Acerca Del Bien Y La Felicidad
nache21296 de Mayo de 2013
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ACERCA DEL BIEN, EL AMOR Y LA FELICIDAD
Aristóteles
La Moral y la Felicidad:
"Si planteamos como función propia del hombre un determinado tipo de vida (esta actividad el
alma y las acciones que van acompañadas por la razón) y cm función propia del hombre de
valor el llevarla a cabo bien y a la perfección (...) Si es así, entonces el bien propio del hombre es
la actividad del alma según la virtud, y sin son múltiples las virtudes, según la mejor y la más
perfecta. Y esto mismo puede decirse también de toda vida completa. En realidad, una sola
golondrina no hace verano, ni un solo día, ni siquiera una jornada ni un período breve de
tiempo proporciona la felicidad." (Et. Nicom. I,7)
El hombre bueno "actúa mediante la parte racional de sí mismo, que parece constituir a cada
uno de nosotros". (Etic. I,4) "Y si ella (el alma racional) es la parte dominante y mejor, todo
parecería indicar que cada uno de nosotros consiste precisamente en ella."
Las virtudes éticas:
"En cada cosa, es posible distinguir lo más, lo menos y lo igual... Llamo,pues, posición media
de una cosa a la que dista igualmente de cualquiera de los extremos,... sin embargo, ésta o es
única ni igual para todos. (...) En cambio, la posición media respecto a nosotros no se
interpreta así, en realidad, si para un comer diez heminas es demasiado comer y dos es poco, el
maestro de gimnasia no ordenará por ello que se coman seis; en realidad, para quien debe
recibir esta ración, puede ser grande o pequeña; para Milón será pequeña, en cambio será
grande para un principiante de gimnasia. Así,pues, toda persona que posee ciencia evita el
exceso y el defecto, mientras que buscará y preferirá la via media, que se estable no con respecto
a la cosa, sino a nosotros mismos.
(...)"según su esencia y conforme a la razón que establece su naturaleza, la virtud es
un término medio, pero respecto al bien y a la perfección se encuentra en el punto más
elevado."
La Felicidad perfecta:
"... si la actividad del intelecto, al ser contemplativa, parece sobresalir por su dignidad y por no
considerar ningún otro fin fuera de sí misma y por tener un placer propio perfecto (que
aumenta la actividad) y por ser autosuficiente, fácil e ininterrumpida, ya que es posible al
hombre y parece que en tal actividad se encuentran todas las cualidades que se atribuyen al
hombre feliz; por tanto, ésta será la felicidad perfecta del hombre, si dura toda la vida. Ahora
bien, por lo que respecta a la felicidad, no puede haber nada incompleto. Pero una vida así será,
sin duda, superior a la naturaleza del hombre; en realidad, no le corresponde vivir de esta
manera en cuanto hombre, pero sí en cuanto hay en él algo divino; (...) Si, pues, en relación
con la naturaleza del hombre el intelecto es algo divino, también la vida conforme a él será
divina en comparación con la vida humana. No es necesario, sin embargo, hacer caso a quienes
aconsejan que, como somos hombres, hemos de preocuparnos de cosas humanas y, por ser
mortales, nos hemos de interesar por las cosas mortales, sino que es preciso hacerse inmortales
en la medida de lo posible y empeñarse en vivir según la parte más elevada de cuantas hay en
nosotros"
"... por tanto la actividad del dios, que sobresale por su felicidad, será contemplativa.
Así, pues, ente las actividades humanas, la que más semejanza guarda con ésta será la que es
más capaz de hacernos felices. Prueba de ellos es asimismo el hecho de que los demás seres
vivientes no participan de la felicidad, porque están totalmente privados de esta actividad. En
cambio, para los dioses toda la vida es feliz, y para los hombres lo es en cuanto hay en ellos una
actividad parecida aquella; pero ninguno de los demás seres vivientes es feliz, porque no
participa en modo alguno de la especulación. (...) Así la felicidad es una especie de
especulación." (Etic.Nicom.)
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San Agustín
Dios, bien supremo e inmutable, del cual proceden todos los demás bienes espirituales y
corporales.
Dios es el supremo e infinito bien, sobre el cual no hay otro; es el bien inmutable y, por
tanto, esencialmente eterno e inmortal. Todos los demás bienes naturales tienen en él su
origen, pero no son de su misma naturaleza. Lo que es de la misma naturaleza que él no
puede ser más que él mismo...
