Santa Rosa de Viterbo
Enviado por vladii • 8 de Agosto de 2013 • 1.291 Palabras (6 Páginas) • 358 Visitas
3.3 TERCERA PARTE
3.4.17 Capitulo 1
Con los inviernos se fueron borrando los antiguos caminos de herradura, que eran empedrados a trechos y a la entrada de los pueblos se arropaban con alcaparros y sietecueros para que no los hiriera el sol.
Encerrado Siervo en la cárcel de Santa Rosa de Viterbo, no podía darse cuenta de estas transformaciones, la pobre Transito, que cada dos o tres meses hacia una rápida visita a Santa Rosa, le contaba a Siervo todo lo que había avanzado la vega desde los pequeños que crecían y se volvían hombres hasta los viejitos que ya casi morían, le contaba que varia gente estaba comprando tierras en la vega, ella le contaba que Don Ramírez le decía que había que esperar, porque el abogado necesita más plata para fabricar un memoralito que el año anterior le había quedado mal.
3.4.18 Capitulo 2
Por aquellos tiempos llego a Santa Rosa una comisión de representantes de la cámara, al llegar los magistrados que andan a pasitos menudos por la plaza, de la sala plena a la tienda de la comadre, como burros cargados de carbón de palo, los recibieron con fiestas y paseos.
El dialogo comenzó en ese alto plano patriótico que exaltaron por igual los magistrados de uno y de otro partido, pues todos estaban pendientes de su reelección en la asamblea próxima a reunirse y buscaban el apoyo de los representantes.
A los presos se les vistió con la mejor ropa que tenían, y aquellas madrugadas todas salieron en formación a lavarse la cara y los pies en la pila del pueblo. Cuando se hallaba trabajando en el telar de la cárcel, Siervo reconoció al antiguo candidato a diputado, que a la sazón era representante al Congreso y presidente de la comisión de la cámara. En un arranque de entusiasmo y alegría se le acerco para estrecharle la mano.
3.4.19 Capitulo 3
Un día corrió la voz entre los presos de que en la capital de la republica habían asesinado a un caudillo muy popular.
El hombrecito que repartía las hojas de coca entre los presos y a quien Transito por medio de Siervo, le entregaba la hoja, fue el primero que se abalanzo sobre el director, cuando este se presento en el patio de los penados a poner orden. Pero tuvieron que refugiarse en la oficina, donde los dejaron tranquilos y no les dieron muerte porque tenían algo más importante que hacer, como era abrir las puertas de la cárcel y llevarse por delante a quien quisiera impedírselo.
Los magistrados miraban aquella escena de la fuga desde las endijas de sus ventanas. La radio de la casa cural, a soto-voce, anunciaba que la capital de la republica ardía como una hoguera.
3.4.20 Capitulo 4
Contaron que don Ramírez se encontraba en la huerta con los muchachos de la hacienda, y que los jefes de cuadrilla andaban por el monte tocando cuerno para reunir la gente de todas las veredas y prevenir cualquier ataque. Era casi seguro que los conservadores de Soata se vendrían sobre la hacienda para sacar a los liberales, y lo curioso es que los conservadores de ese pueblo se pasaron tres noches en vela, convencidos de que ellos serian los agredidos.
En la tienda de don Rubiano se hizo un silencio respetuoso. Siervo recordó súbitamente que le debía veinte jornales a la hacienda, y aun no disponía de un pedacito de tierra para sembrar tabaco. Por eso pensó que la revolución era otra cosa.
3.4.21 Capitulo 5
Cuando Siervo diviso, desde la cornisa del camino de la peña, el rancho que apenas abultaba en el fondo del abismo como un montoncito de tierra de un hormiguero, se le empañaron los ojos de las lágrimas.
Corriendo más que trotando, bajo por el pedregoso camino. Al llegar al barranco de los Valdeleones le salió al encuentro un gozque
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