Taller literario “La máscara sin rostro”
Enviado por Lujan Lippo • 18 de Noviembre de 2022 • Tarea • 1.090 Palabras (5 Páginas) • 62 Visitas
MARÍA LUJÁN – ACTIVIDADES PARA EL MIÉRCOLES 20/10
a) Imagina y escribe otro final posible
b) Referente a “La máscara sin rostro”, producir un texto nuevo donde se realice el velorio y funeral de doña Leonor
a) Otro final para “La viajera”
El amanecer se insinuaba con destellos dorados, que en la casa representaban apenas pequeñas luces, semejantes a las velas que los negros habían encendido la noche anterior, para homenajear a la invitada. Francisco entreabrió los ojos, aún preso del entresueño. No recordaba nada de lo que había pasado hacía unas horas, pero adivinaba en el contrapeso del lecho matrimonial el cuerpo de una mujer.
La virginidad recién perdida ruborizó sus mejillas, el recuerdo de la pasión experimentada recientemente estimuló su cuerpo, que se irguió repentinamente. Los párpados se alzaron tratando de capitalizar la escasa luminosidad del ambiente, pero la mirada estaba demasiado acostumbrada a la oscuridad y no lograba ver ni el cabello de la dama que compartía la cama. No conocía el cuerpo desnudo de su esposa, ya que desde el principio el matrimonio había sido sólo una fachada, algo convenido entre familias. Tenía la esperanza de que la compañera no fuera ella, sino Mrs Forster, que lo había cautivado desde su llegada, provocando en él un deseo que hasta el momento no había sentido por nadie.
Ente el arrobamiento de la charla, el aroma de jazmines y el vino, acudió a la habitación como un sonámbulo, seguro de haberse introducido en la que le habían prestado a la inglesa. Sin embargo, cuando finalmente los ojos se acostumbraron a la penumbra, tuvo la certeza de que esa mujer no era quien él deseaba: era Teresa.
Sintió un horror que no conocía. En ese instante, los perros ladraron. Se levantó presuroso y pudo ver tras los cristales la figura de Mrs. Forster, seguida por su criada, que como un espectro se dirigía al carruaje, seguramente resuelta a irse antes de que todos despertaran. Se vistió rápido, de una manera simple, sin colocarse las ropas suntuosas que hacían de él un verdadero caballero, y salió al encuentro de la forastera.
- ¡Señorita! - gritó. Ella se dio vuelta, confundiéndolo con uno de los criados de la casa.
- Por favor, prepare el carruaje, que estoy muy retrasada y mi marido estará inquieto pensando en que algo malo me ha pasado. Estos ricachones me han hecho perder un tiempo precioso. Vamos, rápido, antes de que quieran que desayune con ellos, tengo que irme.
Francisco aprovechó la confusión. Subió al coche en el lugar del conductor, presto a tomar las riendas. Enseguida ascendió Mrs. Forster y el látigo cayó sobre los caballos, instándolos al galope.
El nuevo cochero, dueño de su destino y del de ella, comenzó a adentrarse en la inmensidad de la llanura para nunca más volver.
b) El velorio de doña Leonor
Catalina no paraba de llorar. Los guantes verdes empapados, a esa altura de la mañana ya eran paños de lágrimas y mocos. El moño, que el día anterior engalanaba las motas negras, ahora estaba apenas agarrado de la punta de los últimos cabellos, tan tembloroso como la figura entera de la mulata.
Sola frente al suntuoso ataúd, le hablaba a Leonor casi a los gritos:
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