VUELTA AL PASADO

VUELTA  AL  PASADO

Desde muy jovencita sentí una gran fascinación por los 40. No sé porque  esa época producía en mí una  extraña atracción. Por eso, cuando me invitaron a aquella conversión sobre esa época, estuve encantada de asistir. En los días precedentes al evento, me dedique a perfeccionarme un vestuario adaptado a la situación. Tengo que confesar que disfrute mucho ponerme en la piel de una mujer de esa época, al cambiar mis zapatillas  por tacones  y mi Jean por deliciosas sedas y plumas, me sentí más femenina que nunca.

Al fin y con nueva personalidad, aterrice en Acapulco fui recibida por un caballero al volante de un precioso y lujoso Mercurio verde de dos puertas. Me sentí en la gloria y aún más cuando llegamos al hotel y todo parecía sacado de una revista. Esa noche hubo una deliciosa cena de bienvenida y me toco tener como compañera de mesa a una curiosa dama llamada Roció de sus 40 años, que hablo todo el tiempo de lo desdichada que avía sido en su recién o no tan recién matrimonio, pues ya había pasado diez años desde su separación, pero según ella, el malvado hombre aun la perseguía, y la acosaba constantemente, y hasta acá  me a seguido el desdichado, termino diciendo.

Cansada por el viaje y por la plática de Rocío, me retire temprano a la habitación y me dormí hasta la madrugada, en que sentí mucho movimiento en el pasillo y me levante para averiguar que sucedía. Y cual no fue m sorpresa al encontrarme  con un grupo de adormiladas personas, rodeado el cuerpo ensangrentado de un hombre.

En las horas que siguieron en el lugar se volvió un caos, con la policía dando vueltas y el evento casi cancelado. Por uno de los conserjes me entere que Roció había sido detenida, como presunta autora del crimen, ya que la víctima era nada menos y nada más que su ex esposo. Creyendo que la policía estaba en lo cierto, pero sintiendo que había ciertos detalles que no terminaban de convencerme; trate de acercarme un poco al inspector encargado de la investigación, pero lo único que saque en claro fue que habían mandado a analizar el cuchillo que encontraron  clavado en el estómago de la víctima. Ya en la tardecita y luego de un frutal almuerzo, decidí olvidar el asunto y disfrutar el resto del viaje. Aun pensando bien, este día había sido un éxito, porque a hasta asesinato había tenido, era como estar en una novela. Con todas esas sensaciones y pensamientos en la cabeza, me senté en un sillón en el jardín respirando el aire fresco de la tarde y disfrutando el hermoso paisaje; pero de pronto, una voz chillona de niña  me saco de mi paraíso. Un poco fastidiada voltie y me fijé en aquel personaje, que hasta ahora había pasado desapercibida para mí. Ella me clavo la mirada y sin más inicio una conversación conmigo. Me conto que se llamaba Ximena y su muñeca Mimí y que en la noche anterior, en el ascensor, un hombre malo le había querido quitar su muñeca. Y no pudo decirme mas, porque de repente Lucrecia su nana  le tapó la boca y cela llevo presurosa, antes de que se alejara, me fijé que unos guantecitos muy coquetos de encaje me decían adiós. Esa noche luego de cenar me fui a preparar mis maletas, no sin antes enterarme que la presunta sospechosa del crimen, había sido liberada por la falta de pruebas. El cuchillo no tenía ninguna huella y en el último momento había surgido una testigo, que afirma haber  pasado toda la noche con ella. Y era nada más y nada menos que Lucrecia. En mi viaje de regreso a casa, para sorpresa y asombro mío, se sentó junto a mi Roció, que muy contenta me conto que una mano divina, al fin la había liberado de aquel malvado hombre. Y con voz chillona me conto: tuve la suerte que  esa vendita mujer, si Lucrecia, dijera que estuvo conmigo esa noche, imagínate la policía me creía culpable.

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