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TEXTOS LITERARIO: SINCRONÍA


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2015  •  Tarea  •  3.054 Palabras (13 Páginas)  •  284 Visitas

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN[pic 1]

PREPARATORIA 5

  Unidad de aprendizaje: Español 1

  Etapa 4: Tipología textual

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TEXTOS

LITERARIO

SINCRONÍA                                                                                Irving Ovando

El dolor, la ira, la tristeza y la felicidad son emociones que nosotros sentimos en nuestro interior, pero las damos a manifestar por una mueca, un ceño fruncido, unas lágrimas y una sonrisa. En especial el dolor, poder compartirlo con las personas que deseas y hacer que sientan la misma sensación que tú, las personas que te dañen, las que te lastimen, todas ellas.

 Álex, un chico que vivía en el Distrito Federal, en México. Nació  justamente en el día y  momento exacto, que el gran terremoto sucumbió la ciudad, derrumbando el hospital donde fue el alumbramiento de su madre, así logrando solo sobrevivir él y otros diez niños, que fueron rescatados por la Brigada de Rescate de las Naciones Unidas. El mundo estaba en totalmente conmocionado por México pues no había sucedido ningún  otro terremoto desde 1985.  Hace unos días el 8 de diciembre Álex cumplió sus dieciséis años, día que se apagaron las luces de la gran ciudad de México.

 Mientras él se prepara para ir a la su colegio  escuchaba las noticias en la televisión.

— Hoy es  jueves dieciséis de diciembre, feliz navidad y próspero año 2033— se escuchaba la voz del conductor de las noticias, que siempre repetía que había que  depositar la basura en sus respectivos contenedores, para mantener la ciudad como una  de las mejores en calidad de vida. Amarillo para los plásticos, azul para el papel y el cartón, verde para vidrios y gris para la basura en general sin olvidar que la basura inorgánica debe depositarse en cajas anaranjadas para que los jóvenes de la Facultad de Ecología puedan hacer su servicio de recolecta de este tipo de desechos. Los residuos producidos por aparatos tecnológicos y demás nuevas tecnologías se debe llevar a los centros de recolección, lugar donde reciclan los materiales y los vuelven a utilizar y lo que no, se lleva a Baja California Sur, hoy en día deshabitado, el basurero de México — lo más relevante esta semana es, el presidente electo Jorge Alcocer,  ha dado luz verde para que Baja California Sur pueda hacer el contrato con Estados Unidos para que este país ayude a trasportar la basura y enviarla al planeta Venus, en la expedición viatger estel·lar II, que tardará cinco años viajando y entrara a la atmósfera del planeta y se desintegrará. Pasando a otras noticias hace 8 días cumplieron 16 años los niños nacidos en el 2016, ellos son los únicos en la ciudad que tienen esa edad, y también se cumplieron dieciséis años de que el gran terremoto azotó nuestra ciudad—.

Lo último fue lo que más llamó la atención de Álex, ya habían pasado dieciséis años desde que él fue salvado y adoptado por uno de los voluntarios de la brigada y agradecía que fueron Edgar y Abril, sus padre biológicos. Pasando enfrente del espejo mirando su reflejo en este, se veía un chico bien nutrido, de estatura media, con sus ojos y cabello  de color marrón oscuro, tomó su mochila y bajó a la planta baja. Saludó a su madre, agarró una tostada con un poco de mermelada de fresa y salió de la casa con rumbo a la escuela.

Caminando hacia la estación de Transporte de Alta Velocidad, un tren creado por un científico chino del cual Álex desconocía el nombre. Poniendo un poco de música clásica empezó a apretar el paso para que su tren no se pasara.

Mientras caminaba por las calles pudo notar las grandes carteleras de la zona comercial de la ciudad, la cual es muy diferente a la ciudad de México del pasado, pues quedó destruida y millones de personas fallecieron pues la enorme y sobrepoblada ciudad no estaba preparada para este desastre natural, pero de las cenizas de ésta  nació la nueva gran ciudad de México, la ciudad luz de América, aún siendo las seis de la mañana se podía ver la gran estructura con forma de mujer de más de 170 metros, iluminada por luces de diversos colores.

Iba bajando las escaleras después de bajar del tren, Álex giró por un callejón para acortar camino rumbo a la escuela una furgoneta gris se paró de repente enfrente del chico  y de ésta salieron 3 hombres, dos le sujetaron de los brazos y hombros, mientras que el tercero le inyectó un líquido extraño de color rosa.

Cuando despertó estaba totalmente inmovilizado, la boca tapada con un pañuelo. Había ocho personas en la furgoneta, cuatro eran los secuestradores y los demás eran chicos de su edad todos con las mismas condiciones que él. Llegaron a lo que parecía un laboratorio abandonado, el ambiente era tétrico. Rubén, unos de los secuestradores, tomó  en sus hombros a dos chicos y los dos tomaron a Álex y a un niño de doce años aproximadamente. Adentro el lugar era frío, y olía a carne putrefacta, ahí estaba un hombre de avanzada edad con cuatro jeringas listas para ser aplicadas, tenían un contenido de color amarillo resplandeciente. Amarraron a los cuatro adolescentes junto a dos chicas que ya estaban atadas a unas camillas, acostadas boca abajo para que el Doctor pudiera administrarles las inyecciones. Les quitaron los pañuelos de la boca y los amarraron de pie en una pared en una habitación totalmente sellada.

— ¿Cómo te llamas?— le preguntó el niño rubio que parecía tener doce años. — Mi nombre es Natan—.

— -Y-yo me llamo Álex— dijo el chico castaño tartamudeando un poco. — y ¿Cuál es tú nombre?— señaló Álex al otro adolescente de ojos color azul, los cuales se veían un poco más oscuros por la falta de luz del cuarto.

— Yo me llamo Luis y el es mi amigo Fernando— contestó el muchacho mirando hacia su amigo el cual no dejaba de sollozar, no paraba de murmurar <> << ¿Qué nos van hacer?>>.

— ¡Levántense, zánganos! Es hora de su inyección— gritó el secuestrador que no se le veía la cara por la máscara de carnaval que tenía puesta.

— ¿Por qué nos secuestraron?— se atrevió a hablar Fernando tratando de sonar seguro, pero su respiración entrecortada se lo impedía.

— Porque ustedes son producto de un experimento de hace dieciséis años— habló rápidamente el hombre.

Llevó uno por uno a las camillas, amarrándolos fuertemente con correas en las muñecas y tobillos, también en la cintura los ató con un cinturón para evitar el movimiento durante la aplicación de la jeringa.

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