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DESCARTES: METAFISICA Y EPISTEMOLOGIA


Enviado por   •  28 de Febrero de 2016  •  Apuntes  •  2.839 Palabras (12 Páginas)  •  393 Visitas

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DESCARTES: METAFISICA Y EPISTEMOLOGIA

Nace en La Haye, entre Tours y Poitiers (actualmente se llama Descartes). La forma latinizada de escribir su nombre es Cartesius, de ahí lo de cartesiano. Hijo de familia acomodada estudia en un colegio jesuita donde ya su precaria salud le eximía de ir a clase por las mañanas, Aun así, ya muestra sus dotes intelectuales. Aprende matemáticas y ciencias clásicas. Ingresa en la universidad de Poitiers para estudiar derecho. Lucha en la guerra de los 30 años en el bando de Maximiliano de Baviera y se dice que es entonces cuando desarrolla la idea de la matemática universal y la geometría analítica. Finalmente, tras una estancia prolongada en los Países Bajos llevando una vida tranquila, es llamado por Cristina de Suecia a Estocolmo donde ya muere un año después. La reina le cita diariamente a las 5 de la mañana y él, acostumbrado a permanecer y escribir en la cama hasta media mañana, enferma y muere en febrero de 1650 en Estocolmo. En 1667 se introducen sus obras en el índice romano de obras prohibidas.

Entre 1630 y 1633 escribe el Tratado del mundo, en 1637 publica el Discurso del método, en el 40 redacta en latín las Meditaciones metafísica, en 1644 publica en latín los Principios de la filosofía, una especie de resumen de su filosofía, en 1649, publica de Las pasiones del alma, última obra publicada en vida por Descartes y supervisada por él.

Desde el principio, aparece la idea unidad del saber, derivada de la unidad de la razón y del método racional. En la evidencia dice: «la luz natural de la razón es una, aunque se aplique a contenidos heterogéneos, como el Sol es uno, aunque ilumine objetos variados”

El ideal de la unidad de la razón fue contestado por algunos como Pascal, quien sostenía que el conocimiento no procede del mismo modo en todos los ámbitos. Descartes, sin embargo, pretendía establecer un único método racional.

En el análisis se fija en las matemáticas como saber ejemplar, pero no dice que el método se reduzca a matemáticas. Esto es importante para matizar la idea de la unidad del saber, que resulta de la unidad de la razón y de su método.

El ingenio (la luz natural, innata, de la razón) emplea, de forma espontánea, dos rudimentos fundamentales: la intuición y la deducción.

La intuición, se atiene al significado latino: intus-ire, penetrar en la verdad, tener la evidencia de captar lo inmediatamente claro y distinto. La resolución de un problema determinado, sea del tipo que fuere, pasa por intuir las proporciones entre los términos elementales del problema. Pero la proporción, captada de forma clara y distinta.

Deducción: consiste en la aplicación de las reglas matemáticas o lógicas, un encadenamiento de intuiciones.

El método funciona siguiendo las reglas para la dirección del ingenio:

  1. Evidencia: La evidencia es criterio de verdad y fundamento del método, pero la capacidad de intuir lo evidente, esto es, lo claro (lo presente de forma inmediata a un espíritu atento) y lo distinto (lo preciso y diferente de todo lo demás.). es innata a la conciencia y previa al método. El método no nos puede enseñar a intuir lo claro y distinto, porque presupone esa capacidad.
  2. Análisis: No parece una regla muy informativa, pero justamente aquí es donde se aprecia que “el método es más cosa de práctica que de teoría”. A estas naturalezas simples también las llama naturalezas absolutas. Son de tres tipos: materiales, solo en los cuerpos; intelectuales, solo en la mente y comunes, en ambas. A partir de estas naturalezas simples empiezan las deducciones
  3. Deducción: Es la regla del orden. Hay que suponer un orden incluso donde la experiencia no lo recoge de manera clara. Es necesario suponer un orden interno, ya que, de otra manera, los problemas no tendrían solución. Esta es la regla racionalista por excelencia.
  4. Enumeración: Es una regla auxiliar, que no dice nada nuevo. Hay que revisar las demostraciones, revivir la intuición directa que se cultiva al resolver el problema. No se puede confiar la verdad a una serie de fórmulas enlatadas.

La fundamentación del método: Toda la discusión sobre la fundamentación del método tiene como trasfondo la concepción unitaria de la razón, no diversificada según las ciencias particulares. Por eso, fundamentar el método no es fundamentar una ciencia en particular, sino el funcionamiento natural de la razón. En el Discurso del método hay poca reflexión filosófica. Las obras más importantes a este respecto son las Meditaciones metafísicas y los Principios de filosofía.

La duda metódica: La duda cartesiana no es una duda escéptica, que pusiera en duda cualquier verdad e incluso negara la validez del conocimiento, sino una herramienta metodológica, es decir, un método de acercamiento a la verdad. El objetivo de la duda, que tiene un carácter radical e hiperbólico.

Las etapas de la duda:

  1. Los sentidos: En primer lugar, Descartes propone un argumento de inspiración platónica y en los escépticos al afirmar que los sentidos nos engañan.
  2. La vigilia: Viene a decir que en ocasiones cuando estoy dormido y soñando me parece que ese sueño es real. Pero cabe la posibilidad de que cuando estoy despierto este viviendo en un sueño. ¿Puedo asegurar teóricamente que estoy en vigilia y no en sueño?
  3. Matemáticas: A pesar de los dos motivos de duda anteriores, parece haber ciertos conocimientos de los que no puedo dudar, como los conocimientos matemáticos, porque “2+2=4”, con independencia de que esté despierto o dormido. Por eso, la duda de los sentidos y la incapacidad de distinguir la vigilia del sueño no comprometen la estructura racional de la conciencia.

Escapando de la duda: 1. RES COGITANS. ¿Cómo se puede escapar del genio maligno? Lo primero es el establecimiento de una verdad fundamental, a la que se accede a través de la intuición: la verdad necesaria de la propia existencia como sujeto que duda y es víctima del engaño. Es en este contexto en el que Descartes introduce la afirmación: “pienso, luego existo” (cogito ergo sum). Descartes no lo plantea como un silogismo sino como una intuición inmediata.

Como antecedente del cogito hay citar a San Agustín. En Liber arbitrio, San Agustín polemiza con los escépticos y sostiene que estos tienen que creer, por lo menos, que si se equivocan es que existen: “Si me engaño, existo” (si enim fallor sum).

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