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A Dios Rogando, Mario Vargas Llosa


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2013  •  1.914 Palabras (8 Páginas)  •  456 Visitas

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(CARETAS, Lima 5-5-05,

http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&idE=618&idS=89)

PIEDRA DE TOQUE

Por Mario Vargas Llosa

A Dios Rogando

El célebre predicador Billy Graham fue a Cambridge, Massachussets, hace

quince años, y su misión evangélica resultó un fracaso: el auditorio estuvo

semivacío y su presencia pasó poco menos que inadvertida para los

estudiantes y vecinos de esa localidad bostoniana célebre por sus

universidades (Harvard y M.I.T.). Volvió hace pocos meses y esta vez, pese

a su avanzada edad, tuvo un apoteósico recibimiento. Colmó el local de la

misión y centenares de universitarios acamparon toda la noche a la

intemperie para conseguir asiento.

Con esta anécdota, el Dr. David Gergen, profesor de la Escuela de Gobierno

de la Universidad de Harvard, quiere ilustrar los extraordinarios cambios

que ha experimentado la sociedad de Estados Unidos en los últimos años

debido al resurgimiento de la religión en la vida pública y la manera como

las iglesias, sobre todo las de línea más conservadora, influyen en el

ámbito político. Algunos de los datos que ofrece en su charla son

impresionantes. Cada fin de semana, unos 120 millones de ciudadanos

estadounidenses asisten a oficios religiosos, es decir, más de los que en

el curso de todo un año acuden a los estadios y gimnasios a ver o practicar

algún deporte, una estadística que desbarata el antiquísimo lugar común

según el cual éste es un país materialista, donde la obsesión por el dinero

y el cultivo del cuerpo ha sofocado la vida del espíritu. En verdad, en

nuestros días sólo en ciertos países musulmanes fundamentalistas la

religión absorbe a tanta gente y por tanto tiempo como en la patria de Walt

Whitman.

Uno de los rasgos más constantes de la democracia norteamericana, la

estricta división que separaba al Estado de la práctica religiosa,

confinada desde el despuntar de la República en el dominio privado, no sólo

se ha visto sistemáticamente erosionado a raíz de este renacimiento

religioso; la impregnación de aquél por ésta es tal que lo ha convertido en

letra muerta. En teoría, el Estado sigue siendo laico, de modo que

garantiza el libre ejercicio de todas las religiones así como el

agnosticismo y el ateísmo, pero, en la práctica, la religión juega un papel

creciente, y a veces arrollador, en las acciones de gobierno, a todos los

niveles de la administración. Porque este impetuoso rebrote de la religión

en la sociedad norteamericana viene acompañado de una militancia política y

un designio inequívoco: poner un límite a la secularización de la vida y la

cultura y modelar a éstas cada vez más conforme a los principios y valores

tradicionales de la religión cristiana.

Las consecuencias de este fenómeno se dejan sentir en todos los campos, y,

principalmente, en la educación. Lo señala, de manera dramática, un

editorial de The New York Times del 26 de abril, explicando que el Gobierno

del presidente Bush, pese a haberse comprometido a no usar recursos

federales para fomentar actividades religiosas, lo ha hecho "canalizando

miles de millones de dólares de los contribuyentes hacia las iglesias y

otras instituciones de cuño religioso", que utilizan esos fondos para

"hacer proselitismo e imponer exigencias religiosas a quienes ofrecen

empleo". A veces, esos subsidios se emplean en construir o reparar

iglesias, o, en las cárceles, para programas de reeducación y formación de

los penados que tienen un explícito objetivo evangelizador. Muchas

organizaciones libertarias y de derechos humanos han intentado frenar esta

política acudiendo a los tribunales, a reclamar que el Estado respete el

laicismo constitucional, hasta ahora sin mayor éxito. Algunas escuelas

públicas, temerosas de ver recortados sus recursos, ya no se atreven a

desarrollar el tema de la evolución en las clases, y optan por la

explicación bíblica del origen de la vida, tal como lo exigen los

movimientos fundamentalistas. Escribo este artículo en San Francisco,

donde, ayer, en un recorrido por los alrededores de la ciudad, advertí que

en casi todas las escuelas que cruzábamos había carteles invitando a

encuentros religiosos.

En el campo político, una de las secuelas del exitoso militantismo

religioso fundamentalista ha sido la desaparición, en el Partido

Republicano, de la corriente liberal, que siempre coexistió con, y a veces

superó al, sector conservador, que ahora poco menos que monopoliza el

partido. Así lo afirmaba, con cierta angustia, en un artículo reciente, el

ex senador republicano John Danfort, para quien su partido se ha convertido

en "el brazo político de la derecha religiosa", algo que, a su juicio, es

una grave amenaza para el futuro de los republicanos. Pero no en el

presente; por ahora, lo beneficia. Gracias a la alineación del Partido

Republicano con los movimientos cristianos fundamentalistas ganó Bush su

reelección, en unas elecciones en las que, según el profesor David Gergen,

los católicos estadounidenses, de predominio conservador, que habían votado

siempre en su mayoría por el Partido Demócrata, votaron masivamente por los

republicanos.

Los estudios del profesor Gergen muestran que este avance considerable de

la derecha conservadora y el movimiento religioso fundamentalista tiene su

base más sólida en "el país profundo", aquel que es el menos visible,

porque carece de eco en los grandes medios de comunicación. Éstos expresan

sobre todo la problemática y las aspiraciones de un público urbano, el de

las grandes ciudades, y aquellos reclutan a sus militantes sobre todo en el

mundo rural, en las aldeas y comunidades de la periferia, cuyos modos de

vida, valores, creencias y prácticas se han ido distanciando cada vez más

de las costumbres y usos de las grandes ciudades, sobre todo cuando éstas,

a partir de los años sesenta, se liberalizaron de manera extrema en el

campo sexual y prendió en ellas la cultura de la droga. El gran ventarrón

de libertad que, desde los sesenta, con los poetas beatniks, los happenings

multitudinarios, los entreveros

...

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