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Antropolgia Para Inconformes


Enviado por   •  18 de Marzo de 2015  •  3.324 Palabras (14 Páginas)  •  232 Visitas

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Se decía que en estado de naturaleza la voluntad es inferior a la inteligencia, pero que con la activación de ella por parte de la persona, mediante la sindéresis, la voluntad deviene más activa que la inteligencia. En esta Lección se intenta exponer algo semejante respecto de los dos tipos de encarnar lo humano: mujer (varón. En efecto, se intentará mostrar que si bien la naturaleza de la mujer está menos dotada que la del varón, sin embargo, debido a la mayor activación que la persona ejerce sobre la naturaleza femenina a través de la sindéresis, se activa más la esencia en la mujer que en el varón.

Una vez considerado este extremo se pasará en este Capítulo al estudio de las dos manifestaciones prioritarias de la persona humana, la familia y la educación, que son la condición de posibilidad de todas las demás, cuatro de las cuales se estudiarán en la Parte III del Curso: ética, sociedad, lenguaje y trabajo. A su vez, esas dos son también el fin de aquéllas.

En cuanto a la corporeidad, es obvia la homogeneidad somática a pesar de las distinciones sexuales. De modo que se puede hablar de unidad de naturaleza humana en la diversidad de modos de encarnarla. Como el cuerpo es expresión de la persona, se puede hablar de comunidad de personas a través de su naturaleza. Y ello indica que la persona, también en su corporeidad, es incomprensible en soledad. De ahí el carácter complementario de la masculinidad y la femineidad.

Reparemos ahora en algunas distinciones somáticas. El cuerpo del varón es distinto del de la mujer desde la formación del embrión. En la embriogénesis esas distinciones se acentúan. Con el nacimiento, el cuerpo femenino es más receptivo que el masculino, por eso las niñas aguantan mejor las enfermedades que los niños. Con el desarrollo infantil y juvenil se ve que el cuerpo del varón está mejor dotado que el de la mujer en una serie de cualidades: es más fuerte, más capaz de esfuerzos físicos, de trabajos duros, etc. El de la mujer, en cambio, es más débil, o menos atlético, requiere más protección, etc. El varón es más resistente; la mujer más delicada, aunque no es recomendable que lo sea tanto como Dora, la joven esposa de David Copperfield…El cuerpo del varón presenta de ordinario mayor estatura, mayor tamaño en algunas partes manifestativas centrales: las manos, la capacidad craneana, etc., y en otras que no lo son tanto: los pies, los brazos, el tórax, el cuello, etc. El cuerpo del varón está diseñado más para aportar que para recibir. El de la mujer, a la inversa. Además, el cuerpo de la mujer está, por así decir, más unido a su persona que el del varón a la suya. Por eso, la mujer tiende a juzgar las realidades sensibles más en relación con su cuerpo que el varón. Que este hecho es así parece lógico, porque si el cuerpo humano femenino está nativamente más desvalido, la persona de la mujer debe volcarse más sobre su corporeidad para protegerla que el varón sobre la suya, y eso, en la mujer, indica mayor unión con su cuerpo por parte de la persona.

También el sistema nervioso presenta distinciones entre el varón y la mujer. Son distintos asimismo su modo de hablar (el de la mujer es más rápido y fluido y la voz es más cantarina y menos grave), de imaginar (el del varón es más geométrico, el de la mujer más meticuloso), de percibir (el de la mujer es más panorámico y detallista), de desear, (también más puntillista en la mujer), en los sentimientos sensibles (más cambiantes en las mujeres), y, sin duda alguna, son muy distintos los movimientos corporales o modos de comportarse, hasta el punto que el afeminamiento en este punto por parte del varón y el proceder hombruno de la mujer son defectos graves.

A nivel de la psicología el varón es más objetivo, más teórico, científico, constructor, especializado, etc. La mujer es más práctica. Respecto de las personas, suele decirse que la mujer es más intuitiva, y el conocimiento intuitivo (personal) es superior al racional. La mujer es más sensible, servicial, compasiva, sacrificada, generosa, constante, re unitiva, atractiva, convocadora, sistémica, circunspectiva, etc. Eso indica que las potencias espirituales humanas, inteligencia y voluntad, están más unidas a la persona, más personalizadas por tanto, en la mujer que en el varón.

En una palabra, la mujer está más unida a su feminidad que el varón a su masculinidad. Si eso es así, de ordinario, el varón conocerá mejor los asuntos teóricos, objetivos, las verdades necesarias, que la mujer, pero encontrará dificultades en asuntos más prácticos, y también en conocer y tratar a las personas, también a la persona de la mujer, a menos que sea muy fino e intuitivo. Por eso se explica que, respecto de la mujer, al varón le resulte fácil atenderla, aunque difícil entenderla. La mujer, en cambio, por ser de ordinario más intuitiva respecto de las personas, también de la del varón, podrá atenderlas mejor, también al varón tras intuirle, no antes, porque lo comprenderá mejor. Con todo, si le trata mal, lo desquicia.

Derivado de lo que precede, la mujer puede ser más humana o inhumana que el varón. Si es más humana, será más madre que el padre, y ello no sólo en las que lo son; más esposa que el esposo, más hermana que el hermano, más novia que el novio, mejor psicóloga, pedagoga, enfermera, coordinadora de actividades y de grupos de personas, etc... Es decir, que él “para” de la mujer referido a personas, y también a la persona del varón, en cualquier estado y condición, se ve más claro que el “para” del varón, con relación a personas, también con respecto a la persona de la mujer. Otro tanto cabe decir en el campo de los defectos: en los referidos a personas, los vicios de la mujer dañan más su esencia y la de las demás personas que los vicios del varón.

Además, lo propio de la mujer es la belleza, y la belleza es lo que atrae y reúne; y eso no es sólo externo, sino, sobre todo, interno. La belleza es aquello que agrada al conocimiento en cualquier nivel, sostiene la filosofía tradicional, es decir, lo que convoca. La belleza es convocadora, no provocadora. La belleza personal aúna y ordena atractivamente a las personas hacia la propia perfección irrestricta de la intimidad. Pese a ello, la mucha belleza en la mujer dura menos que la poca del varón y, desde luego, mucho menos de lo que la mujer desea: “las mujeres son como las rosas, cuya belleza se marchita y deshoja no bien ostentan su plena floración”. Este extremo conviene que los varones lo tengan en cuenta antes de contraer matrimonio, no vaya a ser que se casen con una belleza extrínseca en vez de con una persona intrínseca, y que con el rápido crepúsculo de la hermosura caigan en la seducción de buscar mujeres más jóvenes, pues “la sangre de la juventud no arde con

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