SOBRE EL ENTE Y LA ESENCIA EN TOMÁS DE AQUINO
chus95Apuntes24 de Enero de 2016
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2. SOBRE EL ENTE Y LA ESENCIA EN TOMÁS DE AQUINO
Siguiendo el hilo de la metafísica sobre el ser, estudiaremos ahora el opúsculo de Santo Tomás titulado Sobre el ente y la esencia (De ente et essentia), que es el opúsculo más conocido y estudiado de Santo Tomás y el que condensa mejor su doctrina metafísica. Este pequeño tratado es un paradigma de la asimilación de la filosofía de Aristóteles, así como de la influencia de los grandes filósofos y comentaristas árabes, como Avicena y Averroes. Estos autores empezaron a conocerse ampliamente en Occidente a mediados del siglo XIII, gracias al levantamiento de la prohibición de leer los libros paganos y, en concreto, las obras de Aristóteles, prohibición que pesaba desde principios de siglo. En la Universidad de París, la más importante e influyente de Europa, esa prohibición se levantó precisamente gracias a los esfuerzos de asimilación de filósofos como Alberto Magno y el propio santo Tomás, quienes impusieron con su magisterio la conveniencia para la teología cristiana de tomar de Aristóteles y de los filósofos paganos todo aquello que fuera útil y provechoso para la fe. Se puede decir que el Sobre el ente y la esencia es la mejor prueba de la penetración de la filosofía de Aristóteles en la universidad de París, y, en especial, de su filosofía sobre el ser.
Con este tratado, santo Tomás pretende prestar un servicio a la teología con la asimilación del núcleo de la filosofía. Sobre el ente y la esencia es una especie de prolongación de la Metafísica de Aristóteles, especialmente de los libros V y VII, en los que hemos visto que se analizan los diversos sentidos de “lo que es”, en terminología tomista, del “ente”.
2.1. Proemio: Tema y método
Santo Tomás comienza en el proemio declarando el tema de su trabajo: el estudio del significado de los términos de “ente” y “esencia”, así como del modo en que se encuentran en las diversas cosas, es decir, en las diversas clases de entes, y cómo se expresan éstos según las “intenciones lógicas” de género, especie y diferencia. Ese tema de estudio lo justifica por el hecho de que el ente y la esencia son los conceptos que en primer lugar son concebidos por el entendimiento:
Puesto que «un pequeño error en el principio se hace grande al final», como afirma el Filósofo (i. e. Aristóteles) en el primer libro Del cielo y del mundo, y el ente y la esencia son los primeros conceptos del entendimiento (ens autem et essentia sunt quae primo intellectu concipiuntur), como dice Avicena en el libro primero de su Metafísica, por eso, a fin de que no caigamos en el error por ignorarlos, con el propósito de superar la dificultad que implican, vamos a tratar del significado de los términos esencia y ente (quid nomine essentiae et entis significetur), y de cómo se encuentran en las diversas cosas, y cómo se relacionan con las intenciones lógicas (intentiones logicas), a saber, con el género, la especie y la diferencia (genus, speciem et differentiam) (Proemio, 1).
La razón de que el ente sea lo que primero capta en sentido propio el entendimiento y que, por tanto, sea su objeto propio, es que el ente es el objeto formal común a todo entendimiento, es decir, la forma por la cual la inteligencia como tal capta lo entendido. El ente, por tanto, es una representación universal que está incluida en todo lo que el entendimiento piensa, y es primera porque todas las demás nociones la suponen o incluyen en sí mismas. El concepto de ente está implicado en todos los conceptos, los cuales se reducen o resuelven en él.
La esencia es también objeto primero del entendimiento porque en ella se concreta la concepción del ente. El ente, en el estado actual del entendimiento unido a un cuerpo, se concibe en la forma de esencia de los seres materiales. Por eso la esencia de los seres sensibles materiales es el objeto formal propio del entendimiento humano en su estado presente, porque en el conocimiento de tal esencia está ya contenido el concepto de ente.
En cuanto a las intenciones lógicas mediante las cuales se expresan el ente y la esencia, éstas no tienen evidentemente el sentido psicológico de propósito para lograr un fin. Con el término “intentio”, santo Tomás se refiere 1) al acto del entendimiento dirigido al conocimiento de un objeto y, por extensión, 2) al resultado del acto mismo del entendimiento, es decir, al concepto de la realidad entendida.
