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Bibliotecología ¿Ciencia o disciplina?


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2016  •  Ensayo  •  5.075 Palabras (21 Páginas)  •  354 Visitas

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Bibliotecología: ¿Ciencia o Disciplina?
Ensayo

Cristian Camilo Ortega Ardila
33142026

Eduardo Mancipe Flechas

Universidad de La Salle

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

Sistemas de Información y Documentación, Archivística y Bibliotecología

Bogotá

2014


Bibliotecología: ¿Ciencia o Disciplina?Desde el final de la Revolución Francesa, se inició la discusión sobre el carácter científico de la bibliotecología: grandes autores han expuesto sus ideas sobre la profesión bibliotecaria, en busca de defender su propia postura sobre el carácter técnico-disciplinar o científico de la bibliotecología, pero aún en la actualidad no se ha logrado un consenso a nivel global sobre el tema ¿Será la bibliotecología una ciencia o por el contrario es solo una disciplina?

El objetivo del presente escrito es esclarecer el carácter científico o disciplinar de la bibliotecología, fundamentándose en dos líneas de trabajo: una es sopesar los conceptos que han salido a la luz a lo largo de la historia de esta discusión, y otra es analizar las labores y procesos que se desarrollan en la bibliotecología para posteriormente  compararlos con la definición de ciencia.

Este ensayo se dividirá en cuatro secciones, descritas a continuación: Primera: “Definición y conceptualización de la palabra ciencia.” Segunda: “Desarrollo histórico de la discusión sobre el carácter científico de la bibliotecología.” Tercera: “Observación de los procedimientos y métodos propios de la bibliotecología” y Cuarta: “Conclusión sobre el carácter científico de la bibliotecología”.

DEFINICIÓN Y CONCEPTUALIZACIÓN DE LA PALABRA CIENCIA

El término ciencia, proviene del latín scientĭa que significa conocimiento. Y precisamente así define el filósofo argentino Mario Bunge, la palabra ciencia: “conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente irrefutable” en su libro “La ciencia, su método y su filosofía”(BUNGE, 1996).

Otra definición, ésta propuesta por Alan F. Chalmers, apunta: “La ciencia se basa en lo que podemos ver, oír, tocar, etc. Las opiniones y preferencias personales y las imaginaciones especulativas no tienen cabida en la ciencia. (...) El conocimiento científico es conocimiento fiable porque es conocimiento objetivamente probado” (CHALMERS, 1987)

Estas definiciones de ciencia hablan de un sistema de conocimientos estructurado, demostrable e inequívoco. Aun así ninguna de ellas trata la naturaleza ni el objeto de estos conocimientos. Diferente es la definición que expone el filósofo Immanuel Kant, en su libro Crítica de la Razón Pura:

“En estas (Ciencias) ha de haber razón, es preciso que en ellas algo sea conocido a priori, y su conocimiento puede referirse al objeto de dos maneras: o bien para determinar simplemente el objeto y su concepto (que tiene que ser dado por otra parte) o también para hacerlo real. El primero es conocimiento teórico, el segundo conocimiento práctico de la razón.” (KANT, 2002)

Kant, hace referencia también al conocimiento ordenado y ecuánime, pero además agrega un importante elemento: el objeto de estudio. Y es según este objeto de estudio que la ciencia se ha dividido en dos ramas: la ciencia formal y la ciencia fáctica.

Según Bunge, la ciencia formal posee un conocimiento verificable, sistemático y racional, pero no posee un objeto de estudio tangible sino uno abstracto, (BUNGE, 1996) es decir, que sólo existe en la mente humana. El mejor ejemplo de una ciencia formal es la matemática. Para ella, el objeto de estudio son  los números y sus relaciones, y si bien la mayoría de objetos se pueden contar, y  muchas de las operaciones matemáticas surgieron por necesidades de la vida cotidiana, es imposible cruzarse en la calle con una potenciación, oler una suma o palpar el número cinco.

La ciencia fáctica también tiene un conjunto de conocimientos demostrables, objetivos y organizados, pero además de ello tiene un objeto de estudio real y material, y la mayoría de sus principios se conforman por medio de la experiencia. (BUNGE, 1996) Un ejemplo de una ciencia fáctica es la física, que estudia la materia y la energía, ambas objetos sensibles y existentes. Para ilustrar este hecho: los seres humanos, están compuestos de materia, viven gracias a la energía química y eléctrica que circula en su interior y han sentido la energía térmica de un día caluroso.

Todas las definiciones de ciencia, encajan dentro del paradigma denominado neopositivismo, que según Reale y Antiseri, (citado en MANCIPE & LUKOMSKI, 2008, pág. 34)

“surge por las formulaciones teóricas propuestas por los miembros del Círculo de Viena, se caracteriza por desarrollar una serie de profundos análisis acerca del lenguaje, la estructura y los métodos de las ciencias naturales, y los fundamentos de la matemática. Su núcleo central es el principio de verificación, según el cual sólo tienen sentido las proposiciones que se pueden verificar empíricamente a través de los hechos de la experiencia (Reale & Antiseri, 1988: 864)”

De acuerdo a lo expuesto, resulta conveniente introducir en este momento una segunda definición de ciencia, una más amplia, un paradigma que a diferencia del neopositivismo, no encuentre que la única forma para que una disciplina sea considerada ciencia consista en las relaciones entre la mente subjetiva y el objeto conocido (MANCIPE & LUKOMSKI, 2008, pág. 36).

Este paradigma puede ser el llamado Paradigma Emergente, el cual se ha usado para justificar como ciencias a otras disciplinas como la sociología. Esta forma de hacer ciencia, se caracteriza por emplear el conocimiento sistémico y el conocimiento complejo (MANCIPE & LUKOMSKI, 2008, pág. 37), y está encuadrada, como es de esperar, en unos principios definidos. Éstos son enunciados por Jara, (como se cita en MANCIPE & LUKOMSKI, 2008, pág. 37):

“i) que el significado de emergencia es una propiedad emergente, inherente al lenguaje como sistema; ii) que el término rompe la ecuación de causa y efecto propia de la ciencia normal, y iii) que el término destruye una racionalidad instrumental habituada a explicar, reducir y controlar todo, e instaura otro tipo de racionalidad, abierta a lo novedoso, a lo inesperado, a lo intempestivo, a la incertidumbre del comportamiento de los sistemas complejos, a lo sorpresivo. (Jara, 2004: 125). ”

Esta perspectiva parece más favorable para justificar a la bibliotecología como una ciencia, porque según lo afirma Reyes, (y se cita en MANCIPE & LUKOMSKI, 2008, pág. 38) “el conocimiento no se puede estudiar en sí mismo sino en relación con su entorno. (Reyes (s.f.: 6)” y en la relación con su enorno, es decir, en la satisfacción de las necesidades de información de los usuarios de la biblioteca, es donde se sitúa el campo de acción de la bibliotecología.

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