fue

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