Consecuencia final de la cadena causa-efecto
Enviado por miguel2507 • 21 de Febrero de 2013 • Tutorial • 24.004 Palabras (97 Páginas) • 1.007 Visitas
Deseo
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El deseo se dice del anhelo de saciar un gusto.
La agradabilidad que conmueve nuestros sentidos, sea por encauzamiento, o motivado por vivencias pasadas, o por neto reflejo corporal, ya sea por objetos materiales, por saber, por personas o por afectos.
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[editar] Consecuencia final de la cadena causa-efecto
El deseo es la consecuencia final de la emoción inducida en origen por la variación del medio. La cadena causa-efecto que le corresponde es la siguiente: Emoción -> Sentimiento -> Deseo.
El deseo es una maquinación.
A cada deseo le precede un sentimiento, se puede decir que al deseo sexual le precede un sentimiento de atracción: p. ej. Siento atracción hacia ti, ¿te apetece tener sexo conmigo? Las normas sociales actuales hacen imposible que esta frase sea de uso cotidiano, sobre todo por el miedo al rechazo. No obstante, el deseo —sea del tipo que sea— y su satisfacción, forman parte de la naturaleza humana. Satisfacer los deseos de forma adecuada implica el uso de la empatía para evitar agredir, y en consecuencia, provocar respuestas violentas en personas que, adecuadamente estimuladas, accederían sin problemas.
[editar] Cupiditas
Cupiditas es una palabra en latín que significa deseo, sentimiento que motiva la voluntad de querer poseer el objeto que se desea. El deseo es alimentado por uno o varios sentimientos y/o necesidades, llevando al individuo a diferentes estados de conciencia emocional. En algunos casos el individuo guiado por las emociones obtiene lo que desea sin importar las consecuencias de las acciones realizadas, en otros el deseo impulsa al individuo a hacer grandes sacrificios desinteresados para satisfacer esa necesidad, cuando no se obtiene lo deseado el fracaso lo lleva a un estado de frustración e insatisfacción existencial, pero cuando lo obtiene una sensación de satisfacción y plenitud crea un estado de felicidad.
Aspectos emocionales de la sexualidad
La sexualidad humana debe considerarse no sólo desde el punto de vista biológico; es decir, como la posibilidad que un hombre y una mujer tienen de procrear, sino también, y de manera relevante, ha de tomarse en cuenta que la sexualidad tiene su origen en la cultura a la cual se pertenece y que su ejercicio tiene implicaciones en la vida social e individual.
Es preciso que el hombre y la mujer desde la adolescencia, se percaten de varias cuestiones fundamentales como respeto al derecho al ejercer su sexualidad, de reproducirse y de mantener su salud sexual; para ello, debemos analizar lo siguiente:
Sexo biológico
• La base biológica de la sexualidad el sexo biológico, que surge al unirse el óvulo y el espermatozoide; cada uno aporte un cromosoma: XX para la mujer y XY para el hombre.
• Posteriormente, en el vientre materno se determina el sexo genital, al desarrollarse los órganos genitales masculinos o femeninos.
Sexo social
• Al momento del nacimiento, cuando el médico da la noticia a la familia de que el recién nacido es hombre o mujer, se establecen las expectativas de la sociedad en cuanto al futuro rol sexual de la o del bebé y con ello, se establece el sexo social.
Sexo psicológico
• Quienes rodean al infante empiezan a moldear su conducta, lo que da origen al sexo psicológico y el niño o la niña aprenderán a actuar como hombre o como mujer.
• El aspecto psicológico de la sexualidad conforma la identidad sexual, la cual está constituida por tres elementos: La identidad de género, el rol de género, y la orientación sexual.
[editar] La cupiditas en San Agustín
Según Agustín de Hipona, la determinación originaria del ser consiste en el retorno al Creador. Dicho retorno se realiza a través del amor al mundo, lo cual según San Agustín no es una elección, pues el mundo está siempre ahí y es natural amarlo. Según San Agustín, "no hay nadie que no ame; pero sí hay quien se pregunta qué amar". La comprensión de Dios como Creador y la del mundo como eternidad conduce a la caritas (caridad). Sin embargo es posible errar el giro y confundir la eternidad con el mundo temporal, en cuyo caso se incurre en la codicia, concupiscentia o cupiditas.1
[editar] El alma está en el cerebro
En su libro El alma está en el cerebro, Eduard Punset2 afirma:
El deseo nos saca de nosotros mismos, nos desubica, nos dispara y proyecta, nos vuelve excesivos, hace que vivamos en la improvisación, el desorden y el capricho, máximas expresiones de la libertad llevada al paroxismo. El deseo reivindica la vida, el placer, la autorrealización, la libertad.
Unos planifican su vida, mientras que otros la viven al ritmo que les marca el deseo. El deseo de vivir y de hacerlo a su manera. Por eso sus autobiografías son más descriptivas que explicativas, pues sus vidas no tanto se deben a los resultados u objetivos cumplidos, sino al sentido inherente al mismo proceso de vivir. Y este proceso, de uno u otro modo, lo establece siempre el deseo.
Si bien el deseo rebosa incertidumbre acerca del itinerario, a muchas personas les garantiza la seguridad en cuanto a los pasos dados. Bien entendido el deseo no es una voz oscura, confusa y estúpida, sino que - en una persona madura - es luminosa, clara e inteligente. Las emociones están en la base de los deseos y de la inteligencia se dice que es emocional. Visto de este modo, el deseo se convierte en el portavoz de uno mismo.
¿Qué es el Noviazgo?
De manera convencional, el noviazgo es una relación transitoria entre un hombre y una mujer, la cual brinda la oportunidad de conocerse más afondo para decidir en un determinado momento pasar a la siguiente fase que es el matrimonio.
El noviazgo consta de cinco etapas que son:
1. atracción: que puede ser física, emocional o ambas.
2. incertidumbre: es cuando se presenta la duda de si la pareja elegida es la adecuada.
3. exclusividad: permite salir solo con una persona y dar y recibir de ella y para ella.
4. intimidad: ambos se entregan a la relación, se sueltan y comienzan a mostrar sus aspectos positivos y negativos.
5. compromiso: la relación se torna más profunda y existe la convicción de que se está con la persona correcta para una relación más formal como lo es el matrimonio.
Durante la adolescencia por lo tanto no puede hablarse propiamente de noviazgo al no existir las bases maduracionales para el establecimiento de una relación de pareja formal y de compromiso,
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