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Características y origen de la filosofía


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2020  •  Apuntes  •  2.030 Palabras (9 Páginas)  •  164 Visitas

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Tema 1: características y origen de la filosofía

Caracterización preliminar

¿Cómo debemos definir la filosofía? José Ortega y Gasset (1883 - 1955) afirma que la filosofía puede entenderse como un conocimiento del universo. También las ciencias particulares son, cada una a su manera, un conocimiento del universo. Pero la filosofía y las ciencias difieren en cuanto al punto de vista o perspectiva que adoptan con respecto al universo. Las ciencias proceden seleccionando un aspecto del universo que convierten en su objeto específico, acotan un terreno propio y limitan el alcance de los problemas a los que se enfrentan. Así, la física se ocupa del universo en tanto que materia, y las matemáticas, en tanto que número y extensión; la geología estudia la composición y estructura de la Tierra; la biología, los seres vivos, etcétera.

¿En qué reside entonces la especificidad del enfoque filosófico? Ortega y Gasset afirma que lo distintivo de la filosofía es que no acota ningún sector del universo para consagrarse a su estudio. El universo tal como se concibe desde la filosofía se caracteriza por su indeterminación preliminar. Visto así, sólo cabe definir el universo como “todo lo que hay”.

Pero aclarar este concepto sólo parece posible en términos negativos. Podemos decir más fácilmente qué no es “todo lo que hay” antes que qué es. Todo lo que hay no es lo fragmentario, es decir, los innumerables trozos o esquirlas de la realidad, lo fragmentario u objeto inmediato de nuestra experiencia ordinaria (las cosas concretas, todo cuanto percibimos). He aquí la primera característica de la filosofía: el heroísmo intelectual; la filosofía se embarca rumbo a lo radicalmente desconocido.    

La filosofía puede decir de su objeto que no es ninguna cosa particular, ningún aspecto de la realidad. Lo que busca la filosofía es un objeto integral, absoluto. El objeto de la filosofía es “aquello que se basta a sí mismo” (del verbo latino bastare), que no necesita de ninguna otra cosa que le sirva como portadora o le proporcione un soporte. Es lo autosuficiente, lo autárquico (que tienen en sí mismo su propio principio: arkhé). En definitiva, la segunda característica de la filosofía es que parte de una pregunta en torno a lo condicionado —aquello que se encuentra en unas circunstancias concretas que lo limitan, como puedan ser las leyes físicas— y se remonta hacia lo incondicionado.    

Imaginemos ahora que ese fundamento incondicionado es, tal como aventuró el filósofo pesimista alemán Arthur Schopenhauer (1788 - 1860), una voluntad caótica, opaca, caprichosa, inconmensurable. La filosofía admite como posibilidad que su pretensión sea sencillamente fútil, que su objeto, el universo y con él la vida humana, sea incomprensible, incognoscible, irracional. Pensemos en la frase de Shakespeare tomada de Macbeth: “La vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia” (5º acto, escena V).

La filosofía no sitúa, pues, al borde del abismo del sinsentido. Su pretensión es abordar las cuestiones que se plantea desde la máxima generalidad posible, considerando las hipótesis más radicales.

La tercera característica de la filosofía es que se presenta como una necesidad derivada de nuestra naturaleza racional, es decir, hay una aspiración espontánea en el ser humano hacia la indagación filosófica. En efecto, de manera natural el mundo se nos presenta como un enigma. Tenemos experiencia de lo incompleto, parcial, mutilado… “Nos chilla el dolor de amputadas de las cosas”, dice Ortega y Gasset. Pero esos objetos fragmentarios no nos proporcionan las respuestas a las preguntas dramáticas que nos persiguen: ¿de dónde viene el mundo?, ¿adónde va?, ¿cuál es la potencia definitiva del cosmos?, ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿cómo debemos vivir? “El ir más allá de lo ente es la esencia del Dasein”, dice Martin Heidegger (1889 - 1976) en su opúsculo ¿Qué es metafísica?    

Esta aspiración natural configura una filosofía popular, el afán de trascendencia de todo ser humano. Por su parte, la filosofía académica es la que llevan a cabo los filósofos profesionales, quienes tras especializarse en las universidades desarrollan un vocabulario técnico y frecuentemente hermético para abordar estos problemas.

El nacimiento de la filosofía en Grecia

Veremos a continuación una breve caracterización del ambiente cultural que reinaba en las costas orientales del Mediterráneo en torno a los siglos VII y VI a. C. Como es bien sabido, la filosofía griega tiene su lugar de nacimiento en las costas de Asia Menor, concretamente en la ciudad-estado de Mileto, situada en la región de Jonia. La localización geográfica de esta región, en una encrucijada entre Oriente y Occidente, ha sugerido la posibilidad de que el pensamiento filosófico deba su origen a influencias persas o egipcias. Autores como Copleston, sin embargo, han rechazado esa hipótesis a primera vista plausible. Cabe alegar, en contra de la idea de que la filosofía debe su origen a influencia orientales, la ausencia de referencias escritas al respecto. Por otro lado, la expansión colonial griega por el Mediterráneo obedeció a fines fundamentalmente comerciales, por lo que es difícil explicar cómo pudo producirse la transmisión de las primeras nociones filosóficas desde sus pretendidas fuentes orientales.

El nacimiento de la filosofía consistió en un desgajamiento con respecto a las explicaciones filosóficas de la realidad (explicaciones, por ejemplo, del origen del mundo [cosmogonía] o del origen de los dioses [teogonía]). Esta afirmación, en cualquier caso, debe ser matizada. De las explicaciones míticas a las racionales, basadas en el logos, no hubo un salto brusco, sino más bien una transición progresiva, una evolución. En las cosmologías de los primeros filósofos griegos (cosmología: conocimiento o tratado sobre las leyes generales que rigen en mundo físico) los elementos míticos y los estrictamente racionales se compenetran todavía formando una unidad en la que los segundos no tienen todavía un predominio absoluto. Así, el filólogo clásico y erudito inglés Francis Macdonald Cornford (1874-1943) sostiene que la aparición de la filosofía en Grecia no fue un “milagro”, sino el producto de una lenta evolución. Cornford observa que en las obras de los poetas Homero y Hesíodo se establecen explicaciones del origen del mundo y de los dioses basadas en fuerzas impersonales. Homero, por ejemplo, afirma en un pasaje de la Iliada (XIV, 246): “Océano, quien, génesis para todas las cosas, las ha procreado”. Asimismo, Hesíodo, en su poema Teogonía afirma que el mundo tiene su origen en una separación entre el Cielo (Urano) y la Tierra (Gea), que permanecen en un estado de unión gracias a la acción conciliadora del Amor (Eros).

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