Una rosa
Enviado por alexinnnnnnnnnn • 24 de Noviembre de 2013 • Tesis • 1.631 Palabras (7 Páginas) • 286 Visitas
Una rosa para Emily pertenece al libro de cuentos “Estos Trece”, publicado el 21 de Setiembre de 1931 por la editorial Cape and Smith. Hay varias alusiones referentes al título del libro que están marcadas por el fatídico número trece. El libro está dedicado “A Estelle y Alabama”. Estelle fue su esposa y Alabama su hija, quien falleció a temprana edad el mismo año de publicado el libro, 1931.
El libro está dividido en tres partes, y cada parte está estructurada con un tema en sí. Una rosa para Emily pertenece a la segunda parte del libro donde la acción transcurre en el condado de Yoknapatawpha. Y todo el tema gira en torno a los ciudadanos de Jefferson y a la señorita Emily Grierson. También menciona a un personaje histórico para las novelas de Faulkner como el coronel Sartoris -que es un personaje transcendental en varias novelas de William Faulkner, pertenecientes al condado de Yoknapatawpha- o el juez Stevens –este sin mucha importancia- un sobreviviente de otra época en Jefferson. Obsoleta ahora.
Lo que le da sentido a la historia no son los saltos de tiempo, ni las mudas. Es la estructura de una mujer que a pesar de los años es como una esfinge que calla o se inmuta cuando está viva y cuando está muerta escucha el susurro de las personas y solo se dedica a observar desde las palabras. Tal vez Faulkner no tuvo que pensar demasiado para escribir el relato, el punto de partida es el extraño asesinato cometido por la señorita Emily. La genialidad del cuento se halla en el mínimo tiempo transcurrido entre el velorio hasta el momento de encontrar el cadáver de Homer Barron. En ese momento el grado de dulzura experimentado por el lector hacia la señorita Emily Grierson se convierte en algo frío. En el frío almibarado. Es como una sensación de decepción esperada. que llega rápidamente.
La señorita Emily no acepta el presente. Nunca acepto la muerte de su padre – tres días tardaron para enterrar al Sr.Grierson, dada la actitud de Emily al no aceptar la muerte de su padre-, este es un suceso que extrañamente afecta a Emily, se vuelve más solitaria, y deja de vérsele.
La señorita Emilia estuvo enferma mucho tiempo. Cuando la volvimos a ver, llevaba el cabello corto, lo que la hacía aparecer más joven que una muchacha, con una vaga semejanza con esos ángeles que figuran en los vidrios de colores de las iglesias, de expresión a la vez trágica y serena, con este párrafo empieza el tercer capítulo. Esa enfermedad fue como una metamorfosis, una introspección dentro de su casa, que es lo único que le deja su padre al morir, esa construcción de forma cuadrada, pesada por los años, por el desuso llevada en ella, por ese aroma, esa vista fantasmal que recorre los lados más minuciosamente que la luz, decorada con cúpulas, volutas, espirales y balcones en el pesado estilo del siglo XVII. Que según Faulkner atenta y ofende la vista de la imaginación, entre otras cosas que también la ofenden. Pero el cambio más prominente de la señorita Grierson es aquella expresión trágica y serena a la vez ante el mundo.
Un suceso más evidente de rehusarse al presente, que transcurre en el cuento, es el momento en el cual fue designada una delegación para que fuera a visitarla por el tema de los impuestos. Y esto nos lleva a años antes, después de la muerte del padre. El coronel Sartoris el Mayor –autor del edicto que ordenaba que ninguna mujer negra podría salir a la calle sin delantal-, la eximió de sus impuestos, dispensa que había comenzado cuando murió su padre y que más tarde fue otorgada a perpetuidad. Este momento marca lo que significa Emily para la ciudad, para su gente– la señorita Grierson era una tradición, una obligación y un deber -, y para el mismo coronel Sartoris. Un hombre de su genereración. Cuando la delegación llega a su casa, el criado negro los atiende y los hace pasar a un vestíbulo tapizado en cuero. La señorita aparece inmutable, como un trofeo, un héroe o una leyenda. Pero no es lo que esperábamos leer, sus características originales los años se los llevaron, ahora es: una mujer pequeña, gruesa, vestida de negro, con una cadena ceñida al cuello que desciende hasta su cintura y se pierde en su cinturón. Además: lo que en otra mujer pudiera haber sido tan sólo gordura, en ella era obesidad. Su cuerpo como sumergido largo tiempo en agua estancada; el agua estancada viene a ser su residencia, por eso su aspecto abotagado. Sus ojos como dos piezas de carbón que observan a la delegación. Su voz siempre seca y fría, con un toque de hostilidad, algún tipo de indiferencia.
La respuesta que resume todas la expectativas fue: Vea al coronel Sartoris( el coronel Sartotis había
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