Por otra parte, toda naturaleza, en sí misma considerada, es siempre un bien: no puede
provenir más que del supremo y verdadero Dios, porque todos los bienes, los que por su
excelencia se aproximan al sumo Bien y los que por su simplicidad se alejan de él, todos
tienen su principio en el Bien supremo. (cap.I)
Ninguna naturaleza, en cuanto tal, es mala.
Ninguna naturaleza, por tanto, es mala en cuanto naturaleza, sino en cuanto disminuye en
ella el bien que tiene. Si el bien que posee desapareciera por completo, al disminuirse, así
como no subsistiría bien alguno, del mismo modo dejaría de existir toda naturaleza. (cap.
XVII)
La naturaleza es siempre buena en cualquier circunstancia en que se encuentre, mientras
conserve el modo, la belleza y el orden. Dejará de ser buena si pierde totalmente el modo, la
belleza y el orden, porque en ese caso dejará de existir. (cap. IX)
El modo, la belleza y el orden, bienes generales que se hallan en las criaturas.
Todas las cosas son tanto mejores cuanto son más moderadas, hermosas y ordenadas, y
tanto menos bien encierran cuanto son menos moderadas, hermosas y ordenadas. Estas tres
cosas, pues: el modo, la forma y el orden -y paso en silencio otros innumerables bienes que
se reducen a éstos-, estas tres cosas, repito, o sea: el modo, la belleza y el orden, son como
bienes generales que se encuentran en todos los seres creados por Dios, lo mismo en los
espirituales que en los corporales. (cap. III)
El mal es la corrupción del modo, de la belleza y del orden.
...El mal no es otra cosa que la corrupción del modo, de la belleza y del orden naturales.
La naturaleza mala es, pues, aquella que está corrompida, porque la que no está corrompida
es buena. Pero, aún corrompida, es buena en cuanto es naturaleza; en cuanto que está
corrompida, es mala. (cap. IV)
El pecado (mal moral) no es deseo de una naturaleza mala, sino abandono de otra mejor.
Del mismo modo, porque el pecado no es deseo de naturalezas malas, sino abandono o
renuncia de otras mejores o más perfectas, se halla escrito así en las Sagradas Escrituras:
“Toda criatura de Dios es buena.” Por eso todos los árboles que Dios plantó en el paraíso
son ciertamente buenos.
El hombre, por tanto, no apeteció ninguna naturaleza mala cuando tocó al árbol prohibido,
sino que cometió una acción mala al dejar lo más perfecto: pues mejor que todas las cosas
creadas es el Creador, cuyo mandato no debió ser quebrantado por gustar de lo prohibido,
aunque era bueno, porque abandonando lo más perfecto, se apetecía una cosa buena, que era
probada contra el precepto del Creador.
No había plantado, pues, Dios un árbol malo en el paraíso, sino que él mismo, que había
prohibido tocarlo, era más perfecto. (cap. XXXIV)
Ninguna criatura de Dios es Mala, sino que el mal consisten en hacer mal uso de ella.
Por consiguiente, el pecado no consiste, como ya he dicho antes, en el deseo de una
naturaleza mala, sino en el abandono de otra más excelente, de manera que esa misma
preferencia es el mal o el pecado y no la naturaleza, de la cual se abusa al pecar.
El pecado, pues, es usar mal del bien. Por eso el Apóstol censura o reprende a los ya
condenados por el juicio divino que adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador.
No condena a la criatura, y el que esto hiciere haría una injuria al Creador; sino que
condena a aquellos que abusaron de un bien, renunciando o abandonando otro de orden
superior. (cap. XXXVI)
Las perturbaciones anímicas. La vida de los justos goza de rectitud de afectos.
En conclusión, el querer recto es el amor bueno, y el querer perverso es el amor
malo. Y así, el amor ávido de poseer el objeto amado es el deseo; la pasión y el disfrute de ese
objeto es la alegría; el huir lo que es adverso es el temor, y el sentir lo adverso, si sucediere,
es la tristeza. Estas pasiones, pues, son malas, si es malo el amor, y buenas, si es bueno.
(p.70)
Por tanto, quieren, se precaven y gozan los buenos y los malos, o, para decir lo
mismo con otras palabras, desean, temen y se alegran los buenos y los malos; pero los unos
bien y los otros mal, según que su voluntad sea recta o torcida (p.74)
Pero, dirigidas y enderezadas por la recta razón estas afecciones hacia su fin propio,
¿quién osará llamarlas enfermedades del alma o pasiones viciosas? (p.78)
Concluiremos que la vida recta tiene rectos todos esos afectos, y la vida desordenada
los tiene desordenados. La vida bienaventurada y eterna a la vez tendrá un amor y un gozo
...