Pollo De Los Tres
Enviado por celes17 • 24 de Junio de 2015 • 751 Palabras (4 Páginas) • 172 Visitas
-¿Con que sos vos el que le roba los pollos al Padre Hilario –le dijo
El indio bajó la vista. El sargento apartó la silla y se levantó.
-Este indio no sabe que es pecado robarle al padre –dijo dirigiéndose al otro hombre que estaba allí con unos papeles en la mano. El hombre se rió.
-…¡No!; si no es cuestión de risa –dijo el sargento poniéndose serio.
Ahora vas a ver –dijo señalando al indio-, te voy a encerrar y vas a pagar cada uno de los pollos que le cogiste al padre.
El indio volvió al ver al sargento y arrugó la frente.
-Si los pollos no me los comí yo –dijo.
-¿Quién se los comió, entonces? –le preguntó el sargento.
-…Tal vez el zorro -dijo el indio.
El sargento se rió -¡Ja! ¡ja! ¡El zorro! –repitió- el zorro sos vos ¡Zorro cabeza negra, ah!
-Pues … si es cierto –dijo el indio.
-No me vengás con esos cuentos. ¿Qué acaso no te vieron a vos cargando con esos pollos?
-Esos no eran los pollos del Padre.
-…¿Y de quién eran los pollos, pués?
-Pués… si esos no eran pollos. ¡Eran solo las plumas!
-¿Cuáles plumas?
-Pues si es que yo solo venía ahí para el otro lado… ¿Ve?... y me hallé las plumas. ¡Ehé! –dije- tal vez me sirven para una almohadita… y las recogí; y entonces, el cura que andaba buscando, quizá sus pollos me vió, y bien y me dice: -¡Eih, Ramón… ya te ví! Te me estás llevando los pollos!... y así es sargento.
El sargento se salió a la puerta. Afuera estaba lloviendo.
“Este indio no es baboso” –pensó.
El Padre Hilario estaba limpiando una lámpara de kerosine.
-Buenas tardes Padre –lo saludó el sargento.
-Buenas tardes, hijo –le contestó el padre.
-Ya agarré al indio ramón, el roba pollo.
-Hay que castigarlo, sargento. Es necesario, porque así comienzan. Primero es un pollo y después es un caballo. Así es el pecado: chiquito al principio… y después se engorda.
-Padré –dijo el sargento -¿está seguro usted que el indio se le cacho el pollo?
-¿Qué si estoy seguro? …¡Ah!... ¿Qué acaso no lo vi yo? …¡veas qué cosa!
-Pero dice Ramón que no era un pollo lo que él llevaba
-¿Qué no era el pollo? …¿y que era entonces?
-Pues yo no sé… como usted lo vio.
-Pues era mi pollo… ¡Yo lo vi!
-Bueno, lo que usted diga; pero ahí traje yo al indio para que se entienda usted con él.
El indio entró con el sombrero en la mano. El sargento se quedó medio sonriendo, apoyado en una mesa que estaba pegada a la pared. El Padre dejó a un lado la lámpara que tenía.
-¿Ahora te negas que te robaste los pollos? –le dijo el Padre.
-Yo no me estoy negando –dijo el indio, hablando bajo.
-¡Ya ve pues, sargento! –exclamó el Padre.
...