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Periodo Protoneolítico


Enviado por   •  9 de Marzo de 2013  •  1.542 Palabras (7 Páginas)  •  1.399 Visitas

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En México, desde el periodo Protoneolítico (que se calcula del 5000 al 2500 a.C.) se comenzó a practicar el cultivo del maíz, aún sin haber aparecido el sedentarismo agrícola, que surge hasta el periodo conocido como Preclásico Temprano (2500 a.C.-1200 a.C.) con el cultivo de temporal. A partir de entonces nacen las raíces culturales de lo que posteriormente constituirá el área de la civilización mesoamericana, en diferentes regiones del centro y sureste de nuestro país.

Mesoamérica tuvo como principal base material la agricultura, fue una sociedad agrícola y, por ello, desde su pasado más remoto valoró la importancia del agua, creando a través de ella su visión más profunda de la vida. El término náhuatl para pueblo o comunidad era atepetl, que significa "cerro de agua", de la raíz atl, "agua", y tepetl, "cerro"; éste manifiesta no sólo la cercanía geográfica que las culturas fundadoras mantuvieron con el recurso, sino su concepción simbólica originada por los toltecas antiguos de Teotihuacán. La mayor parte del pensamiento mesoamericano se ha reconstruido gracias a los restos arqueológicos, pues existe una gran ausencia de testimonios escritos, pero podemos saber que en Teotihuacán existen representaciones de divinidades que simbolizan distintas fuerzas naturales como el agua, el viento, el fuego y la tierra. Es cierto que estos cuatro elementos han cobrado un significado importante en diferentes culturas del mundo, pero no en todas se muestra la consolidación de una cosmovisión en la que las divinidades que los personifican construyen un complejo simbólico ampliamente desarrollado.

El dios de la lluvia

En Teotihuacán aparece por primera vez Tláloc, el dios de la lluvia y el trueno, que corresponde a la denotación del dios Chak para los mayas y del dios zapoteco Cicij, entre otros cultos que se pierden en un pasado distante. En el periodo Clásico, el dios de la lluvia fue la principal deidad del culto oficial en Teotihuacán, junto con Quetzalcóatl, dios del viento, símbolo de la sabiduría náhuatl y maya; ambos dioses eran adorados en una estructura mítica que narraba los comienzos del mundo y confería los modelos de conducta deseados entre los hombres, íntimamente relacionados con la naturaleza. Esta herencia se manifestará posteriormente con los mexicas, quienes por medio del agua establecerán la concepción mítica fundacional del mundo; el agua adquirirá entonces un significado simbólico que explicará el origen de la vida en un tiempo primordial, acontecimiento por el cual surge todo lo existente, y en el que los elementos que lo conforman adquieren un carácter sagrado, una naturaleza mágico-religiosa. De esta manera, el agua se convertirá en agua primordial, "aquella sobre la que se creará la Tierra (.) pero que a su vez, quedará oculta bajo su superficie y en torno a ésta, a la que abrazará para hacerla su isla."

La fundación de Tenochtitlán se basó en la búsqueda de un islote rodeado por agua, en donde efectivamente fue edificada la ciudad.

En el pensamiento indígena antiguo, la Tierra (llamada Cemanahuac, que significa "el lugar rodeado por agua") flota sobre el mar, como una especie de isla cuyo interior está conformado sólo por agua: el agua brota de las profundidades del suelo, fluye en forma de fuentes, manantiales y ríos o se escapa por las cuevas de los cerros. El agua de mar, llamada "agua divina" o "maravillosa", se extiende hasta comunicarse con el cielo, "se prolonga en la bóveda celeste y se confunde con ella al menos por la noche". Por este hecho, también se le conoce como Ilhuicaatl, "agua celeste" o "cielo acuático".5 Es importante señalar que el mito que guió a los aztecas en la fundación de la gran Tenochtitlán se sustentó en la búsqueda de un islote rodeado por agua, lugar donde efectivamente fue edificada la ciudad.

Los Tlaloques

La construcción de la idea del mundo evidencia la contemplación que los mexicas hacían del ambiente natural, nos deja ver su comprensión del ciclo hidrológico y su admiración por el paisaje; para ellos, la agricultura era la base material directa por su interés de controlar las lluvias. La esencia del culto a Tláloc radica en la importancia de la lluvia y la fertilidad, sobre todo por dos razones: por el énfasis en el ciclo agrícola y por las condiciones extremas del clima que los mexicas padecían en el Altiplano Central. De esta cosmovisión ligada a la actividad agrícola se desprende la ideología hegemónica del Estado mexica,6 cuyo lenguaje simbólico penetra en la totalidad de sus instituciones y de sus manifestaciones artísticas y arquitectónicas.

Por ejemplo, la arquitectura mexica reproducía la cosmovisión de los cerros y del agua: las pirámides también eran concebidas como atepetl, cerros de agua, y se construían a un costado de

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