Ayotzinapa
Enviado por AnyaBowen • 2 de Junio de 2015 • 1.147 Palabras (5 Páginas) • 183 Visitas
Más de un mes ha pasado desde la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y, ahora más que desde lo acontecido el 2 de Octubre de 1968, que desde luego aún no se nos olvida, las protestas no han terminado. El “Ayotzinapa vive, la lucha sigue” no ha dejado de ser cierto aunque cada vez se le dediquen menos minutos en televisión nacional. No es la primera vez que se suscita un hecho así en el país, pero sí el primero en conmocionar a todo un planeta logrando ser de manera lamentable primera plana de muchos periódicos internacionales.
Las redes sociales han jugado un papel clave en la difusión de la información relacionada con el caso Ayotzinapa. En Facebook las imágenes de las protestas y diversos videos con discursos demandando que se esclarezcan los hechos se han vuelto virales e incluso son subtitulados al inglés; los trending topics en Twitter exigiendo la renuncia del presidente y el regreso de los estudiantes se ha mantenido no solo en las tendencias del país, sino del mundo. En Tumblr, por ejemplo, si nos metemos al tag de Ayotzinapa podemos ver diversas imágenes que documentan las distintas marchas que se han realizado, así como muchas críticas referentes a la manera en la que se está manejando toda esta situación. En grupos de Facebook la polémica se dispara en cualquier publicación relacionada con el tema. Se argumenta con o sin fundamento, pero las opiniones nunca terminan por más que excavemos. El fenómeno del internet es muy curioso, a decir verdad. Durante estos últimos años se han popularizado por estos lares los llamados “activistas de sillón”. Este término se les adjudica a las personas que se dedican a apoyar una causa pero sólo lo hacen por estos medios electrónicos. La cuestión es ¿los activistas de sillón son inútiles? ¿O es la difusión de la información más importante que la misma manifestación en las calles? Recordemos que la información es poder, y aunque en varios medios se traten de censurar las cosas, en el mundo del internet (que se vio en riesgo con todo aquello de la reforma a las telecomunicaciones) el derecho a la libre expresión llega incluso al libertinaje. Una cosa es expresar descontento y otra muy diferente es spamear las cuentas del gobierno con un montón de mentadas de madre.
Paseando a los activistas de sillón, nos encontramos con otra figura que no puede faltar: los que se quejan. Se quejan del gobierno, pero también de quienes se manifiestan contra el gobierno. Se quejan de que México está como está porque nadie hace nada, pero no salen de su zona de confort. Cuando leo una nota sobre los avances (nulos, prácticamente) del caso, no puedo evitar fijarme en los comentarios, y es que mientras los leo que me pregunto, ¿Realmente todos somos Ayotzinapa? Leer las columnas de opinión de varias personas y su manera de ver las problemáticas de este mundo muchas veces me hace creer que realmente es posible un cambio que no involucre a la violencia, pero las notas en donde se informa que una manifestación pacífica acaba en destrozos y los comentarios de gente que dice “No sean ilusos, esos 43 están muertos”, “Están de revoltosos y luego preguntan por qué los matan” me hace ver que, por más que queramos no todos son Ayotzinapa.
El caso Ayotzinapa
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