La inducción como un método de la ciencia
Enviado por guzman moreno pesca • 11 de Mayo de 2020 • Ensayo • 1.845 Palabras (8 Páginas) • 169 Visitas
Seminario Mayor Filosofado San Agustín
Guzmán Moreno Pesca
La inducción como un método de la ciencia
Presentado a: Natalia Paiba Alzate
Introducción
La hora de hablar de inducción debemos de tener en cuenta que, en cualquier área del conocimiento científico el interés radica en poder plantear hipótesis, leyes y teorías para alcanzar una comprensión más amplia y profunda del origen, desarrollo y transformación de los fenómenos y no quedarse solamente con los hechos empíricos captados a través de la experiencia sensible (recuérdese que en la ciencia no es cierto aquello de que los hechos hablan por sí solos). Además, a la ciencia le interesa confrontar sus verdades con la realidad concreta ya que el conocimiento, como se ha dicho, no puede considerarse acabado, definitivo, tiene que ajustarse continuamente, en menor o mayor grado según el área de que se trate, a la realidad concreta la cual se encuentra en permanente cambio. En este proceso de ir de lo particular a lo general y de éste regresar a lo particular tenemos la presencia de un método, como lo es la inducción, para ello se va a tomar para este documento autores como: Bertrand Arthur William Russell y Karl Raimund Popper.
Bertrand Arthur William Russell: Nace18 de mayo 1872 en Trelleck (Gales), fallece 2 de febrero 1970 Plas Penrhyn, (Gales) Filósofo y matemático británico. Bertrand Russell, hizo aportaciones innovadoras a los fundamentos de las matemáticas, contribuyó al desarrollo del positivismo lógico, fue una persona realista, creía que los objetos percibidos por los sentidos poseen una realidad inherente al margen de la mente, además desempeño un gran papel en el resurgir del empirismo dentro del campo más amplio de la epistemología, pero también, intentó explicar todo el conocimiento objetivo como construido a partir de las experiencias inmediatas. Russel alcanzó el éxito con su primera obra “los principios de la matemática” (1902), en la que intentó trasladar las matemáticas al área de la filosofía lógica. En su siguiente obra “los problemas de la filosofía” (1912”, Russell recurrió a la sociología, la psicología, la física y las matemáticas para refutar las doctrinas del idealismo, así mismo realiza un número de obras más. Russell consideraba misión del intelectual la difusión de una cultura que habitúe a los hombres a la revisión de sus propias ideas y a la tolerancia mutua; la ciencia, en calidad de tal, no basta para la felicidad de los seres humanos, quienes, en la consecución de tal objetivo, deben acudir al arte, al amor y al respeto recíproco. Sin embargo, el mismo Russell no fue un ejemplo de convencionalismo ni de adhesión a los valores establecidos.
Karl Raimund Popper: nace en Viena, 1902 y muere en Londres, 1994) Filósofo austriaco. Estudió filosofía en la Universidad de Viena y ejerció más tarde la docencia en la de Canterbury (1937-1945) y en la London School of Economics de Londres (1949-1969). Aunque próximo a la filosofía neopositivista del Círculo de Viena, Karl Popper llevó a cabo una importante crítica de algunos de sus postulados; así, acusó de excesivamente dogmática la postura de dividir el conocimiento entre proposiciones científicas, que serían las únicas propiamente significativas, y metafísicas, que no serían significativas. Para Popper, bastaría con delimitar rigurosamente el terreno propio de la ciencia, sin que fuera necesario negar la eficacia de otros discursos en ámbitos distintos al de la ciencia.
También dirigió sus críticas hacia el verificacionismo que mantenían los miembros del Círculo, y defendió que la ciencia operaba por falsación, y no por inducción. Ésta es, en rigor, imposible, pues jamás se podrían verificar todos los casos sobre los que regiría la ley científica. La base del control empírico de la ciencia es la posibilidad de falsar las hipótesis, en un proceso abierto que conduciría tendencialmente a la verdad científica. Popper desarrolló este principio en La lógica de la investigación científica (1934), donde estableció también un criterio para deslindar claramente la ciencia de los demás discursos: para que una hipótesis sea científica es necesario que se desprendan de ella enunciados observables y, por tanto, falsables, de modo que, si éstos no se verifican, la hipótesis pueda ser refutada[1].
La inducción según Bertrand Russell : Russell se pregunta, en qué condiciones hemos de aceptar el conocimiento por inducción y los principios lógicos generales, para ello podemos tomar uno de los textos de Russell, en los que expresa el problema de la inducción de la siguiente manera:
“El hombre que daba de comer todos los días al pollo, a la postre le tuerce el cuello, demostrando con ello que hubiesen sido útiles al pollo opiniones más afinadas sobre la uniformidad de la naturaleza.” (Bertrand Russell, Los problemas de la filosofía, 1912;30-36)
El desafío de la inducción no es, en consecuencia, un asunto de científicos que se preguntan por la validez de sus leyes y experimentos. Se trata, en realidad, de una cuestión de vida o muerte: en nuestras expectativas sobre el futuro funcionamiento de la naturaleza están depositadas nuestras posibilidades de supervivencia. Por ello, la respuesta de Russell pretende salvar la validez del razonamiento inductivo: la solución consiste en renunciar a toda clase de certeza. En su lugar, habría que asumir que nuestro conocimiento de la naturaleza y del mundo que nos rodea se basa en la probabilidad. Una probabilidad que se acerca a la certeza cuantas más veces es confirmada por la experiencia, pero que no puede nunca equipararse a la misma. No hay demostración posible de la inducción. Simplemente: necesitamos este principio para vivir. De lo contrario, careceríamos de cualquier tipo de expectativa sobre el futuro más inmediato. Sin el razonamiento inductivo, viene a decirnos Russell, no podríamos seguir viviendo, igual que no se puede seguir “jugando” a la geometría si no se aceptan los axiomas. La vida misma nos impone la condición de la probabilidad, lo cual no nos abandona a la incertidumbre: la experiencia pasada y presente de la humanidad es un sustrato suficientemente sólido como para hacer expectativas racionales sobre el futuro inmediato.
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