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Critica A Dewey


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2012  •  5.950 Palabras (24 Páginas)  •  566 Visitas

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Hoy por hoy la democracia está sujeta a muchas dudas de distintos ideales. Algunas de ellas encargadas de prejuicios o sospechas que ocultan ciertas creencias, algunas otras aceptan los valores de la democracia tal cual. Dewey plantea dudas empáticas, es decir, que aceptan los valores comprensivos de la democracia y dudas activas que están interesadas en descubrir cómo se expresan y entrelazan en realidades concretas de dichos valores comprensivos.

Dewey duda de cómo se realiza el proceso educativo. Pero su valor confuso es prácticamente el mismo con el que enfrenta a la democracia como una forma de vida y a la vez como moral. Lo tradicional es extraño para el puesto ya que si se expresa generalmente a través de hábitos puede anular la investigación, el descubrimiento y la innovación, pero esto a su vez nace de la duda, la complejidad y el compromiso, por esta razón es que siempre será superior el trabajo educativo por medio de la duda y la incertidumbre.

Dewey no deja de lado el conocimiento como proceso, es decir los contenidos, también le da importancia a los hábitos y actitudes que intervienen en el logro de este proceso. Si se inician hábitos de investigación contribuirán a imaginar algunos valores comprensivos de la democracia.

Según Dewey la educación es un proceso social y vital por que permite la transmisión de hábitos para hacer, pensar y sentir; y la escuela es una forma de vivir en comunidad, es decir un proceso de vida, que posibilita a las personas para una participación activa y común.

Dewey señala que la educación es el proceso de participación de la persona en la conciencia social, este proceso arranca de forma inconsciente desde el momento en que nace, llenando de conciencia y formando hábitos .

Es decir, el individuo tiene dos etapas de educación, una de ellas es el proceso educativo vital e inconsciente y la otra es una etapa consciente y escolarizada.

En su texto "democracia y educación" establece lo que es y debería ser una comunidad democrática. En este texto reaviva el poder de transmisión e influencia que tiene la escuela, con respecto a otras instituciones, como casa, iglesia, empresas, etcétera.

otras instituciones (familia, iglesias, partidos políticos, empresas, medios de comunicación, etc.), orientada como tal a formar "las disposiciones de los seres inmaduros". Comparada con aquéllas, la escuela es "un medio superficial". Además, en su crítica de la educación sistemática, acentúa la gravedad del hecho porque ella opera generalmente desde la transmisión como impresión, antes que por la transmisión como comunicación. Años más tarde calificará a la primera como educación "fonográfica", en virtud de que a través de ella se imprime en el sujeto, cual si fuera un disco, un conjunto de hábitos y conocimientos que luego éste reproducirá con una fidelidad acrítica.

Para Dewey lo que caracteriza o debe caracterizar a una educación democrática es la comunicación, en su significación pragmática, entendida como un proceso de compartir experiencias, hasta que éstas pasan a ser una posesión común. Pero como la vida misma, social e individual, siempre es continua reconstrucción y ajuste, puede decirse que la sociedad no sólo existe por la comunicación sino que existe en ella. El diálogo no agota la experiencia cuando ésta se hace común, ni aquél cesa entonces sino que, como acabamos de ver en un texto, la comunicación es dialéctica y reconstruye experiencia, es decir, la inquieta. De ahí el imperativo categórico deweyniano: "Obra de tal manera que aumentes el significado de la experiencia presente."

Una comunidad, en tanto que democrática, no lo es sólo porque sus miembros trabajen para un mismo fin. Sólo lo será si ellos, todos y cada uno, han tenido oportunidad y condición de conocer, interesarse y consentir en ese fin o bien común. Y, al mismo tiempo, posibilidad de informar a los demás respecto de sus propios intereses y propósitos: "El consentimiento exige comunicación. "Esta argumentación le mueve a señalar que en la sociedad hay un conjunto de relaciones habituales con un considerable poder efectivo en la configuración actitudinal (moral e intelectual) de los individuos, que no pueden ser consideradas como relaciones sociales democráticas. El diagnóstico que hace de las mismas, y que profundizará en términos socio-políticos en obras posteriores conviene reproducirlo in-extenso, porque es a partir de éste que asignará a la educación sistemática la finalidad de transformarlas:

... existen muchas relaciones que no son aún sociales ... Los individuos se utilizan unos a otros para obtener los resultados apetecidos sin tener en cuenta las disposiciones emocionales e intelectuales y el consentimiento de los que son utilizados. Tales usos expresan una superioridad física o una superioridad de posición, destreza, habilidad técnica y dominio de los instrumentos mecánicos yjurídicos. En tanto que las relaciones de padres e hijos, maestros y alumnos, patronos y empleados, gobernantes o gobernados, subsistentes en este plano, no constituyen un verdadero grupo social, por muy íntimamente que sus actividades respectivas se conecten unas con otras. El dar y el tomar órdenes modifica las acciones y los resultados, pero esto no efectúa por sí mismo una participación de propósitos ni una comunicación de intereses.

La función de toda institución social (económica, política, legal, familiar, religiosa) tiene (o debe de tener) la utilidad de "ampliar y perfeccionar la experiencia". Sin embargo, en esta primera etapa del pensamiento deweyniano, ninguna -excepto la institución escolar- tiene como finalidad principal ese cometido, pues sus intereses son más limitados y, la mayoría de las veces, más directamente prácticos. La diversidad creciente de las actividades socioeconómicas y del propio conocimiento científico y técnico, junto a la moderna secularización, hace que la educación se configure más como un proceso vital, sistemático y consciente. Al punto que uno de los riesgos de este tipo de educación sea, para Dewey, engendrar una "separación indeseable" entre sus experiencias y aquéllas que se derivan de la vida cotidiana en otros ámbitos sociales. Pero, hemos visto también, según su diagnóstico, que en estos otros ámbitos predominan hábitos y pautas relacionales escasamente proclives a configurar una sociedad democrática. Quien debe favorecer el cambio de las mismas es la escuela; veamos como expresa esta primera versión "optimista" de la educación:

Toda sociedad está abrumada con lo que es trivial, con las ramas muertas del pasado y con lo que es positivamente perverso. La escuela tiene el deber

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