TESTIMONIO
Enviado por Merelyn Cuenca • 9 de Noviembre de 2020 • Ensayo • 2.132 Palabras (9 Páginas) • 126 Visitas
Como olvidar es etapa mía, cuando experimente uno de los grandes desafíos de mi vida, tan solo con 17 años. Sin embargo, no fue una experiencia mala, claro cambio mi vida, pero no para mal.
Todo esto comenzó tan rápido, como logró entrar esta enfermedad a mi vida, a mi familia. En aquel momento, no me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, como la estaba pasando mi hermana, cuando padeció la enfermedad de tuberculosis. La noticia nos impactó, fue horrible; un día donde lloramos mucho, tanto mi hermana, mamá y yo. Pero nos explicaron que pasaría por un tratamiento, que sostuvo durante dos años, para lo cual tuvo que dejar sus estudios.
Solo estaba concentrada en mis estudios no veía como ella estaba. El por qué vomitaba, o paraba acostada, no le daba importancia; ni siquiera tenía idea de lo sola que se sentía, hasta que yo lo padecí. Que espantoso sentir como todo cambio, como se volvió tan difícil, en tan solo unos días.
Mucho después, recién entendí lo que soportó mi hermana. Un día al estar con ella, de la nada expulsé sangre por la boca, solo me excusaba “es irritación en la garganta no es nada “se lo dije, vi la expresión en su rostro se asustó al ver la sangre, sabía no era nada bueno, es así como ella empezó su enfermedad.
Estuvo unos días sin saber qué es lo que tenía, prácticamente me obligaron a hacer la prueba de esputo, a los dos días recogieron mis resultados. Regresaba a casa, con mi prima, con la que vivía y estudiaba; me sentía entusiasmada porque durante clases no tosía, estaba toda la mañana tranquila. En el momento que llego a casa, observó a mis papas, que me revelaron una triste noticia, al escucharlos no cohibí y lloré, ellos también se sentían mal, sabían que sufriría lo mismo que mi hermana; dejaría la academia por ello.
Poco después empecé ese tratamiento de tuberculosis pulmonar, pastillas eran de a seis, solo para controlar que la enfermedad y avancé. Pero necesitaba hacerme una prueba para determinar, si contagié era tuberculosis sensible o multirresistente, este último lo obtuvo mi hermana. Un proceso largo de dos años un aproximado, a diferencia del sensible un tratamiento que es más simple, solo de seis meses. Si resultaba resistente a los medicamentos, la isoniazida y la rifampina, son las patillas más poderosas para este tratamiento de tuberculosis, seria MDR el tratamiento de dos años.
Después de dos semanas develaron los resultados y para empeorar la situación salió positivo. En ese momento solo pensaba que se había acabado todo, perdería dos años de mi vida, también mis estudios. Mis miedos me consumían, ya no podría estudiar, porque cuando terminará este proceso estaría demasiado mayor de edad para hacerlo; se me vinieron muchas ideas a la cabeza, me agobiaba de inseguridades y entre otras cosas.
A partir de ese momento supe lo que era el dolor, no solo por las 15 pastillas que estaba obligada de tomar a diario, sino incluso las temibles ampollas diarias, me hacían sufrir demasiado. El proceso fue extenso, experimenté muchas cosas, conocí a muchas personas que ahora aprecio; conocí sus historias y como sobrellevaban esta enfermedad.
Todos los días acudía al centro de salud que estaba cerca de mi casa, en compañía de mi hermana. Por recomendación médica, siempre debíamos ir con jugos frutas, eran tantas las pastillas. Así como no podemos tomar con lácteos junto a los medicamentos.
Hubo una vez que mi papá me preparó jugo de plátano, sin embargo, a las dos no nos gustó, no contenía leche y además que era muy espeso; por lo tanto, terminamos regurgitando de lo mal que sentía; a pesar de que en esta enfermedad eran rutinarios los vómitos y lo sabíamos las dos. Los primeros meses eran así con vómitos, nos sucedía por dos veces por semana, muy aparte del dolor intenso e inflamación que nos provoca las ampollas.
Los métodos que usábamos era tomar 8 pastillas en la mañana y después del almuerzo tomábamos los 7 restantes, para cuidar el estómago de la gastritis. Tratábamos mucha manera que no nos afecté lo menos posible, añadiendo un relajante en las ampollas; sin embargo, cuando nos aplicaban en el mismo lado la piel se ponía como galleta y nos dolía más.
Cuando empecé conocer a las personas, que en mi vida me hubiera imaginada tratar, su realidad era muy diferente a la mía. Comencé a ir sola, sin mi hermana, ya había terminado su tratamiento al fin y yo recién empezaba. Me hice amiga Dayana, era una chica solo un año mayor que yo, tenía un hijo de dos años. Siempre nos encontrábamos al tomar pastillas muy aparte que compartíamos el dolor de ampollas diarias, ella también era MDR (multirresistente); nos volvimos amigas y me comentaba algunas cosas como hijo lo cuidaba, lo sano que estaba, por más que ella no se había separado de él.
Mucho después llegaron unos niños de edad de 8 años y 5 años, la niña era contextura gruesa y niño era delgado; yo me sorprendí verlos, ya que niños no se permitían entrar. Luego supe que ellos pasaban el mismo tratamiento MDR, los niños tan solo con esa edad soportarían esto, se enfrentarían a las patillas diarias e inyecciones tan pequeños. Empecé aclarar mis ideas y que al verlos me motivaron que yo tampoco me rendiría.
Los días concurrían y tan solo pasó un mes, comenzaba llorar todos los días, no aguantaba más, me quería rendir, me estresaba el vomitar y las piernas me dolían por las ampollas. En ese tiempo las articulaciones de la pierna empeoraban, las enfermeras siempre nos recomendaban el llanten para la desinflación, pero ellas no sabían que si flexionabas la rodilla nos venía intenso dolor.
Logre tener una relación muy bonita con la enfermera, a la vez con licenciada en mi área creía que era muy sonriente y callada; siempre se me dado el ocultar mi dolor y mostrar otra cara. Ellas me contaron lo que pasaba en realidad con los niños, Dayana es su tía, por contacto de ella salieron positivo, me daba pena pensar ellos tendría que pasar unos dos años para que se curen.
Poco después me encontré con ella y me contó que fue lo que paso; vivía con el papa de su hijo y su familia de él, la mamá de los niños era su cuñada. Ella me contó “ellos pasaban todo el día en mi cuarto por que le ponía a mi hijo sus dibujos animados, a su mamá no se preocupa porque se lo decía, le gustaba ver sus novelas en vez de cuidar a sus hijos” me lo comentaba con la expresión en su rostro de molesta, pero con sentimiento de culpa.
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