Corrientes Divergentes Del Humanismo

Estas variedades del espíritu humanístico, las más importantes de las cuales eran las diferencias entre el norte y el sur, era una de las más tempranas indicaciones de las nuevas formas nacionalistas en que habría de correr la vida europea. Las nacionalidades que arraigaban en tradiciones diversas y acaso debían algo a las antiguas diferencias de los troncos latinos y bárbaros, tomaron forma sobre todo por la divergencia de los intereses económicos y las condiciones naturales de Italia y Alemania. El humanismo italiano significaba al más que una ruptura con el pasado; el norte, en cambio, parecía retener el viejo espíritu. Sin embargo, fue en el norte donde se sintió el impulso de las fuerzas que habrían de dominar la nueva era; el norte rompió con la Iglesia y se volvió hacia el comercio, la industria, la ciencia, mientras Italia se consumía en gloriosas extravagancias y pronto retornaba a la agricultura y al espíritu de la vida medieval.

La vida ofrecía al humanista italiano esencialmente goce y creación; al alemán, trabajo y autodisciplina. Para el primero, el esquema cristiano cedía el paso a una moral griega, en a que la vida era un arte, liberada de todo sentido de obligación. El interés religioso no se hallaba muy presente. Su ideal era el hombre universal, la personalidad completamente redondeada de un Leonardo.

Zeus, Júpiter y Dios significaban la misma realidad

El alemán se volvió más bien hacia la moral romana; la vida era una disciplina estoica, una tarea y una vocación. Siguió profundamente religioso, aun que sus obligaciones se hicieron más éticas que sobrenaturales. Se dedicaba a la educación y a la erudición más que al arte y la belleza. Más democrático que aristocrático, buscaba su ideal como miembro de una sociedad ordenada, y no como personalidad independiente. Más prosaico que el italiano, no podría combinar los diversos elementos y ver lo universal en la multiplicidad de símbolos: hay una gran diferencia entre la imaginación de los grandes pintores italianos y Durero, los holandeses y los flamencos. De aquí que prefiriese romper con el pasado antes que reinterprétalo.

En verdad, ya se halla preséntela diferencia ulterior entre católicos y protestantes en las diversas formas que el impulso humanista tomó en el norte y en el sur.

Los humanistas nórdicos por estadios graduales pasaron de la fe medieval a un cosmopolitismo ilustrado y urbano. Los primero humanistas alemanes: Rudolf Agricola, Rudolf von Largen y Alexander Hegius, rector de la famosa escuela de Deventer, eran discípulos de Tomás de Kempis, místico famoso y autor de la Imitación de Cristo. Abandonaron la escolástica y trabajaron por una reforma de la educación sin criticar el sistema de la Iglesia. A ellos sucedieron hombres como Reuchlin y Erasmo.

Más radicales si bien menos sagaces y prudentes, eran los jóvenes como Crotus Rubianus y Ulrich von Hutten,

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