Ensayo filosófico sobre la existencia de Dios
Enviado por juanpaz18 • 14 de Abril de 2021 • Ensayo • 2.415 Palabras (10 Páginas) • 468 Visitas
Fides Et Ratio
Fe y razón
Ensayo Filosófico
¿Existe Dios?
Materia: Filosofía
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Introducción
En este ensayo se hablará sobre un tema que ha generado muchas interrogantes y debates, a lo largo de la historia. Tema que aún no tiene evidencia y una respuesta clara, porque esto se maneja a través de la Fe.
¿Dios existe? La pregunta que muchas veces ha generado discordias, batallas, dudas, discusiones, grandes estudios y tratados y hasta, paradójicamente, la perdida de la misma Fe.
A continuación, trataré de exponer sobre la existencia de Dios como la figura divina que se ha manifestado a lo largo de la historia a los humanos, y no como Dios de una determinada religión. Es decir, aquí hablaremos de la figura divina que está más allá del hombre. No se intentará convencer si Dios existe o no, eso sería emitir un juicio que esté fundamentada en mi fe, por el contrario, lo que se hará es reflexionar desde las distintas posturas de las personas; desde los ámbitos que genera la opinión de creer o no en Dios y afirmar o negar su existencia.
Para reflexionar la no existencia de Dios intentaré situarme en las situaciones de la realidad del “mal” que existe en el mundo; y para pensar su existencia, vamos a sumergirnos en los 5 argumentos de la existencia de Dios que propone Santo Tomas de Aquino, filósofo y teólogo de la Iglesia Católica.
Finalmente en la conclusión intentaré tomar postura acerca de lo dicho en el trabajo.
Desarrollo
Como seres de fe que somos los humanos, constantemente creemos en distintas realidades inexistentes para mantener un halo de misterio y fantasía en medio de nuestras circunstancias, es decir, algunos protagonistas de relatos de los cuales no se tiene evidencia concreta y real, pero que, sí tiene una explicación, resultaron no existir. Por ejemplo, Papá Noel, Los Reyes Magos, el Ratón Pérez. En sí mismo no existen, pero si tienen una explicación: son los padres de familia que intentan generar felicidad a través de la concreción de una ilusión. Pero, ¿por qué no se hace más fácil la cuestión y simplemente hablamos de una mamá héroe o de un papá héroe que hace regalos? Si se hace eso, es posible que se pierda una parte del niño que fundamenta su felicidad: la fantasía. Imaginemos que a un niño le dicen: “tu papá es Papá Noel”, sería privar a un niño de disfrutar de aquello que abunda en su infancia: los sueños fantásticos.
Es interesante ver que este análisis se lo hace desde una perspectiva de un adulto. Pero si consultamos a un niño que haya sido introducido en esta fantasía, para ver qué piensa de estos personajes, qué experiencia tuvo con ellos, cuáles son las limitaciones, qué pueden hacer y qué no pueden hacer; o bien, si le pidiéramos una opinión al respecto, es bastante seguro que este niño comience a hablar de estas figuras inexistentes como reales en sí mismas. No habría ninguna duda de su real presencia. Para su manera de ver, y si nos basamos en su hipotético relato, es imposible su inexistencia. Es posible, incluso, que se vea motivado para relatar estas cosas desde un sentimiento generado: que haya mucha felicidad en su manera de describirnos estas cosas.
Pero, ¿acaso los adultos no tienen una experiencia similar a la de los niños? Los adultos dicen creer en una figura divina que concede cosas necesarias para la vida de las personas. Incluso los adolescentes y jóvenes que aprendieron a hacer este tránsito de la fantasía a la realidad siguen creyendo en figuras de idolatría.
Aquí aparece la figura de Dios.
Es posible ver en cualquier libro de historia universal, relatos donde se exprese el modo de vivir una “religión”, es decir, una manera de estar unido a una figura superadora del ser humano. Así, al igual que los niños, creemos que esta figura que viene a darnos aquellas cosas que nos complementan. Al fin y al cabo, un niño sueña con una bicicleta y ese sueño se cumple con la llegada de los “reyes magos”, trayendo consigo no sólo la cosa material sino también felicidad.
Entonces, ¿Dios sería para los humanos a lo largo de la historia, lo que es el Ratón Pérez para los niños? ¿Se puede comparar a Dios con el Ratón Pérez; o con los Reyes Magos; o con Papá Noel? ¿Podemos tomar a Dios como una persona que sólo “existe” para dar respuesta a algunas preguntas sin solución del ser humano? ¿O acaso estamos frente a una presencia real? ¿Dios existe realmente?
Si el humano tuvo presente a esta figura a lo largo de la historia, quiere decir que Dios no es una “moda” de los últimos tiempos. Pero aquí surge la gran pregunta: ¿por qué aun hoy, se duda de su existencia?
La respuesta a esta pregunta no es fácil de brindar, pues no tuvo una clara respuesta a lo largo de la historia, por eso hoy en día nos seguimos planteando esta cuestión. Intentaré responder esta pregunta a través de la cuestión del mal.
Dios no es tan bien recibido entre las personas por varios motivos: principalmente por el tema del mal. Es cierto que hay muchísima maldad en el mundo. No hace falta citar algunos casos de maldad para fundamentar lo dicho. Es cierto también que parece que ese mal no se termina. En la religión cristiana, por ejemplo, se enseña que Jesús curaba a los enfermos, daba de comer a los hambrientos, calmaba la sed de los sedientos, se reía con los que se ríen y lloraba con los que lloran. En palabras actuales podemos decir que empatizaba con el otro. Es decir, pareciera que la tarea de Dios es calmar necesidades y acompañar. Pero lo cierto es que en nuestro mundo cohabitan realidades diversas: hay mucha gente que padece hambre; hay millones que mueren de raras enfermedades; hay muchos que sufren a causa de injusticias; hay muchos niños abandonados; hay niños que no conocen la paz a causa de vivir en contextos de guerra. La pregunta que brota en medio de todo esto es la siguiente, si Dios es todopoderoso y bueno como se dice que es, si nada es imposible para él como se suele enseñar: ¿dónde está ante tanto sufrimiento? ¿Acaso es un Dios que no escucha plegarias? ¿Es un Dios indiferente?
Además, las personas que llevan su vida entregadas al mal, pareciera que son las personas que más éxito tienen y viven muy bien. Sin ninguna preocupación. Realizan atrocidades, asesinan, tienen mercados donde comercian con distintas realidades repugnantes como esclavitud sexual, trata de personas, tráfico de órganos, guerrilleros que matan sin piedad; y, aun así, parecen no necesitar de Dios.
Por otro lado, podemos ver que hay religiones que en nombre de Dios asesinan a personas; que en nombre de Dios devastan a pueblos; que pelean por intereses económicos. Todo esto podemos verificarlo en la parte más extrema de la religión musulmana, por ejemplo; donde por Alá se derrumbaron las Torres Gemelas[1]. Todo en nombre de Dios.
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