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DIALOGO SOCRATES


Enviado por   •  16 de Agosto de 2013  •  1.694 Palabras (7 Páginas)  •  370 Visitas

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DIALOGOS SOCRATICOS

MENON O DE LA VIRTUD

SÓCRATES, MENÓN, un ESCLAVO de MENÓN, ANITO

MENÓN. ¿Podéis, Sócrates, decirme si la virtud puede enseñarse, o si no pudiendo enseñarse, se adquiere sólo con la práctica; o, en fin, si no dependiendo de la práctica ni de la enseñanza, se encuentra en el hombre naturalmente o de cualquiera otra manera?

SÓCRATES. Hasta ahora, los tesalienses han tenido mucho renombre entre los helenos, y han sido muy admirados por su destreza para manejar un caballo, y también por sus riquezas; pero hoy día su nombradía descansa, a mi parecer, en su sabiduría, principalmente la de los conciudadanos de tu amigo Aristipo de Larisa. De esto sois deudores a Gorgias, porque, habiendo ido a esta ciudad, se atrajo por su saber a los principales aleuades, uno de los cuales es tu amigo Aristipo, y a los más distinguidos de los demás tesalienses. Os acostumbro a responder con seguridad y con un tono imponente a las preguntas que se os hacen, como responden naturalmente los hombres que saben; tanto más, cuanto que él mismo se espontánea a todos los helenos que quieren preguntarle, y ninguno, queda sin respuesta, cualquiera que sea la materia de que se trate.

Pero aquí, mi querido Menón, las cosas han tornado la faz opuesta. No sé qué especie de aridez se ha apoderado de la ciencia, hasta el punto que parece haberse retirado de estos lugares para ir a animar los vuestros. Por lo menos, si te propusieras interrogar sobre esta cuestión a alguno de aquí, no habría uno que no se echara a reír, y que no te dijera: «Extranjero, sin duda me tienes por algún dichoso mortal, si crees que se yo si la virtud puede enseñarse, o si hay algún otro modo de adquirirla. Pero estoy tan distante de saber si la virtud, por su naturaleza, puede enseñarse, que hasta ignoro, absolutamente lo que es la virtud». En el mismo e idéntico caso, Menón, me hallo yo; tan falto de recursos como mis conciudadanos; y en verdad siento mucho no tener ningún conocimiento de la virtud. ¿Ni cómo podría conocer yo las cualidades de una cosa cuya naturaleza ignoro? ¿Te parece posible que uno que no conozca la persona de Menón, pueda saber si es hermosa, si es rico, noble, o si es todo lo contrario? ¿Crees tú que esto sea posible?

MENÓN. No. Pero, ¿será cierto, Sócrates, que no sepas lo que es la virtud? ¿Es posible que, al volver a nuestro país tuviéramos que hacer pública allí tu ignorancia sobre este punto?

SÓCRATES. No sólo eso, mi querido amigo, sino que tienes que añadir que yo no he encontrado aún a nadie que lo sepa, a juicio mío.

MENÓN. ¿Cómo? ¿No viste a Gorgias cuando estuvo aquí?

SÓCRATES. Sí.

MENÓN. ¿Y crees que él no lo sabía?

SÓCRATES. No tengo mucha memoria, Menón; y así no puedo decirte en este momento qué juicio forme, entonces, de él. Pero, quizá sabe lo que es la virtud, y tú sabes lo que él decía. Recuerda, pues, sus discursos sobre este punto, y si no te prestas a esto, dime tú mismo lo que es la virtud, porque indudablemente en este asunto tienes las mismas opiniones que él.

MENÓN. Sí.

SÓCRATES. Dejemos en paz a Gorgias, puesto que está ausente. Pero tú, Menón, en nombre de los dioses, ¿esqué haces consistir la virtud? Dímelo; no me prives de este conocimiento, a fin de que, si me convenzo de que Gorgias y tú sabeis lo que es la virtud, tenga que confesar que, por fortuna, he incurrido en una falsedad, cuando he dicho que aún no he encontrado a nadie que lo supiese.

MENÓN. La cosa no es difícil de explicar, Sócrates. ¿Quieres que te diga, por lo pronto, en qué consiste la virtud del hombre? Nada más sencillo: consiste en estar en posición de administrar los negocios de su patria; y administrando, hacer bien a sus amigos y mal a sus enemigos, procurando, por su parte, evitar todo sufrimiento. ¿Quieres conocer en qué consiste la virtud de una mujer? Es fácil definirla. EI deber de una mujer consiste en gobernar bien su casa, vigilar todo lo interior, y estar sometida a su marido. También hay una virtud propia para los jóvenes, de uno y otro sexo, y para los ancianos; la que conviene al hombre libre, también es distinta de la que conviene a un esclavo, en una palabra, hay una infinidad de virtudes diversas. Ningún inconveniente hay en decir lo que es la virtud, porque cada profesión, cada edad, cada acción, tiene su virtud particular. Creo, Sócrates, que lo mismo sucede respecto al viejo.

SÓCRATES. Gran fortuna es la mía, Menón, porque, cuando sólo voy en busca de una sola virtud, me encuentro con todo un enjambre de ellas. Pero sirviéndome de esta imagen, tomada en los enjambres, si habiéndote preguntado cuál es la naturaleza de la abeja, y respondídome tú que hay muchas abejas y de muchas especies, que me hubieras contestado, si, entonces, te hubiera yo dicho: ¿es a causa de su calidad de abejas por lo que dices que existen en gran número, que son de muchas especies y diferentes entre sí? ¿O no difieren

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