Reporte De Letras Y Acentos.
Enviado por sandrarosa • 13 de Marzo de 2015 • 394 Palabras (2 Páginas) • 247 Visitas
Erase una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas, a cual más fea.
Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa. Y como sus vestidos estaban siempre machados de ceniza, la llamaban Cenicienta. (Aparece Cenicienta limpiando)
Un día el rey de aquel país anunció.
Rey: Atención a todos los ciudadanos del pueblo, voy a dar una gran fiesta en mi palacio a la cual están invitadas todas las jóvenes del pueblo.
Al escuchar el anuncio, la madrastra dijo a Cenicienta:
Madrastra: Tú Cenicienta, no irás al baile. Te quedarás en casa limpiando y preparando la cenca para cuando volvamos.
Llegó el día del baile y Cenicienta, desolada, vio por la ventana cómo su madre y sus hermanastras se dirigían hacia el palacio.
Cuando se quedó sola, no pudo reprimir sus sollozos.
Cenicienta: ¿Por qué seré tan desgraciada? ¿Por qué a mí?
De pronto apareció su Hada Madrina y le dijo:
Hada: No te preocupes. Tú también podrás ir al baile… pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las 12 campanadas tendrás que regresar a casa sin falta.
Y tocándola con su barita mágica la convirtió en una hermosa joven.
La llegada de Cenicienta a Palacio causó una gran admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey se quedó prendado de su belleza………… Y bailó con ella toda la noche. (Bailan)
En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar las 12 campanadas.
Cenicienta: ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme!
Rápidamente atravesó el salón y se marchó de Palacio perdiendo en su huida un zapato. El Rey lo recogió asombrado. Se quedó pensativo e ideó un plan para encontrar a la bella joven.
Rey: Me casaré con aquella que pueda calzarse este zapato.
Así el Rey recorrió todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni a una que le fuera bien el zapato. Finalmente llegaron a casa de Cenicienta. Abrió la madrastra.
Madrastra: Hola, ¿qué desea?
Rey: Busco a una joven a la que le sirva este zapato.
Madrastra: Pues igual es mío.
Rey: No, señora, no creo (Aparece Cenicienta por ahí con el trapo) – Señorita, acérquese por favor.
Cenicienta: ¿Yo?
(La Madrastra lo intenta evitar pero Cenicienta se acerca)
Cuando Cenicienta se puso el zapato vieron con estupor que le estaba perfecto.
Rey: ¡Eres tú!
Y así sucedió que el Rey se casó con la joven y vivieron muy felices.
...