En este segundo sentido, las intenciones pueden ser de dos tipos: de primera intención, que son el resultado de un acto intelectual directo aplicado a las cosas, es decir, conceptos que se refieren directamente a las cosas tal como éstas son; y de segunda intención, que son el resultado de una reflexión intelectual por la que el entendimiento conoce sus propios actos y las relaciones que adquieren los contenidos de dichos actos; en otras palabras, son los conceptos referidos a los conceptos de primera intención, es decir, los conceptos de los que se ocupa la lógica. Así, términos de primera intención son, por ejemplo, “árbol” o “casa”, mientras que términos de segunda intención son, por ejemplo, “clase” o “propiedad”, así como las que santo Tomás llama aquí “intenciones lógicas”, por ser objeto de estudio de la Lógica: género, especie y diferencia.
El género, la especie y la diferencia se denominan también “predicables”, en tanto que son modos de predicar los conceptos del entendimiento a los conceptos de 1ª intención. Hay dos predicables más: propiedad y accidente. Pero Santo Tomás sólo nombra a los tres primeros porque son los únicos que expresan los contenidos de las esencias, es decir, son los únicos modos de predicar lo que las esencias son, porque las propiedades y los accidentes no tienen esencia en sentido propio.
A continuación, santo Tomás declara cuáles van a ser las reglas metodológicas que le impone las propias limitaciones del entendimiento humano en su tratamiento del ente: 1ª. Hay que partir del conocimiento de las cosas compuestas para llegar a las simples; 2ª. Lo posterior en el orden de lo real debe estudiarse antes que lo anterior; 3ª. Hay que partir de lo más fácil para nosotros para llegar a lo más difícil, es decir, debemos partir de lo que nos es más conocido antes de adentrarnos en lo que nos es desconocido. En consecuencia, hay que partir de la significación del ente para conocer el significado de la esencia:
Ahora bien, nosotros sólo podemos alcanzar el conocimiento de las cosas simples por medio de las compuestas, y sólo podemos llegar a lo que es primero desde lo que es posterior, de modo que partiendo de lo que nos es más fácil, la enseñanza nos resulte más apropiada, por esto tenemos que partir del significado del ente para lograr el significado de la esencia (ex significatione entis ad significationem essentiae procedendum est) (Proemio, 2).
Según estas reglas metodológicas, santo Tomás procederá en su exposición, que coincide con el proceso de su investigación, a fijar el significado de “esencia” a través del significado de “ente”, que será el primero en ser determinado.
2.2. Capítulo 1: Significado del ente y de la esencia
En este capítulo Santo Tomás define los términos de ente y esencia. Primero se ocupa del sentido de “ente”, tomando como punto de partida las significaciones de “lo que es” que enumera Aristóteles en Metafísica, V 7. Pero no se refiere a todas, sino sólo a dos de esos sentidos: el que corresponde a los modos de predicación de las categorías, y el que indica la verdad de aquello a lo que se predica. Dice santo Tomás:
Hay que saber que, como dice Aristóteles en el libro V de la Metafísica, el ente en sentido propio (ens per se) se dice doblemente: de un modo, el que se divide en los diez géneros (decem genera); de otro modo, el que significa la verdad de las proposiciones (propositionum veritatem). La diferencia entre ellos es porque, por el segundo modo, puede decirse ente a todo aquello sobre lo que puede formarse una proposición afirmativa, aunque esto (i. e. esta predicación del ente) no ponga nada en la realidad (in re nihil ponat); por este modo las privaciones y las negaciones (privationes et negationes) se dicen entes; así decimos que la afirmación es opuesta a la negación, y que la ceguera está en el ojo. Pero, por el primer modo, no puede decirse ente si no a lo que pone algo en la realidad (quod aliquid in re ponit). Por eso, por el primer modo, la ceguera y similares no son entes (c. 1,3).
Así, el primer sentido de ente implica una predicación real, es decir, que lo que se predica como “ente” según las distintas categorías se corresponde a algo real. Sin embargo, el segundo sentido no implica una predicación real, ya que todo aquello que puede ser término de una enunciación afirmativa de verdad no tiene que corresponderse con algo real, como es el caso de las negaciones y las privaciones, de las que se puede decir que son entes sin que se correspondan con nada de la realidad. Por ejemplo, se puede afirmar con verdad que “Sócrates es no-blanco” o que “Sócrates es ciego”, sin que la negación de la blancura ni la privación de la vista sean cosas reales, aunque están en Sócrates y se predican con la cópula “es”.
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