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Algunos comentarios preliminares


Enviado por   •  23 de Agosto de 2014  •  Síntesis  •  5.793 Palabras (24 Páginas)  •  232 Visitas

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Algunos comentarios preliminares

En el presente trabajo quiero desarrollar dos miradas antagónicas acerca del gaucho, que se expresan por un lado en Facundo de Sarmiento y por otro en la obra de José Hernández. Antes que nada me gustaría hacer algunas precisiones acerca del contexto sociopolítico en el que las distintas obras se situaron.

Facundo ( 1845) es la obra que Sarmiento escribe en medio del exilio, expulsado por el régimen rosista, que lo había censurado como periodista e intelectual, habiéndolo incluso hecho pasar por las manos poco cariñosas de los mazorqueros.

Sarmiento, con una intencionalidad política manifiesta y bajo el apuro de denunciar al régimen rosista y difundir sus ideas, escribe el Facundo, en un contexto en el que "la barbarie" se había apoderado de las ciudades, principalmente de la que a él más le preocupaba: la próspera Buenos Aires. Los caudillos, erigidos sobre una base social de apoyo conformada por el gaucho, habían ganado la guerra civil desatada contra los unitarios, quienes se vieron obligados a exiliarse, junto con otras tantas "mentes brillantes" a las que el régimen rosista agredía sistemáticamente con su política "bárbara". Sarmiento, que había visto con sus propios ojos la prosperidad floreciente de un proyecto político al que Rivadavia estimulaba con sus impulsos modernizantes, contemplaba impotente desde el exilio cómo todo se derrumbaba bajo el régimen de los caudillos, que se unían bajo el mando absoluto de la figura de Rosas.

Rosas y los caudillos, según nos cuenta Sarmiento, estaban sumiendo a la Argentina en la barbarie, imponiendo un régimen dictatorial que suprimía las libertades y los derechos esenciales del hombre libre. Su forma de ejercer la autoridad era semejante a la de los dictadores de Oriente o África, es decir, el mundo atrasado e incivilizado, donde el temor y la admiración que despierta el jefe político son los principales motivos que suscitan la obediencia, a diferencia de los "pueblos civilizados", donde lo que los líderes mandan o lo que los súbditos obedecen, está dentro de los parámetros que dictan las leyes, basadas en una constitución: un pacto escrito que protege las garantías y los derechos esenciales de las personas.

El gaucho que va a dibujar la pluma de Sarmiento va a estar influenciado por todo este contexto, donde la guerra civil que sucedió al período independentista aún no estaba saldada, el Estado argentino era todavía un proyecto, y la ilustración ejercía un peso decisivo en los trazos que aquella pluma delineaba.

Para la época en que Sarmiento publica su obra, el gaucho, para determinados sectores, va a ser un gran problema: era la principal base social de apoyo de los caudillos que como Facundo Quiroga, Estanislao López o Artigas, habían cosechado un poder que los tornaba inmanejables políticamente; se constituyeron en los principales protagonistas de sus ejércitos -las montoneras- que habían desplazado del gobierno a los unitarios, derivando de ello un régimen unipersonal que concentraba todo el poder en la figura de Rosas. Este régimen, según nos cuenta Sarmiento, proscribirá las libertades civiles, censurará a la prensa, y desarrollará una política que va a impedir a Bs. As. y al resto de las provincias entrar en la senda del progreso: se prohíbe la libre navegación de los ríos, con lo cual la actividad económica que podría florecer de las regiones cercanas a ellos queda imposibilitada.

A su vez, como consecuencia del hostigamiento hacia los hombres de letras y los intelectuales, "mentes brillantes" emigran hacia otros países –como le ocurre al propio Sarmiento o a Alberdi- con lo cual la Argentina quedaba privada de la posibilidad de experimentar el florecimiento intelectual del que habían gozado las grandes naciones civilizadas de Europa o Estados Unidos, donde la ilustración y el pensamiento democrático habían calado tan hondo.

De esta forma, sin comercio, sin industria, sin hombres de letras que conocieran y difundieran las ideas de Rousseau, Montesquieu, Diderot o Voltaire, sin el espíritu del progreso propio de los ciudadanos del mundo civilizado, que habían conducido a sus naciones por la senda de la prosperidad, Argentina no podría modernizarse ni constituirse en una república democrática. Por el contrario, seguiría atada al atraso y a la "barbarie".

A partir de todas estas ideas, Sarmiento se propone rastrear las causas históricas, sociales y culturales –pero también medioambientales- que impiden a la Argentina entrar en la senda del progreso. Es ahí donde entra en escena el gaucho y la pampa, como realidades problemáticas a las que Sarmiento intentará darle una solución.

Otro tipo de gaucho nos encontramos cuando abrimos las páginas de Martín Fierro, que fue escrito en otro momento histórico (se publica la primera parte de la obra en 1872).

Antes de introducirnos en esta obra, quiero hacer una breve reflexión. Tal vez en la actualidad nos resulte difícil pensar en "el" gaucho, como una entidad cerrada sobre si misma y ajena al devenir histórico, puesto que fue precisamente ese devenir el que lo fue trasformando en el tiempo, a la vez que el gaucho fue reposicionándose social y políticamente, para adoptar nuevos roles y desafíos. Con esto lo que quiero decir es que una cosa es pensar en el gaucho como el mestizo, descendiente inmediato de la cruza entre el indio y el español, que recorría libremente la llanura pampeana en busca del cimarrón, y otra cosa es pensarlo como el peón que a fuerza de la extensión de la estancia ganadera tuvo que "sedentarizar" su vida, para entrar al tipo de mercado de trabajo que el modelo de acumulación en ciernes necesitaba para consolidarse.

El primer tipo de gaucho al que aludimos fue el que se lanzó al experimento, en una llanura que no le ofrecía más obstáculos que las fieras con las que se podía topar en el camino, o el encuentro violento con algún malón de indios que pudiese resultarle hostil. Pero en todo caso, las investigaciones históricas nos dicen que al menos este gaucho podía errar libremente por campos en los que el alambrado todavía no había delimitado los lugares prohibidos y las autoridades no estaban en su búsqueda.

Ese gaucho vivía de su habilidad para sustraer de la naturaleza su sustento diario. Quiero decir, su destreza como jinete, su habilidad para cazar el ganado salvaje o hacer artesanías de cuero, le permitían sostener las vaquerías como una actividad vital, gracias a la cual podía reproducirse socialmente.

El otro gaucho –al que va a hacer alusión la obra de Hernández- ya convertido en

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