EL CONTRATO SOCIAL J.J. Rousseau

EL CONTRATO SOCIAL

J.J. Rousseau

Según Rousseau, la sociedad es profundamente injusta y hace perverso al hombre. Es el mito del buen salvaje. Para el autor, la sociedad ha perdido la libertad y hace que la pierda el hombre que vive en ella debido a la existencia de la división del trabajo y de la propiedad privada, que provocan el dominio del hombre por el hombre.

El autor propone el modelo de contrato social, como modo de defenderse de los desastres naturales. En él se determinan los valores morales, el lenguaje, el derecho, etc., que son adquiridos por el hombre en sociedad; es decir, son normas inventadas, y por lo tanto se pueden cambiar.

El texto habla que la soberanía es inalienable, esto se refiere a que la más importante consecuencia de los principios establecidos supone que sólo la voluntad en común puede guiar al Estado, de acuerdo a sus propósitos que son el bien común. Puesto que si no existiese un punto de partida en el que todas las personas puedan convenir, entonces no podría existir tal sociedad.

“Jamás se corrompe al pueblo; pero frecuentemente se le engaña, y solamente entonces es cuando parece querer lo malo”. Aquí parece que el autor viviera en nuestros días. Según menciona el texto, cuando surgen diversas opiniones en las voluntades particulares, se convierte en voluntad general conforme a los miembros informados y pasa a ser una voluntad particular en relación al Estado. En resumen, cuando pasa lo anterior, deja de haber una voluntad general y gobierna una voluntad particular.

También, sucede que al Estado no le interesa tener intromisión en la voluntad individual, ya que los límites de la libertad que tiene el hombre en particular son innegables de acuerdo a los contratos generales.

Cuando es violada una ley que ponga en peligro al Estado y a las personas, así como su existencia, sucede que alguno de los dos tiene que ceder. Pero, ¿cómo puede suceder esto si el individuo no tiene derecho de disponer de su propia vida? Se pasa al soberano ese derecho que les hace falta, pero como los individuos conforman al soberano, ¿no es esto ilógico?

El soberano tiende a certificar que la voluntad es recta, en términos de la voluntad general, sin embargo, los juicios no tienden a ser muy claros y puede haber una disyuntiva entre lo bueno y lo malo. Resultado de esto último, es necesario que haya una distinción entre lo que significa un derecho y el deber.

De acuerdo con el capítulo VII, debe haber alguien ajeno a nuestra naturaleza para que legisle de acuerdo a nuestras necesidades. Se necesita una persona sabia que juzgue de acuerdo a nuestros intereses particulares.

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