Alma, Virtud, Felicidad
Enviado por kateca • 24 de Noviembre de 2012 • 1.822 Palabras (8 Páginas) • 557 Visitas
INTRODUCCIÓN
En el siguiente ensayo se pretende abordar la relación que existe entre el alma, la virtud y la felicidad, desde el punto de vista de Niccoló Machiavelli, autor de obras tales como El Príncipe y La Mandrágora, entre otras.
Partiremos de la obra El Príncipe para definir en qué consiste la grandeza de alma y, así, poder seguir de forma ordenada con el vínculo que establece con la virtud, haciendo énfasis en el proceder del hombre, de tal forma que se llegue hasta la felicidad.
Todo esto será abordado, dada la relevancia que ha tenido a lo largo del tiempo el pensamiento de dicho autor, siendo uno de los teóricos políticos más señalados, pues con su aporte abre un mar de preguntas que nos hacen plantearnos en qué consiste la naturaleza del hombre y cómo es qué se desarrolla en una sociedad, basándose simplemente en el comportamiento habitual de éste, que es consecuencia de la difícil tarea de obtener la realización personal, que, dicho de otra forma, se podría llamar felicidad.
El fin de dicho escrito es encontrar las tendencias que manifiesta el hombre para conseguir sus fines y, así, poder exponer como conclusión un punto de vista objetivo y racional sobre la postura radical que maneja Niccoló Machiavelli respecto a la naturaleza del hombre.
DESARROLLO
Para encontrar la relación fehaciente que existe entre alma, felicidad y virtud, según la perspectiva de Niccoló Machiavelli, comenzaremos estableciendo que la grandeza del alma consiste en soportar y vencen los acontecimientos que llegaran a suscitarse a lo largo de la vida. Ahora bien, es forzoso saber que existen en el alma, como entre los hombres, distintos tipos respectivamente, cada uno obedece a ciertas particularidades que delimitaremos a continuación.
En primer lugar, tenemos a aquellos que piensan y obran por sí y ante sí, éstos se encuentran entre los ingenios superiores ya que poseen un alma capaz de sostenerse en cada situación; en segundo plano, encontramos hombres poco aptos para dirigirse autónomamente, pero que poseen agudeza para elegir a aquellos a quienes habrán de seguir, se dice por ello, que son talentos estimables, es claro que en su alma no se encuentra la fortaleza suficiente que les permita abrirse camino por sí solos, pero si aparece la capacidad de saber discernir entre los que los pueden llevar a grandeza y los que no, la grandeza de su alma estriba en conocer su respectiva calidad y en tomar el partido menos malo; por último, hayamos a los que nada pueden hacer por sí solos y que tampoco son capaces de obtener beneficios de los otros, éstos, para Machiavelli, son como si no existiesen.
Los dos primeros tipos de hombres aprenden a no ser buenos en ciertos casos y a servirse o no de la bondad de los otros según la circunstancia lo exija, ya que, como se refleja en la Mandrágora, el deseo de adquirir es cosa frecuente y lógica y, aquellos hombres que son capaces de poseer cuanto quieran y puedan, serán adulados y nadie los censurará, en cambio, los hombres que no pertenecen ni al primero ni al segundo tipo de hombre, porque no quieren o no pueden satisfacerse a sí mismos, serán reprobados en su conducta y se les recriminará por su insuficiencia para llegar a sus fines.
El príncipe, forzosamente, tiene que encontrarse en alguna de las dos primeras jerarquías, dada la implicación que concierne tener el poder de todo un pueblo, cito:
Para mantener el orden en su Estado, se ve forzado ha obrar contra su palabra, contra las virtudes humanitarias y hasta contra su religión, su alma ha de estar dispuesta a tomar el giro que las variaciones exijan de él, a no apartarse del bien mientras pueda, pero también ha de saber obrar en el mal cuando no quede otro recurso.
Para explicar mas hondamente la cita anterior, debemos enfatizar que, para Machiavelli, los hombres rigen sus actos obligándose unos a otros, ya sea por lo que obtienen o por lo que hacen obtener a los demás y, en general, son ingratos, volubles, disimulados, huidores de peligro y ansiosos de ganancia, pero sobre todo, son tan simples y se sostienen en la necesidad en sumo grado. Por ello a un príncipe no le será del todo difícil permanecer en el reinado siempre y cuando se ocupe de satisfacer las necesidades básicas que sus conciudadanos exigen para vivir, dedicándose siempre a superar las adversidades y mantener su estado.
De ahí que, para Machiavelli, la virtud en el hombre consista en la voluntad de poder y ésta deba ponerse en practica dirigida siempre hacia el bien propio, ya que como se decía antes, la vida está regida por el deseo del poder y la riqueza y, la forma de llegar a ellas es tomando aquello que es de utilidad en provecho propio, incluso, a través de medios tales como la falsedad y el engaño
La virtud esencial, en el Príncipe, es la prudencia, si el interés que nos mueve nos orilla al engaño y la deslealtad, es lo que deberá hacerse, los mejores medios serán aquellos que sean los más eficientes para lograr determinado fin, la idea es llegar al objetivo valiéndose de todo tipo de recursos, siendo los más frecuentes la fuerza y el fraude, considerando convenientemente quiénes son aquellos que tienen consistencia por sí mismos y los que dependen de los otros, para así, poder hacer lo conveniente con cada uno
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