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Dionisio Aeropagita


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2018  •  Informe  •  1.462 Palabras (6 Páginas)  •  224 Visitas

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FACULTAD DE FILOSOFIA Y HUMANIDADES

LICENCIATURA EN FILOSOFIA

HISTORIA DE LA FILOSOFIA MEDIEVAL

Trabajo Practico Nº: 2

                :: Pseudo  Dionisio  Areopagita ::

Profesor titular de Cátedra: Prof. Dra. Valeria Esther Secchi

Estudiante: 

                                        - 2018 -

INTRODUCCION

“Más ahora que escalamos desde el suelo más bajo hasta subir a la cumbre,

 cuanto más lo hacemos más escasas se hacen las palabras.

 Al coronar la cima reina un completo silencio.

Estamos unidos por completo al Inefable”

Teología Mística. Dionisio Pseudo Areopagita

*   *   *

              Respondiendo a la consigna que fue propuesta, intentaremos dar algunas nociones acerca de la Obra de Pseudo Dionisio Areopagita, haciendo énfasis en las temáticas que cada una de las preguntas van planteando. Sumado a esta tarea, también plantearemos -en conjunto- algunas notas al pie que acompañaran el cuerpo del texto, a modo de aclaración.

Atentos a estas consideraciones iniciales, nos introducimos de lleno a resolver las consignas del presente trabajo práctico nos propone.

DESARROLLO

1 /   A modo de inicio, vamos a subrayar una de las consideraciones que más nos remite al “talante general”[1] de las líneas que hemos leído para desarrollar este trabajo practico. De de los aspectos que resalta el saber teológico y místico de Dionisio se vincula con la dificultad cierta de recubrir a Dios de atributos humanos, por lo cual no es viable hablar de Él por la aseveración de lo que es, sino más bien por la negación, por lo que no es Dios.

En el discurso de Pseudo Dionisio Areopagita,  la absoluta trascendencia, determina a Dios –y su experiencia-  como algo inalcanzable a los sentidos y a la mente, a las ideas de los seres humanos, algo incapaz de compararse a cosa alguna, ni de atribuirle semejanza o diferencia con ningún fenómeno sensible.

Expresa Dionisio en la Carta I al monje Gallo:

 “Ni la luz física ni el conocimiento de las cosas alcanzan a comprender la ciencia secreta del no saber ante Dios. Su tiniebla trascendente se oculta a toda luz...”[2] en referencia a esta última imagen de la luz y la tiniebla, y la consecuente combinación de ambas, es que emerge la noción de tiniebla luminosa como signo potente de la idea que intenta transmitir el autor. Aquí existe un deseo expreso, un deseo que inunda la interioridad del autor y que remite a la plenitud y esperanza que espera al buscador tras su trabajo ascético, mediante la “subida y contemplación”[3] de lo inefable “mirando solo aquella oscuridad supra-esencial que no dejan ver las luces de las cosas”[4].

2 /   La vía afirmativa o catafatica, es un modo gradual –en grados- de conocer lo divino, de conocimiento discursivo –si se quiere- de Dios a través de las ideas. Es un circuito inteligible que intenta ir de lo general a lo particular, de lo inadecuado a lo adecuado, transitando el camino de ir ajustando la terminología que se emplea para referirse a lo que, por naturaleza es complejo. De algún modo, se intenta purificar el intento conceptual de referirse a Dios. Aquí Dionisio arriesga algunas consideraciones a cuento de esto último: “Ocurre por eso, que las escrituras ensalzan la deidad con expresiones adorables de santidad como Dios `Verbo´, `inteligencia’ y `esencia´. Hacen ver que la racionalidad y sabiduría con atributos convenientes para Dios”.[5]

En cambio, la vía negativa o ápofatica, apela a la dimensión más humilde del hombre, esta no admite grados,  y es –en cierto modo- un modo de alejar a Dios de atributos conceptuales, fruto de síntesis de nuestra inteligibilidad. Esta vía elimina casi progresivamente todo discurso y termina con el “silencio”[6], al contrario de la afirmativa, que concluye hablando siempre de Dios. Con la vía negativa sabemos todo lo que no es acerca de Dios. “El hecho es que cuanto más alto volamos, menos palabras necesitamos, porque lo inteligible se presenta cada vez más simplificado. Por tanto, a medida que nos adentramos en aquella oscuridad que el entendimiento no puede comprender, llegamos a quedarnos nos solo cortos en palabras. Más aun, en perfecto silencio y sin pensar en nada”.[7]

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