Personaje de Molière
Enviado por morcia12345 • 9 de Septiembre de 2014 • Informe • 393 Palabras (2 Páginas) • 350 Visitas
Molière es en el siglo XVII, en Francia, y también en toda Europa, el gran autor de teatro (Géneros dramáticos: la comedia). Sus comedias actualizan ciertas verdades que por momentos las convierten en tragedias, pero el público va al teatro de Molière siempre dispuesto a chanzas y risotadas incontenibles.
Molière es además actor, y buen actor, pero, en eso, de todos modos, no está a la altura de su pluma.
Un día de 1673 el público se prepara para verlo en escena representando el papel de Argán, su Enfermo imaginario.
Convengamos en que desde “El licenciado Vidriera”, de Cervantes, pasando por incontables imitaciones, la historia de los desgraciados hipocondríacos condenados a sus terribles temores y enfermos de cualquier mal ha provocado la risa cruel de casi todo el mundo.
El pobre personaje de Molière que interpretará el mismo Molière, hoy, corre la misma suerte.
El objeto hilarante de El Enfermo… es la agonía: instrumentos para sacar humores, sangre y hasta la vida, Argán rezonga en su dolor no sólo por el dolor sino por lo que le debe al dueño de la botica: lavativas, polvo de momia, colmillos triturados de elefante, tisanas… Una sirvienta se anticipa un poco y acomoda su ataúd.
Argán es burlado por quienes lo asisten en escena; las criadas le hacen bromas y lo abruman charlando, hasta le pegan con el paño de su mortaja,
Argán es la risa a carcajadas del público que se solaza: groserías y bromas impías.
Argán -no debemos olvidarlo- es el mismo señor Moliére, el célebre autor de esta y cientos de obras, que actúa de enfermo imaginario.
Pero los gritos de Argán no son de él, son de Moliére, que está muriendo realmente de un ataque al corazón.
El dolor de Argán se hace carne con su autor que agoniza, que toca la campanilla con mayor desesperación y grita: “¡Dios mío, me dejan morir aquí!”, para mayor felicidad de los presentes; ¡qué gran comediante es, además!
Un actor vestido de médico viene y le aplica una jeringa enorme, una purga. Molière se siente atacado por su propia creación; sus últimos momentos los pasa entre personajes de actores de segunda. Los ve siniestros antes de entregar su alma; el público ve la mejor comedia de su vida.
Los tiempos no coinciden, señor Averroes, pero si hubieran coincidido, ¿no hubiera advertido usted con mayor rapidez -y dentro de una comedia mundana- el significado exacto del término tragedia?
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