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Quijote De La Mancha


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2014  •  687 Palabras (3 Páginas)  •  170 Visitas

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Biografía de Miguel de Cervantes Saavedra

Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares (España) el 29 de setiembre de 1547. Fue hijo de don Rodrigo Cervantes Saavedra (cirujano) y doña Leonor Cortinas. Tuvo 6 hermanos. En 1551 se instaló con su familia en Valladolid y en 1566 en Madrid. Aquí asistió al Estudio de la Villa que regentaba el catedrático de gramática Juan López de Hoyos. En 1569 se incorporó a la milicia y dos años después combatió en la batalla de Lepanto contra los turcos (7-10-1571). Al quedar mal herido en un brazo lo apodaron “El manco de Lepanto”. Cuando regresaba a España fue tomado rehén por los turcos durante cinco años (1575-1580).

Al quedar libre regresó a Madrid y escribió su primera novela, "La Galatea", publicada en 1585. Después trabajó como recaudador de impuestos en Sevilla, pero en 1597 fue encarcelado acusado de complicidad en un fraude bancario. En 1600 se instaló en Valladolid, donde terminó de escribir la primera parte de su gran obra “El Quijote de la Mancha”, que fue publicada en 1605. En 1613 publicó su colección de cuentos titulada "Novelas Ejemplares". La gran aceptación de "El Quijote de la Mancha" hizo que publicara su segunda parte en 1615. Establecido en Madrid, cayó gravemente enfermo y falleció el 22 de abril de 1616.

Fragmento de “EL QUIJOTE DE LA MANCHA”

En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.

En estos coloquios iban Don Quijote y su escudero, cuando vio Don Quijote que por el camino que iban venía hacia ellos una grande y espesa polvareda, y en viéndola se volvió a Sancho, y le dijo: Este es el día, oh Sancho, en el cual se ha de ver el bien que me tiene guardado mi suerte; este es el día, digo, en que se ha de mostrar tanto como en otro alguno el valor de mi brazo, y en que tengo de hacer obras que queden escritas en el libro de la fama por todos los venideros siglos. ¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho? Pues toda es cuajada de un copiosísimo ejército que de diversas e innumerables gentes compuesto, por allí viene marchando. A esa cuenta, dos deben de ser, dijo Sancho, porque desta parte contraria se levanta asimesmo otra semejante polvareda. Volvió a mirarla Don Quijote, y vió que así era la verdad; y alegrándose sobremanera, pensó sin duda alguna

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